jueves, 31 de marzo de 2011

Los ninis, la leva y la economía en México

La propuesta del gobernador de Chihuahua, César Duarte, demuestra que la militarización del país es vista por los grupos dominantes no sólo como una estrategia para fortalecer al gobierno de Felipe Calderón y, si se puede, mejorar la seguridad pública sino también para mejorar los índices de empleo y mejorar la decaída economía nacional.

Dadas las circunstancias, la peregrina idea puede parecer una solución al problema del reclutamiento forzado de las y los jóvenes sin empleo y sin escuela por parte del narcotráfico. Sin embargo, en mi opinión, el argumento descansa en la simple sospecha, que no en un estudio sociológico serio, de que es la juventud marginada la que engrosa las filas del narcotráfico; que son las víctimas más comunes del desastre económico, lo que las obliga a emplearse en el crimen organizado.

Mas allá de la posición que se tome con respecto a lo expuesto arriba todo parece indicar que la idea tiene por objetivo real darle mayor presencia a las fuerzas armadas en el conjunto de la sociedad, procurando mejorar su imagen participando en labores que rebasan claramente sus obligaciones constitucionales. Pero además, la propuesta no oculta la intención de ampliar la composición del sector militar –tradicionalmente el soldado común ha sido extraído de las comunidades rurales- a los sectores sociales urbanos, con mayor escolaridad y presencia social.

La militarización de una sociedad determinada no puede limitarse a aumentar la presencia física de las fuerzas armadas en las calles o a asignarle más recursos. Semejante proceso exige que la ciudadanía se acostumbre a la idea de que la militarización es la única solución a los problemas que enfrenta, en la esperanza ciudadana de que la militarización haga la vida cotidiana más segura.

La historia nos ha demostrado que la militarización empobrece las finanzas públicas y rompe el delicado juego político institucional republicano y liberal. Pero sobre todo, la presencia de los militares en las calles obstaculiza el disfrute de los derechos civiles básicos, reduciendo las libertades y colocando a todos en la indefensión frente a los caprichos de la tropa.

Encima de todo lo anterior, la propuesta me recuerda las continuas levas que se dieron a lo largo del siglo XIX en nuestro país. El reclutamiento forzado representa sin duda un atropello terrible sobre las libertades humanas. El privar de la libertad a cualquier persona por abstenerse de ejercer la violencia, independientemente de la situación en que se encuentre, es simple y llanamente una violación a los derechos fundamentales. Pero utilizar la necesidad de la gente para obligarla a morirse en una guerra estúpida no tiene nombre. No me sorprende que un miembro de la clase en el poder salga con semejante ocurrencia. Después de todo es un digno heredero de aquellos conservadores decimonónicos que, en su afán por mantenerse en el poder, fueron hasta Versalles para vender el país.

jueves, 17 de marzo de 2011

Japón y el dilema de la energía nuclear

¿Quién iba a decir en 1945, después de que el gobierno estadounidense utilizó la energía nuclear para humillar al pueblo japonés y no para ganarles la guerra -que ya estaba decidida- que esa misma energía sería la clave del desarrollo económico de la isla? Parece ser que muchos japoneses no comparten el optimismo en el uso de las centrales nucleares para generar energía, aun con el argumento de la falta de petróleo en el territorio japonés. El terremoto que lo estremeció recientemente parece confirmar sus peores temores: la aparición de una nueva tragedia nuclear pero ahora provocada desde adentro.

El uso de la energía nuclear ha sido puesto nuevamente en la picota debido a la tragedia japonesa, sobre todo en Europa, al grado de que el gobierno alemán ha decidido dar marcha atrás aun programa de renovación de varias centrales nucleares optando por su desmantelamiento. La pregunta que ronda alrededor del tema es si el costo del uso de la energía nuclear es menor que el costo de un accidente que provoque la liberación de altos niveles de radiación en el ambiente, degradándolo y contaminándolo por muchos años.

Tal vez la respuesta al dilema pase por la bioética, es decir por considerar el problema desde el principio de que nuestras acciones deben considerar el impacto en los demás, incluyendo al medio ambiente. Si bien la energía nuclear es una de las que menos contamina siempre existe la posibilidad de que un terremoto o un tsunami provoque daños en los reactores, o en el peor de los escenarios, que un error humano desencadene la catástrofe.

