lunes, 17 de noviembre de 2008

El Estado guarura

El presupuesto que está promoviendo Felipe Calderón para el próximo año demuestra que en los hechos el Estado neoliberal no aspira a otra cosa que a volver a los tiempos del Estado policía del siglo XIX: un Estado guarura, protector de la libre empresa y enemigo de la participación amplia de la ciudadanía en los problemas sociales. En este sentido, el gasto social no se concibe como una inversión sino como un pasivo que hay que reducir.
Y no podría ser de otra manera para el grupo en el poder, que ve como la confianza de los mercados se ve amenazada por la violencia generada por el supuesto combate al narcotráfico. La cada vez más común práctica de vender protección por parte de los cárteles pone un freno a la posibilidad de que las inversiones crezcan. Por ejemplo: ¿Abriría usted un restaurante o un comercio en Nuevo Laredo, Tijuana o ciudad Juárez? Ni loco verdad. Además de la tramitología oficial, una vez operando, seguro que va a tener que pagar una cantidad mensual para sobrevivir, o sea, va a tener que trabajar para ellos.
Esta práctica criminal nos da una idea de la fuerza que han adquirido los empresarios de las drogas en nuestro país. Y esa es la razón del aumento en los gastos propuestos por el presidente para la seguridad pública. No es para mantener la paz social sino para proyectar una imagen de fortaleza hacia el exterior y tranquilizar a los dueños del dinero.
El problema es que, más allá del beneficio mediático de la medida, no se ve cómo pueda servir para mejorar la percepción que tiene la ciudadanía de las ejecuciones y los levantones. Máxime que buena parte de ese dinero sirve para capacitar y armar a individuos que después se integran a las filas del narcotráfico.
En su afán por reducir la presencia del Estado en la sociedad, las reformas neoliberales lo han debilitado a tal grado, que no logra cumplir con una de sus tareas fundamentales: monopolizar la violencia. Y no sólo eso sino que semejante incapacidad ha permitido que la delincuencia organizada presione públicamente al gobierno, colgando mantas en buena parte del país, que demuestran que está dispuesta a usar cualquier medio para lograr sus fines. De actor económico aspira a convertirse en actor político, ni más ni menos. ¿Qué sigue? Habría que mirar a Colombia para tener una idea de lo que estamos viviendo. Y de lo que viene.

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