martes, 25 de diciembre de 2012

El falso dilema del ‘subsidio’ a la gasolina


Bien dice Enrique Galván Ochoa en su columna Dinero del lunes 18: “El panismo inventó el mito del subsidio a la gasolina como una forma de ocultar un negociazo. Si tal subsidio existiera sería para las refinerías de Estados Unidos a las que Pemex compra el combustible, no para ayudar a los consumidores mexicanos.” Y es que a lo largo de los últimos años los vaivenes en el precio de petróleo han provocado que en algunas ocasiones la gasolina sea más barata al norte del Rio Bravo.
Si la gasolina sale más barata en Estados Unidos ¿por qué se sigue ‘subsidiando’? Agréguele a lo anterior que no toda la gasolina que se consume en nuestro país es importada. Alrededor de la mitad de lo que se consume la produce PEMEX y, según los que saben, su costo de producción es uno de los más bajos del mundo. Incluso en estos momentos, en algunos estados de la unión americana está por debajo de lo que pagamos aquí.
Recientemente Pepe Yunes abundó en el engaño al afirmar que la política de ‘subsidio’ a la gasolina es injusta porque beneficia a los que más tienen. Con una buena dosis de dramatismo el senador veracruzano se suscribió a la idea de quitarle el apoyo a la gasolina para que, con los ingresos obtenidos -agárrese de la silla ínclito lector- se apoye a los más necesitados. No creo que al senador, ni a nadie, le guste que lo comparen con Vicente Fox -quien trató de justificar el IVA en medicinas y alimentos con la promesa de regresárselo a la gente ‘copeteado’ vía programas sociales- pero cuesta trabajo no equiparar los argumentos.
Algunos  sectores empresariales se han mostrado contrarios al aumento de los energéticos pues suponen, con razón, que el consumo de sus productos descenderá en la medida en que los hogares dispongan de más dinero para el transporte. El costo de los combustibles impacta directamente en todas las áreas de la producción y por ende en el del precio final de todas las mercancías. Y con el aumento irrisorio al salario mínimo la  baja en los ingresos será brutal.
Envalentonados con el regreso a Los Pinos, los priístas simplemente no quieren ver que las  recetas de la Organización para  la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) son un salto al vacío. Son los organismos internacionales los que más han insistido en que hay que liberar los mercados y acabar con los subsidios, aunque se hacen mensos cuando se les recuerda, por ejemplo, que la agricultura estadounidense es una de las más subsidiadas en el mundo. Aquí el subsidio es una barbaridad, un síntoma de subdesarrollo y corrupción; allá una atinada e intocable política pública.
Quitar o no quitar el ‘subsidio’ es un falso dilema que pretende ocultar el sometimiento de nuestros ‘representantes’ para con las grandes corporaciones internacionales y Wall Street. Hoy por hoy los beneficios del petróleo mexicano son para todos (políticos, empresarios y especuladores) menos para la mayoría de los mexicanos. Y eso no va a cambiar con la eliminación del ‘subsidio’ sino todo lo contrario.

Los primeros pasos de Enrique Peña en la presidencia. (Segunda parte)


