jueves, 29 de julio de 2010

La ley SB1070 y el fin de la hegemonía estadounidense

Todo parece indicar que mientras usted está leyendo estas líneas, la ley SB1070 -promulgada en Arizona para legalizar las detenciones de personas por el simple hecho de ser diferentes- empezará a ser ejecutada a pesar de la enorme polémica que ha desatado en los Estados Unidos. Las causas se relacionan directamente con la crisis económica, política y cultural por la que atraviesan; las consecuencias más probables serían el surgimiento de leyes similares en otros estados y el debilitamiento de las libertades civiles en aras de la eficiencia económica.

En un principio, la política migratoria de los Estados Unidos se concentró en aumentar la población para poder impulsar el desarrollo económico y explotar las enormes riquezas de su extenso territorio. A lo largo del siglo XIX, multitudes provenientes principalmente de Italia e Irlanda inyectaron gran vitalidad a las actividades económicas y las ganancias de los grandes capitales. Pero además enriquecieron la cultura estadounidense, al grado de que para muchos la película “El Padrino” de Coppola representa fielmente el espíritu americano, la apología del hombre que se hace a sí mismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convirtieron en la potencia hegemónica mundial y el crecimiento de su economía impulsó la necesidad de continuar la política migratoria para sostener el crecimiento espectacular de la producción y el consumo. No fue sino hasta el ataque a las torres gemelas en 2001 que la percepción del americano medio con respecto a la inmigración cambió sensiblemente y los argumentos de grupos racistas y fundamentalistas tomaron fuerza. Se estableció la distinción entre migración legal e ilegal, identificando a la última como la causa de todas las desgracias.

La inmigración ilegal se definió súbitamente como un problema por el aumento del desempleo, la violencia criminal y los cambios culturales que rompían con ‘tradiciones’ americanas, sean estas las que usted quiera. Pero en el fondo, el detonador de esta tendencia excluyente radica en la progresiva decadencia de los Estados Unidos como potencia hegemónica y la enorme frustración de sus habitantes WASP (White, anglo-saxon, protestant) ante el fin de la época de oro. Frente a semejante realidad, buscan un chivo expiatorio que cargue con la responsabilidad del fin del sueño americano. No se trata de buscar quien la debe sino quien la pague. Y los mexicanos cumplen con creces con el perfil. Por lo tanto, la ley SB1070 no es un signo de fortaleza de las instituciones y del pueblo estadounidense sino de su debilidad, síntoma de su impotencia por la pérdida de su posición hegemónica en el mundo y de la negación de los valores que los pusieron en esa posición.

miércoles, 21 de julio de 2010

Los tatuajes y la política

La paulatina pérdida del control de nuestras vidas cotidianas junto con la incapacidad de los estados nacionales para resolver problemas -como el caso del derrame petrolero en el Golfo de México o el crecimiento de la inseguridad- son las principales razones para comprender el estado de histeria colectiva en que estamos inmersos.

El miedo tiene como fruto la rabia, la reacción irracional, el rompimiento del delicado tejido social que mantiene unida a una comunidad. Cada quien se encierra en su espacio privado y mira con desconfianza al otro, acusándolo de todos los males y las calamidades que azotan su vida. Es en ése contexto en donde las salidas autoritarias y de corte fascista se fortalecen y se presentan como la única opción viable. No importa que sea a costa de las libertades propias y de la posibilidad de una vida digna para todos.

La aparición de milicias de patriotas que patrullan la frontera de México con los Estados Unidos para impedir el paso de los migrantes, las leyes en España para impedir la construcción de mezquitas o en Francia para el uso de la burka -prenda tradicional de las mujeres musulmanas- no son más que algunos ejemplos de las acciones motivadas por el miedo.

La sociedad mexicana no está exenta de manifestaciones semejantes. El ejemplo más reciente es cortesía de la directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense, Luz María Ramírez Villalpando, quien declaró frente a un grupo de panistas que las mujeres que usan tatuajes o perforaciones (piercings) carecen de valores y debería impedírseles el acceso a la educación o al trabajo. Me imagino que pensó que tampoco tenían derecho a vivir, pero algo en su interior le dijo que eso le podía costar la chamba y se mordió la lengua.

Este tipo de manifestaciones, histéricas sin lugar a dudas, seguirán apareciendo en nuestro país y seguramente subirán de tono. Forman parte de una tendencia de la derecha política mexicana para aumentar su presencia en los gobiernos del país. Basada en la certeza de que frente al debilitamiento de los valores tradicionales la sociedad debe volver a los tiempos de la inquisición, apuesta a usufructuar con el miedo colectivo para favorecer sus intereses. Lograrán sus objetivos si los dejamos, si nos dejamos dominar por el miedo. En todo caso, si usted está pensando en hacerse un tatuaje, piense que no sólo le servirá como objeto decorativo sino que además será un manifiesto político.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Una nueva etapa política en Cuba?

La reciente liberación de 52 presos políticos en Cuba parece abrir una nueva etapa en la historia de la isla. El costo político de mantenerlos encarcelados no paró de crecer, poniendo incluso en riesgo las inversiones extranjeras y por ende el frágil equilibrio económico de la isla. La mediación del canciller español Miguel Ángel Moratinos y de un alto funcionario del Vaticano probó su eficacia, pero sobre todo demostró que el gobierno cubano apuesta por salvar su economía a costa de flexibilizar su control político interno.

No por ello se debe ver el gesto como algo menor. Incluso los opositores al régimen como Héctor Palacios, uno de los más conocidos no duda en afirmar -en una entrevista al diario español El País -que la liberación de los presos políticos constituye “Es el avance más serio que ha dado el gobierno (cubano) en los últimos 50 años en busca de una concordia nacional, y puede abrir una nueva etapa”

Palacios forma parte del grupo de detenidos en el 2003 por el gobierno cubano, acusados de servir a intereses de gobiernos extranjeros. Otro conocido miembro de ese grupo fue Orlando Zapata, quien murió el pasado febrero, después de una huelga de hambre de dos meses y medio; al día siguiente, Guillermo Fariñas tomó la estafeta y dio inicio a su propia huelga de hambre, lo que aumentó la atención de la opinión pública internacional sobre el caso.

Si bien los medios coinciden en señalar que los problemas económicos son la causa principal de la liberación, habrá que subrayar el cambio radical que se da en la política cubana con respecto a los presos políticos. Tradicionalmente, las autoridades cubanas rechazaron siempre la existencia de presos de conciencia con el argumento de que eran presos comunes. La liberación debe ser analizada entonces como un cambio radical en el manejo del tema, que incluso puede abrir la puerta a otras acciones que resten rigidez al sistema político cubano.

La prensa internacional ha echado las campanas al vuelo interpretando el hecho como un síntoma de debilidad por parte de Raúl Castro, del principio del fin del régimen socialista. Más allá de semejantes especulaciones, no está de más recordar que buena parte de los países del G20, por ejemplo, mantienen a personas detenidas por sus ideas políticas y nadie parece darle importancia. La reciente liberación de los detenidos por el caso Atenco demuestra que es práctica común y corriente encarcelar a ciudadanos para impedirles el goce de sus derechos, como el de manifestación o libre asociación.

Así que a todos aquéllos que celebran la liberación de los presos políticos en Cuba habrá que pedirles que no olviden a todos los que siguen presos por sus ideas, estén donde estén.