La tragedia en Japón no es sólo por la pérdida de vidas humanas y materiales sino que reviste un carácter simbólico, pues todo el modelo económico japonés descansa en ese tipo de energía. Es por eso que el dilema de su uso debe ser superado utilizando una nueva concepción del desarrollo económico que sustituya el modelo basado en el crecimiento económico, en el tener más como sociedad y como individuos por vivir mejor. Tal vez sea necesario replantear los objetivos de nuestras sociedades, evitando las metas a corto plazo, o mejor dicho subordinándolas a largo plazo y la superviviencia de nuestra especie. El uso de la energía nuclear sacrifica el futuro por el presente; el futuro de todos por el presente de algunos cuantos. Sería difícil negar que el uso de la energía nuclear en Japón benefició a todos sus habitantes por igual. Si bien los ciudadanos japoneses obtuvieron beneficios palpables en su vida cotidiana fueron las grandes corporaciones las que se llevaron la parte del león. Y ellas, a diferencia de las y los japoneses, se pueden salir de Japón y seguir produciendo en donde sea, en caso de que se desate una catástrofe mayor.

Por lo tanto, hay que romper con el falso dilema que coloca en un lado el uso de la energía nuclear para desarrollar una economía o y en el otro su prohibición, que generaría limitaciones al desarrollo. Con esto quiero decir que estoy en contra del uso de la energía nuclear; creo que es tiempo de buscar otras soluciones, que probablemente no sean tan eficientes en la creación de riqueza pero que nos garanticen un mundo habitable para los próximos siglos. ¿De que sirve vivir mejor hoy, consumir más hoy, si comprometemos el futuro de nuestros hijos y nietos? De nada. Ésa es la típica actitud de nuestros días, que desprecia a la reflexión ética para regodearse en la abundancia del presente, procurando negar las consecuencias de sus acciones en la vida de los demás. ¿Hasta cuando vamos a seguir viviendo así?

jueves, 10 de marzo de 2011

PEMEX y los crímenes de lesa humanidad

La infame gestión de Petróleos Mexicanos por parte del gobierno federal no deja lugar a dudas del proyecto nacional que están poniendo en práctica: saquear el país para beneficio de las grandes corporaciones a cambio de jugosas comisiones y reconocimientos internacionales traducidos en empleos para cuando finalicen su gestión. Pero además se están cometiendo crímenes de lesa humanidad que no prescriben y pueden ser armas de lucha social en le futuro próximo.

La Unidad de Evaluación y Control (UEC) de la Cámara de Diputados concluyó que la diferencia entre el precio de venta del crudo mexicano y el costo de las gasolinas importadas. PEMEX vende a las grandes petroleras el crudo en 60.4 dólares y compra la gasolina en promedio a 92.9 dólares. El gasto financiero acumulado en los últimos seis años, según la UEC, es de 834 mil millones de pesos. Esa cantidad sería suficiente para construir seis refinerías pero a la fecha ni siquiera se ha empezado a construir la que Calderón prometió y que ganó el estado de Hidalgo.

Pero el manejo corrupto, contrario a los intereses nacionales que dice defender el inquilino de Los Vinos, no para ahí. Además de lo lesivo para las finanzas públicas de la administración de PEMEX el impacto de su trabajo en el medio ambiente y en las personas que viven cerca de una refinaría es prácticamente imposible de cuantificar pero de enormes consecuencias.

Los municipios cercanos a Coatzacoalcos están registrando, cada vez con mayor regularidad, altos niveles de contaminación debido a la incineración de desechos tóxicos que no cumplen con las regulaciones que en otros países se les exige a tales procesos. En las instalaciones del complejo Pajaritos se ubican tres incineradores que queman cuando menos 100 toneladas diarias de deshechos, inundando a la región de sustancias que impactan en animales, plantas, cuerpos de agua y seres humanos.