En su afán por iniciar su sexenio a tambor batiente, el presidente se puso en evidencia y no dejó lugar a dudas que el pacto no fue más que una artimaña para tomarse la foto con los presidentes de los partidos de oposición. Inspirado por su jefe, el primer orador de la farsa, el secretario de Gobernación Miguel  Osorio Chong, le puso pimienta al caldo demagógico cuando sin el menor rubor dijo: La tarea del Estado y de sus instituciones, en esta circunstancia de la vida nacional, debe ser someter, con los instrumentos de la ley y en un ambiente de libertad, los intereses particulares que obstruyan el interés nacional” La retórica priísta vuelvo por sus fueros. Para no abundar en detalles el Pacto por México confirmó que las ‘decisiones presidenciales’ -que no acuerdos consensados con los firmantes del pacto- se redactaron sobre las rodillas, buscando más el golpe mediático que una plataforma posible. Y el coscorrón no se hizo esperar, recordándole al copete ensillado quiénes son los que mandan.
A pesar del resbalón, el ahijado de Carlos Salinas siguió en la misma línea, tratando de venderse como el salvador de la patria, abriendo frentes de batalla a diestra y siniestra para afianzarse en la silla. Diez días después se vuelve a tomar la foto con toda la fauna burocrática, ahora para presentar –con el impresentable dieciocho chinchones Emilio Chuayffet – su reforma de la educación, con el objetivo manifiesto de ‘recuperar’ el control del sistema educativo nacional secuestrado por la reina del sur del magisterio, Elba Esther Gordillo. Después de haberse apoyado en ella, aunque simulando una sana distancia, ahora Peña pretende vendernos la promesa de que acabará con el monopolio sindical. Supongo que en el cálculo de la ocurrencia está la intención de  cerrar filas con el sector patronal encabezado por Claudio X. González, acérrimo crítico de Gordillo y promotor de la educación como negocio.
Lo que está detrás de las buenas intenciones y promesas del gobierno priísta, como la pensión universal para adultos mayores, es la sigilosa ofensiva contra la mayoría de la población y que en se ha comentado en otro lado: aumentar impuestos y limitar derechos. Lo que el secretario de Hacienda Luis Videgaray, prepara son en sus palabras, las ‘reformas profundas’ Dichas reformas no son otra cosa que la segunda parte de las reformas neoliberales impulsadas por los gobiernos de Salinas y Zedillo. Por eso y cubierto por el circo de Peña, los tecnócratas preparan el ambiente supeditando el crecimiento a reformas que empobrecerán más a la población para llenar las arcas del estado que financien sus imposiciones democráticas y por supuesto los bolsillos de los empresarios. Todavía no se atreven a decirlo con todas sus letras (Videgaray prometió que no habría nuevos impuestos este año, pero el siguiente….) pero la trampa se está preparando para que, con el argumento de que para apoyar a los más necesitados con políticas de alcance universal, será necesario cargar el IVA a alimentos y medicinas y quitarle el subsidio a la gasolina. Las buenas intenciones, articuladas alrededor de las reformas educativa, energética y tributaria, no son más que el botín prometido por la burocracia política a sus patrones. El lobo disfrazado de cordero. Son la razón de ser de un gobierno que, al contrario de lo que grita el presidente y sus cómplices, hoy más que nunca depende del poder del dinero y de las armas para sostenerse. Pero ¿alguna vez ha sido diferente?

jueves, 13 de diciembre de 2012

Los primeros pasos de Enrique Peña en la presidencia. (Primera parte)

Los primeros pasos de la presidencia de Enrique Peña demuestran que el desgaste sufrido a lo largo de una campaña electoral repleta de irregularidades, corruptelas y desvío de recursos públicos fue considerable. A eso hay que agregar el desgaste de su partido, tanto por su larga estadía en Los Pinos como por sus conflictos cuando fue oposición. El enorme esfuerzo de las bases juveniles del #YSoy132 así como de miles y miles de habitantes del país para criticar el proceso, le abrió los ojos a muchos que se negaban a reconocer la naturaleza y el carácter de nuestro sistema electoral y en general de la democracia liberal. Las consecuencias son inocultables, a pesar del optimismo de buena parte de la opinión pública, o sea, de los medios de comunicación y sus empleados, así como de las burocracias partidistas y de los tres niveles de gobierno.

Las protestas por el intento de replicar la infame represión de Atenco en el primer día del sexenio siguen vivas y en lugar de enterrar al movimiento juvenil le han dado un nuevo impulso que lo obligará a redefinir sus objetivos y sus prácticas. Si después de los comicios las buenas conciencias empezaban a festejar el debilitamiento de #YoSoy132, con el deja vu de los halcones echeverristas tal vez (y digo tal vez porque la soberbia no contribuye a la objetividad y la autocrítica) el ocupante de los pinoles se ha dado cuenta de que los garrotazos sólo sirvieron para cimentar la identidad colectiva del movimiento y para reposicionarlo en la arena de la política extra institucional.

