lunes, 17 de noviembre de 2008

Un museo para tod@s

Uno de los grandes orgullos de Xalapa es sin duda el Museo de Antropología. En toda la república mexicana, sólo es superado por el de la ciudad de México en cuanto a la cantidad de piezas y la diversidad de regiones incluidas. Sin embargo, con respecto a los olmecas y sus herederos, el museo xalapeño no tiene rival. Si a esto agregamos un edificio con espacios verdes, que ofrecen al visitante la sensación de ver las piezas en su ambiente natural así como jardines amplios y llenos de color, no queda mas que reconocer la importancia de semejante tesoro.
Visita obligada para los turistas, el museo ofrece una variedad de cabezas monumentales que provocan incluso en algunos la idea de que son réplicas y no piezas originales. Acostumbrados a la práctica de vender nuestros tesoros culturales, por la buena o por la mala, los visitantes sospechan de su originalidad ante la abundancia de ejemplos de la calidad de los artistas y el arte antiguo.
Conforme se avanza en el recorrido, un observador atento puede percibir el desarrollo de una cultura, su forma de ver el mundo y a la naturaleza. Es un viaje al pasado glorioso de comunidades con una profunda relación con la naturaleza y con el universo. Las representaciones de individuos en barro que incluyen sus rasgos personales, sus expresiones particulares, demuestra el alto grado de refinamiento artístico que alcanzaron los antiguos veracruzanos.
Sin embargo, y a pesar de mi admiración por el museo, debo decir que tiene una falla enorme, terrible y discriminadora. Si usted tiene que usar silla de ruedas deberá contar con ayuda para iniciar el recorrido, pues al pasar la taquilla no encontrará una rampa que lo libre de tener que bajar las escaleras. Y si al finalizar su recorrido -ese sí con rampas a lo largo de todas las salas aunque no en los jardines- necesita utilizar el baño o tomarse algo en la cafetería, tendrá que volver a pedir ayuda pues no hay rampas sólo escaleras. Lo peor de todo es que los empleados del museo están conscientes del problema, y supongo que la administración también. ¿Cuánto tiempo más tendrán que esperar las personas discapacitadas para poder disfrutar del museo sin obstáculos? ¿Hasta que la Comisión de Derechos Humanos o el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación se los exija? Esperemos que no.

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