jueves, 29 de noviembre de 2012

Dime de qué presumes y te dirá que te falta

La reciente visita a la ciudad de Xalapa de Rigoberta Menchú, premio Nóbel de la Paz, confirma la estrategia mediática de un gobierno que parece honrar la frase que dice: dime de qué presumes y te diré que te falta. A contrapelo de lo que resulta evidente para cualquier observador medianamente atento, el respeto a los derechos humanos no ha registrado el menor avance en el estado sino más bien grandes retrocesos.

En ese contexto la táctica de nuestros representantes consiste en tapar el sol con el dedo de la comunicación; a fuerza de repetir hasta la náusea que todo va viento en popa y que el futuro es aun mejor. Resulta vergonzoso que una mujer como Rigoberta Menchú afirme cosas como las siguientes: “Veracruz es un estado con grandes avances en materia de derechos humanos, reconocimiento a los pueblos indígenas y equidad de género… hay mucha conservación (sic) natural” 

Por si fuera poco, Menchú  descalificó indirectamente las protestas y movilizaciones de sectores de la sociedad con respecto a la vulnerabilidad de la mujeres frente a la violencia social al afirmar que: “… yo también fui activista, hacíamos protestas, y hasta quemamos un llanta, pero no logramos nada…” A cambio de premios y distinciones (¿será lo único?), la premio Nóbel declara con ligereza acerca de temas que no conoce pero que son muy útiles para la estrategia mediática de la alta burocracia local.

Bastante le hubiera servido a la distinguida guatemalteca leer el informe del Instituto Mexicano para la Competitividad, que sin ser una institución ajena a los círculos oficiales afirma sin ambages que Veracruz es una de las entidades con mayores retrocesos en materia social, financiera y de salud, por no mencionar los rezagos educativos y la salida de miles de veracruzanos del estado para buscar mejores oportunidades de vida. Tal vez al leerlo, la Menchú se hubiera enterado del crecimiento de las muertes por desnutrición en el estado, sobre todo entre la población indígena a la que ella dice conocer y defender. 

A lo anterior habría que agregar el crecimiento de la deuda pública, que con las bursatilizaciones ha cavado un agujero para tapar otro. Un estado endeudado y con recursos comprometidos por las próximas décadas para pagar el servicio de la deuda, es un estado sin posibilidades para competir, para impulsar el desarrollo de la infraestructura y mejorar las condiciones del capital humano. Un pueblo sin educación, sin salud, sin seguridad en su vida y propiedades es un pueblo sin motivación para innovar, para ser eficiente en el uso de los recursos.

Así las cosas no sorprende que el gobierno del estado programe el aumento del gasto en imagen y comunicación  de 55 millones 700 mil pesos en 2012 a 83 millones 300 mil pesos para el próximo año, es decir un aumento del 33%. En este sentido se aumenta también el gasto para la representación del gobierno de Veracruz en el DF, que opera como un lobby de relaciones públicas con los poderes federales y el Congreso de la Unión, pero sobre todo con los periódicos nacionales y las televisoras. ¿Será que se puede gobernar sólo con imagen?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Reforzar el saqueo de Latinoamérica para que España siga siendo una monarquía

La vigésimosegunda Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cádiz el 16 y 17 de noviembre, confirma una vez más que las aspiraciones neocolonialistas de la monarquía española están hoy más fuertes que nunca. Con tintes dramáticos, el llamado de Juan Carlos para recibir ayuda de los países latinoamericanos, según la nota de El País “…sonó casi como una súplica.” Por su parte Mariano Rajoy no se quedó atrás al afirmar frente a los mandatarios asistentes “Si en el pasado América Latina fue una oportunidad para Europa, hoy Europa es una oportunidad para América Latina”. Ahora resulta que la crisis en España representa una ‘ventana de oportunidad’ para Latinoamérica, región que según el malogrado Rajoy registra un “pujante crecimiento”.
El pujante crecimiento al que se refiera Rajoy es bastante discutible, tomando en cuenta que Latinoamérica, si bien ha registrado tasas de crecimiento del PNB (particularmente Brasil), sigue siendo una región con altos índices de marginación así como un crecimiento sostenido… de la pobreza. La mentira más parece una burla, que con el afán de estimular la inversión pasa por alto que en las últimas dos décadas las inversiones de capitales españoles en Latinoamérica han crecido como nunca. Según el propio Rajoy “…la inversión acumulada de España en Latinoamérica supera 115 mil millones de euros, de los cuales 7 mil millones fueron colocados en 2011”
Lo que no dice es que las ganancias de los bancos españoles en México, como BBVA o Santander, son las más altas en todo el mundo. Pero no sólo los bancos gozan de la oportunidad de saquear a los países al sur del Rio Bravo. Las empresas en el sector energético también disfrutan de impunidad, bajos impuestos y enormes ganancias que no dejan más que pobreza y desastres ecológicos. Los negocios turbios de Repsol y otras compañías en la venta de energía eléctrica o en la exploración para localizar yacimientos de petróleo y gas representan otra fuente de enormes ganancias para los capitales españoles. Habrá que agregar la embestida reciente contra comunidades en el sur de México, como San Dionisio del Mar, para obligarlos a rentarles sus tierras por una bicoca y colocar cientos de hélices gigantes que utilizan el viento para generar electricidad. Con el apoyo de los gobiernos locales, estatal y federal, las compañías han demostrado su desprecio por la resistencia de las comunidades y han comprado voluntades a diestra y siniestra.
Así las cosas, la Cumbre de Cádiz más parece un desencuentro anunciado que además recuerda otro, también en Cádiz a principios del siglo XIX, cuando diputados españoles y americanos se reunieron para formular la primera Constitución liberal en el reino español. La demanda de igualdad entre americanos y peninsulares se quedó en una promesa que hasta la fecha sigue sin cumplirse. A pesar de que el primer ministro español haya declarado  sin rubor “… que América Latina es un ‘pilar fundamental’ del mundo occidental, y que para España ‘nunca ha sido periférica sino central’”, los latinoamericanos sabemos que tales mentiras están motivadas por el enorme temor que tienen los defensores de la monarquía constitucional. Temen, y con razón, que está crisis la entierre definitivamente abriéndole el  paso a una nueva república. No encuentro otra razón para que Juan Carlos y Mariano Rajoy, se rasguen las vestiduras casi con lágrimas en los ojos.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El calderonato reforzó el autoritarismo y la pobreza