El ‘operativo’ policiaco que le quitó la máscara a Marcelo Ebrard -confirmó su formación priísta y su desprecio por la población que gobernó a lo largo de seis años- se propuso acabar de un solo golpe con la oposición callejera en el corazón de México. El montaje mediático para desacreditar las protestas pasó por alto que buena parte de las personas que se organizaron para protestar llevaban cámaras, teléfonos celulares, Ipad’s y demás dispositivos, desenmascarando el ‘operativo’ al grado de que los jueces encargados de legalizar la represión se negaron a aceptar como evidencia para la defensa de los detenidos los innumerables videos y fotografías donde se muestra claramente la colaboración entre los neo halcones y las fuerzas del ‘orden’.

Pero al mismo tiempo, la batalla de la Alameda inauguró la alianza política entre el partido de ‘izquierda’ y el prinosaurio, que un día después sería oficializado en la farsa llamada Pacto por México en el Palacio Nacional. Al ganar con poco más de un tercio de los votos, Peña echó mano del espíritu de cuerpo de la partidocracia para compensar su debilidad. En lugar de conformar un gabinete integrado por los miembros de las dos fuerzas políticas que se repartieron los otros dos tercios –hecho que hubiera mostrado cierta confianza de su fuerza- el presidente prefirió armar un espectáculo televisivo que difícilmente fortalecerá su gestión.

En el Pacto por México se definieron varios puntos que supuestamente lo sellaban pero que más bien demostraron su falta de sustancia y debilidad frente a sus verdaderos aliados. De acuerdo con el texto de Jenaro Villamil “Cuando Enrique Peña Nieto concluyó la lectura de su “décima decisión presidencial” y ofreció que su gobierno “licitará dos cadenas de televisión abierta en los siguientes meses”, el presidente de Grupo Televisa, Emilio Azcárraga Jean, se levantó de su asiento… ” Veinticuatro horas después la flamante decisión fue anulada.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La tortilla como símbolo de identidad cultural

En este espacio se ha denunciado varias veces las consecuencias negativas de mantener con vida el tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tanto para la economía, como para la política. Esta vez habrá que agregar la dimensión cultural, en la cual juega un papel determinante la alimentación: ¿Qué sería de los chinos in el arroz o de los italianos sin el espagueti? ¿Y qué sería de los mexicanos sin la tortilla? La mutación de la cultura ante la ausencia de los alimentos básicos es impredecible.

Todo esto viene a cuento al revisar los resultados de la reciente investigación titulada “La alimentación de los mexicanos. Cambios sociales y económicos, y su impacto en los hábitos alimenticios” y auspiciada por la Cámara Nacional de la Industria de la Tranformación (CANACINTRA). Basada en datos proporcionados por instituciones públicas nacionales e internacionales como Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) los resultados son alarmantes, por decir lo menos.

De acuerdo con la investigación, en las últimas tres décadas ha descendido el consumo de la tortilla y ha subido el de la pastelería industrializada (gansitos, trikitrakes y demás basura transgéncia, alta en grasa y azúcares). El cambio del patrón en el consumo de alimentos coincide, faltaba más, con el inicio del TLCAN y ha provocado el aumento de enfermedades, como la diabetes y la obesidad, sobre todo entre la población de menores recursos. Habría que agregar que dicho cambio ha acabado por hundir la producción de maíz y ha impulsado de manera espectacular la venta de productos importados o elaborados en México con insumos traídos del extranjero.