Por si fuera poco PEMEX, o sea sus altos funcionarios, se niegan a que organismos internacionales visiten los incineradores y conozcan los procesos utilizados así como se oponen sistemáticamente a que las instituciones de salud y seguridad social hagan comentarios sobre las secuelas que deja la incineración. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la presencia de dioxinas en los productos alimenticios como el huevo supera en seis veces el límite en la Unión Europea. Las consecuencias son el aumento del cáncer en niños y adolescentes, que las autoridades niegan todo el tiempo pero que han sido documentadas por organizaciones civiles que además proporcionan atención a los enfermos.

Lo anterior debe ser visto como crímenes de lesa humanidad y no simplemente como errores administrativos impulsados por la ambición y el cinismo. Julio Scherer ha deslizado la posibilidad de que la guerra contra el narcotráfico genere delitos que podrían ser tipificados en el futuro como de lesa humanidad. Los funcionarios de PEMEX podrían también ser acusados del mismo delito, simple y llanamente por su indiferencia al sufrimiento humano que causan. En su defensa podrán argumentar que sólo cumplen órdenes pero habrá que recordarles que ningún servidor público, incluso del sector militar, está obligado a ejecutar acciones contrarias a la dignidad humana y los derechos de los gobernados. Habrá que tenerlo presente para cuando las uvas maduren.

domingo, 6 de marzo de 2011

El carnaval y la economía de Veracruz

Una vez mas el gobierno de Veracruz se inclina ante los poderes económicos del estado con el argumento de que lo que es bueno para las empresas es bueno para Veracruz y sus habitantes. El pretexto -que ya se está convirtiendo en una ‘tradición’- es el carnaval porteño. Con la intención de mejorar las ganancias de las compañías dueñas del carnaval, el gobierno libera a todos los empleados públicos de sus jornadas laborales para que puedan asistir.

En el caso de las escuelas públicas y privadas de la ciudad de Xalapa, desde ayer apareció la circular que ordena la suspensión de clases. Atrás quedaron las preocupaciones por cumplir con el calendario oficial y las actividades de cientos de miles de niños, que seguramente serán los primeros en asistir al carnaval para pasear por el malecón rodeados de personas bebiendo y procurando experimentar el mundo al revés.

Desde hace algunos años miembros de la comunidad porteña han manifestado el secuestro de que ha sido víctima el carnaval por las empresas que venden refrescos y cervezas en plena vía pública. Son ellas las que organizan y definen el orden de los espectáculos y a los que participan en ellos. Los hoteleros y restauranteros se frotan las manos esperando contar con la casa llena, al grado de que un funcionario del ayuntamiento de Boca del Río tuvo la puntada de amenazar con desalojar a las personas que acamparan en las playas pues los considera como ‘turismo de baja calidad’.

El sometimiento del estado para con los poderes económicos no es nuevo ni es una aberración. Es simple y llanamente su trabajo cotidiano. Parten de la idea de que mejorar las ganancias de las empresas tendrá un efecto positivo en los ingresos de las mayorías. Una y otra vez repiten, a lo largo y ancho del estado, que sin inversión, o sea sin grandes ganancias, el crecimiento económico se estanca y por lo tanto la sociedad se empobrece.

Es la misma lógica detrás de la declaración de la presidenta municipal de Xalapa, quien prometió la celebración de la feria como una premio a la ciudadanía ocultando el hecho de que los que van ganar serán los mismos que van a ganar en el puerto de Veracruz con el carnaval. Esto sin mencionar que otra posible explicación es que la receta de pan y circo es particularmente útil en tiempos de crisis económica y deterioro generalizado de las condiciones de vida para la clase dominante y sus empleados en el gobierno.

Pensar que el turismo debe ser la base de la recuperación de la economía es simplemente ignorar que el problema es complejo y por lo tanto no puede ser abordado de manera unilateral. El modelo económico basado en el turismo provoca mayor subordinación a los centros económicos internacionales, mayor depredación del ambiente y mayor pobreza y exclusión. Veracruz y el país en su conjunto deben dejar de ser vistos como una gran zona turística y a sus pobladores como mucamas, jardineros, meseros y botones. En todo caso ¿se va usted al carnaval? Yo tampoco.