Estas tendencias han colocado a México como el segundo país importador de alimentos en el mundo (chin, seguimos ganando la medalla de plata) sólo superado por Japón que, dicho sea de paso, es una islita con poquísimas tierras aptas para el cultivo mientras que México es un país mucho más grande en extensión y en biodiversidad. Así las cosas importamos el 40% del maíz que consumimos, el 50% del trigo, el 75% del arroz, casi todo el aceite para cocinar y la importación de carne y leche van en aumento así como el huevo que, hasta hace muy poco, era el único alimento en el que México era autosuficiente. (www.proceso.com.mx/?p=325918

Aquí resulta imposible dejar de preguntar ¿¡Por qué!? Pues simple y sencillamente porque la política económica de nuestros gobernantes se ha esmerado en desmantelar la economía nacional para ‘modernizarla’ y ofrecer oportunidades para que las grandes transnacionales nos sigan sacando jugo.
Pero más allá de las veleidades del modelo de desarrollo, impulsado por los dueños del dinero, las consecuencias ponen claramente en riego los elementos definitorios de nuestra identidad cultural. Al mismo tiempo que nos envenenan para ‘impulsar nuestra competitividad en el mercado internacional’ (esa frase les encanta a los lacayos/economistas del capital) nos arrebatan los pilares culturales. No falta quien afirme que dejar la tortilla nos convierte en ciudadanos del mundo, nos saca del subdesarrollo pues. A ellos hay que responderles que para ser ciudadanos del mundo es necesario saber quiénes somos. De otro modo seremos simplemente esclavos.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Dime de qué presumes y te dirá que te falta

La reciente visita a la ciudad de Xalapa de Rigoberta Menchú, premio Nóbel de la Paz, confirma la estrategia mediática de un gobierno que parece honrar la frase que dice: dime de qué presumes y te diré que te falta. A contrapelo de lo que resulta evidente para cualquier observador medianamente atento, el respeto a los derechos humanos no ha registrado el menor avance en el estado sino más bien grandes retrocesos.

En ese contexto la táctica de nuestros representantes consiste en tapar el sol con el dedo de la comunicación; a fuerza de repetir hasta la náusea que todo va viento en popa y que el futuro es aun mejor. Resulta vergonzoso que una mujer como Rigoberta Menchú afirme cosas como las siguientes: “Veracruz es un estado con grandes avances en materia de derechos humanos, reconocimiento a los pueblos indígenas y equidad de género… hay mucha conservación (sic) natural” 

Por si fuera poco, Menchú  descalificó indirectamente las protestas y movilizaciones de sectores de la sociedad con respecto a la vulnerabilidad de la mujeres frente a la violencia social al afirmar que: “… yo también fui activista, hacíamos protestas, y hasta quemamos un llanta, pero no logramos nada…” A cambio de premios y distinciones (¿será lo único?), la premio Nóbel declara con ligereza acerca de temas que no conoce pero que son muy útiles para la estrategia mediática de la alta burocracia local.

Bastante le hubiera servido a la distinguida guatemalteca leer el informe del Instituto Mexicano para la Competitividad, que sin ser una institución ajena a los círculos oficiales afirma sin ambages que Veracruz es una de las entidades con mayores retrocesos en materia social, financiera y de salud, por no mencionar los rezagos educativos y la salida de miles de veracruzanos del estado para buscar mejores oportunidades de vida. Tal vez al leerlo, la Menchú se hubiera enterado del crecimiento de las muertes por desnutrición en el estado, sobre todo entre la población indígena a la que ella dice conocer y defender. 

A lo anterior habría que agregar el crecimiento de la deuda pública, que con las bursatilizaciones ha cavado un agujero para tapar otro. Un estado endeudado y con recursos comprometidos por las próximas décadas para pagar el servicio de la deuda, es un estado sin posibilidades para competir, para impulsar el desarrollo de la infraestructura y mejorar las condiciones del capital humano. Un pueblo sin educación, sin salud, sin seguridad en su vida y propiedades es un pueblo sin motivación para innovar, para ser eficiente en el uso de los recursos.

Así las cosas no sorprende que el gobierno del estado programe el aumento del gasto en imagen y comunicación  de 55 millones 700 mil pesos en 2012 a 83 millones 300 mil pesos para el próximo año, es decir un aumento del 33%. En este sentido se aumenta también el gasto para la representación del gobierno de Veracruz en el DF, que opera como un lobby de relaciones públicas con los poderes federales y el Congreso de la Unión, pero sobre todo con los periódicos nacionales y las televisoras. ¿Será que se puede gobernar sólo con imagen?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Reforzar el saqueo de Latinoamérica para que España siga siendo una monarquía

La vigésimosegunda Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cádiz el 16 y 17 de noviembre, confirma una vez más que las aspiraciones neocolonialistas de la monarquía española están hoy más fuertes que nunca. Con tintes dramáticos, el llamado de Juan Carlos para recibir ayuda de los países latinoamericanos, según la nota de El País “…sonó casi como una súplica.” Por su parte Mariano Rajoy no se quedó atrás al afirmar frente a los mandatarios asistentes “Si en el pasado América Latina fue una oportunidad para Europa, hoy Europa es una oportunidad para América Latina”. Ahora resulta que la crisis en España representa una ‘ventana de oportunidad’ para Latinoamérica, región que según el malogrado Rajoy registra un “pujante crecimiento”.
El pujante crecimiento al que se refiera Rajoy es bastante discutible, tomando en cuenta que Latinoamérica, si bien ha registrado tasas de crecimiento del PNB (particularmente Brasil), sigue siendo una región con altos índices de marginación así como un crecimiento sostenido… de la pobreza. La mentira más parece una burla, que con el afán de estimular la inversión pasa por alto que en las últimas dos décadas las inversiones de capitales españoles en Latinoamérica han crecido como nunca. Según el propio Rajoy “…la inversión acumulada de España en Latinoamérica supera 115 mil millones de euros, de los cuales 7 mil millones fueron colocados en 2011”
Lo que no dice es que las ganancias de los bancos españoles en México, como BBVA o Santander, son las más altas en todo el mundo. Pero no sólo los bancos gozan de la oportunidad de saquear a los países al sur del Rio Bravo. Las empresas en el sector energético también disfrutan de impunidad, bajos impuestos y enormes ganancias que no dejan más que pobreza y desastres ecológicos. Los negocios turbios de Repsol y otras compañías en la venta de energía eléctrica o en la exploración para localizar yacimientos de petróleo y gas representan otra fuente de enormes ganancias para los capitales españoles. Habrá que agregar la embestida reciente contra comunidades en el sur de México, como San Dionisio del Mar, para obligarlos a rentarles sus tierras por una bicoca y colocar cientos de hélices gigantes que utilizan el viento para generar electricidad. Con el apoyo de los gobiernos locales, estatal y federal, las compañías han demostrado su desprecio por la resistencia de las comunidades y han comprado voluntades a diestra y siniestra.
Así las cosas, la Cumbre de Cádiz más parece un desencuentro anunciado que además recuerda otro, también en Cádiz a principios del siglo XIX, cuando diputados españoles y americanos se reunieron para formular la primera Constitución liberal en el reino español. La demanda de igualdad entre americanos y peninsulares se quedó en una promesa que hasta la fecha sigue sin cumplirse. A pesar de que el primer ministro español haya declarado  sin rubor “… que América Latina es un ‘pilar fundamental’ del mundo occidental, y que para España ‘nunca ha sido periférica sino central’”, los latinoamericanos sabemos que tales mentiras están motivadas por el enorme temor que tienen los defensores de la monarquía constitucional. Temen, y con razón, que está crisis la entierre definitivamente abriéndole el  paso a una nueva república. No encuentro otra razón para que Juan Carlos y Mariano Rajoy, se rasguen las vestiduras casi con lágrimas en los ojos.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El calderonato reforzó el autoritarismo y la pobreza

En los últimos días del nefasto sexenio de Calderón los balances y críticas coinciden en señalar el enorme costo político que ha tenido su fallida guerra contra el narcotráfico y su política económica. Si ya en 2006 la ciudadanía se mostraba desconfiada de sus instituciones y sus gobernantes, seis años después la debacle se acentúa, demostrando así las consecuencias de la pésima gestión del también conocido como el señor de Los Vinos.

Los resultados de la quinta Encuesta Nacional sobre Cultura, Política y Prácticas Ciudadanas (Encup 2012), realizada por la secretaría de Gobernación y la organización Friedrich Naumann Stiftung, no dejan lugar a dudas: ante el deterioro de la economía familiar y la ola de violencia los ciudadanos coinciden en priorizar el desarrollo económico por encima de la democracia representativa como sistema de gobierno. Las consecuencias negativas del calderonato han generado mayor pobreza y desilusión ante el fracaso de la supuesta transición democrática. Es así como va tomando fuerza el argumento de que es necesario sacrificar los mínimos avances en materia política para obtener mejores beneficios materiales.
Una de las instituciones más raspadas por los resultados de las encuestas fue el Instituto Federal Electoral (IFE) pero también el ejército, la iglesia. Y los patitos feos siguen siendo los partidos políticos, los sindicatos y, en el honroso último lugar, nuestros flamantes legisladores, a pesar de todo lo que gastan en spots para mejorar lo inmejorable: su pésima imagen pública. Por su parte, las fuerzas armadas, que gozaban de cierto prestigio entre la población, apenas seis años atrás, hoy no parecen despertar el mismo entusiasmo, gracias al enorme desgaste que han sufrido por sus labores policiales, que las han colocado en el primer lugar en violaciones de derechos humanos en el país.

Un dato relevante es que el 56% de los encuestados considera prácticamente imposible que las cosas cambien en el sistema político, contrastando con el dato de que cada vez más ciudadanos consideran que la solución a sus problemas no vendrá del presidente de la república sino de su propia acción política. Si bien la clara decadencia del presidencialismo puede resultar positiva –no hace mucho era visto como la única institución capaz de cambiar la realidad- habría que considerar que la mayoría de los encuestados considera que las cosas van a empeorar y que la política es una actividad muy complicada.

Así las cosas, el desastre sexenal deja como herencia mayor pobreza y una resaca social, proveniente del fracaso de la transición política, que parece ampliar las posibilidades de eliminar el disfrute de derechos a cambio de frijoles. El caso de la reforma laboral parece ser un indicador fiel de lo anterior, pues utilizando el garlito de generar más y mejores empleos a costa de derechos ha logrado salir adelante sin mucha oposición en las calles. 

En todo caso los resultados de la Encup 2012 nos muestran una fotografía bastante pesimista de la situación en la que nos encontramos. Y como bien perciben los encuestados las cosas no van a mejorar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

La receta neoliberal: aumentar impuestos y reducir derechos.


El estar viviendo una época de crisis coyuntural y estructural nos obliga a dejar de pensar que con algunas reformas al estado liberal contemporáneo se resuelve el problema. La decadencia de la hegemonía estadounidense representa el fin de una época -que arrancó después de la segunda guerra mundial- como consecuencia del agotamiento de un sistema económico que surgió en el siglo XVI y que, a lo largo de los últimos quinientos años, ha provocado el crecimiento espectacular de la producción y el consumo de bienes pero también la degradación de la naturaleza y la humanidad enteras.

Una de las creaciones más importantes en este proceso secular -también conocido como capitalismo- fue sin duda la creación del estado liberal, provocado en parte por la revolución francesa que mandó a las monarquías al baúl de los recuerdos para inaugurar la democracia representativa. Sin embargo, la discusión con respecto a la formación de un nuevo régimen político que sirviera de soporte al capitalismo viene desde antes de la toma de la Bastilla.

Para Tomás Hobbes, el estado se justifica y se legitima por su eficacia para evitar la guerra de todos contra todos -que es la constante en el estado de naturaleza- lo que impide el disfrute de la propiedad. En cambio para John Locke, el estado está para garantizar el disfrute de los derechos naturales, a los cuales el ciudadano no puede renunciar, garantizando la tolerancia religiosa y la libertad para poseer propiedades sin la intervención estatal. Ambos coinciden en reconocer que el estado está obligado a mantener condiciones mínimas para el libre desarrollo de la sociedad.

Posteriormente, el pensador utilitarista Jeremías Bentahm iría más allá, afirmando que la misión del estado es realizar acciones útiles para la sociedad, abriendo el camino para la intervención del estado en la economía, sin reñir con el credo liberal clásico enarbolado por Hobbes y Locke, que limitaba al estado a ser un simple guardián del orden. Las ideas de éstos son hasta hoy el sustento del estado liberal tradicional -hoy llamado neoliberal- mientras que las del utilitarismo de Bentahm representan sin duda un antecedente central en la conformación del estado de bienestar.

En nuestros días, la decadencia del estado liberal y del liberalismo como ideología puede verse en México sin necesidad de realizar sesudos estudios. Por un lado no consigue contener el aumento de la violencia social -lo que afecta sin duda la confianza para invertir y abrir un negocio en buena parte del territorio nacional, razón de ser de la economía capitalista. Pero además, de cara al enorme crecimiento de las demandas de la sociedad, el estado mexicano se muestra incapaz de atenderlas. El derecho al trabajo, por ejemplo, está cada vez más debilitado y hoy enfrenta una reforma laboral que de un plumazo se propone cancelar prestaciones ganadas a pulso por movilizaciones de trabajadores, muchas veces reprimidas brutalmente. Todo con el falaz argumento de que lo importante es aumentar las inversiones para recuperar el crecimiento económico y crear más empleos.

Al mismo tiempo la destrucción paulatina del estado de bienestar ha cancelado la posibilidad de distribuir la riqueza de manera eficaz, para evitar que la brecha entre pobres y ricos aumente. El estado neoliberal, creado para sostener un nuevo modelo de desarrollo, ha generado una serie de políticas que han empobrecido a la mayoría de la población, en su afán ciego por favorecer a los dueños del dinero. La paradoja radica en que hoy el gobierno federal y los gobiernos estatales disponen de un volumen de recursos que nunca soñaron tener hace tan sólo veinte años; y al mismo tiempo gritan a diestra y siniestra, para responder a las demandas de la población, que no hay dinero,  amagando con aumentar impuestos siguiendo los dictados de los organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). Su flamante secretario ejecutivo, José Ángel Gurría, recomendó a México homologar el impuesto al valor agregado (IVA) en todo el país al 19%, sin concesiones  ni excepciones, argumentando que la tendencia mundial apunta a reducir impuestos al trabajo, a las inversiones y aumentarlos al consumo.

Sometidos a la lógica del capital, la burocracia corporativa internacional propone como solución a la crisis mundial liberar del pago de impuestos a los grandes empresarios para aumentar la inversión, y pasarle el costo fiscal a los habitantes que sólo pueden dedicarse a trabajar para consumir lo básico para sobrevivir. No importa si esto significa mayores niveles de violencia social, aumento de la desigualdad y marginación. Frente al problema de la baja recaudación fiscal en México (según el lacayo Gurría, México es el país que menos recauda en el mundo) lo que sugiere es aumentar impuestos a la población en general. Pero lo que no dice es que la razón de la baja recaudación tiene que ver con los altos niveles de corrupción e impunidad, mecanismos básicos para el enriquecimiento de unos cuantos y sostén del modelo económico en curso.

Por todo lo anterior, hay que empezar a pensar en otras formas de organización para evitar que la muerte del estado liberal nos arrastre al fondo del pozo. La libertad, proclamada como el principio superior de la humanidad y sostén ideológico del estado liberal está cada vez más debilitado precisamente por la pérdida de la posibilidad de vivir una vida digna –pérdida alentada por el estado que nació, siglos atrás, con la misión de defenderla. Vivir hoy en un estado liberal es vivir la tragedia de la criminalización de la sociedad, de la pérdida sistemática de las libertades básicas, del robo legalizado y el aumento de impuestos. Al final de sus días el estado liberal se muerde la cola, renegando de los principios que en otros tiempos le dieron cierto nivel de legitimidad y prestigio. Al final lo importante es aumentar los márgenes de ganancia de los poderosos aunque esto signifique derrumbar sus propias creaciones.