En los últimos días del nefasto sexenio de Calderón los balances y críticas coinciden en señalar el enorme costo político que ha tenido su fallida guerra contra el narcotráfico y su política económica. Si ya en 2006 la ciudadanía se mostraba desconfiada de sus instituciones y sus gobernantes, seis años después la debacle se acentúa, demostrando así las consecuencias de la pésima gestión del también conocido como el señor de Los Vinos.

Los resultados de la quinta Encuesta Nacional sobre Cultura, Política y Prácticas Ciudadanas (Encup 2012), realizada por la secretaría de Gobernación y la organización Friedrich Naumann Stiftung, no dejan lugar a dudas: ante el deterioro de la economía familiar y la ola de violencia los ciudadanos coinciden en priorizar el desarrollo económico por encima de la democracia representativa como sistema de gobierno. Las consecuencias negativas del calderonato han generado mayor pobreza y desilusión ante el fracaso de la supuesta transición democrática. Es así como va tomando fuerza el argumento de que es necesario sacrificar los mínimos avances en materia política para obtener mejores beneficios materiales.
Una de las instituciones más raspadas por los resultados de las encuestas fue el Instituto Federal Electoral (IFE) pero también el ejército, la iglesia. Y los patitos feos siguen siendo los partidos políticos, los sindicatos y, en el honroso último lugar, nuestros flamantes legisladores, a pesar de todo lo que gastan en spots para mejorar lo inmejorable: su pésima imagen pública. Por su parte, las fuerzas armadas, que gozaban de cierto prestigio entre la población, apenas seis años atrás, hoy no parecen despertar el mismo entusiasmo, gracias al enorme desgaste que han sufrido por sus labores policiales, que las han colocado en el primer lugar en violaciones de derechos humanos en el país.

Un dato relevante es que el 56% de los encuestados considera prácticamente imposible que las cosas cambien en el sistema político, contrastando con el dato de que cada vez más ciudadanos consideran que la solución a sus problemas no vendrá del presidente de la república sino de su propia acción política. Si bien la clara decadencia del presidencialismo puede resultar positiva –no hace mucho era visto como la única institución capaz de cambiar la realidad- habría que considerar que la mayoría de los encuestados considera que las cosas van a empeorar y que la política es una actividad muy complicada.

Así las cosas, el desastre sexenal deja como herencia mayor pobreza y una resaca social, proveniente del fracaso de la transición política, que parece ampliar las posibilidades de eliminar el disfrute de derechos a cambio de frijoles. El caso de la reforma laboral parece ser un indicador fiel de lo anterior, pues utilizando el garlito de generar más y mejores empleos a costa de derechos ha logrado salir adelante sin mucha oposición en las calles. 

En todo caso los resultados de la Encup 2012 nos muestran una fotografía bastante pesimista de la situación en la que nos encontramos. Y como bien perciben los encuestados las cosas no van a mejorar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

La receta neoliberal: aumentar impuestos y reducir derechos.


El estar viviendo una época de crisis coyuntural y estructural nos obliga a dejar de pensar que con algunas reformas al estado liberal contemporáneo se resuelve el problema. La decadencia de la hegemonía estadounidense representa el fin de una época -que arrancó después de la segunda guerra mundial- como consecuencia del agotamiento de un sistema económico que surgió en el siglo XVI y que, a lo largo de los últimos quinientos años, ha provocado el crecimiento espectacular de la producción y el consumo de bienes pero también la degradación de la naturaleza y la humanidad enteras.

Una de las creaciones más importantes en este proceso secular -también conocido como capitalismo- fue sin duda la creación del estado liberal, provocado en parte por la revolución francesa que mandó a las monarquías al baúl de los recuerdos para inaugurar la democracia representativa. Sin embargo, la discusión con respecto a la formación de un nuevo régimen político que sirviera de soporte al capitalismo viene desde antes de la toma de la Bastilla.

Para Tomás Hobbes, el estado se justifica y se legitima por su eficacia para evitar la guerra de todos contra todos -que es la constante en el estado de naturaleza- lo que impide el disfrute de la propiedad. En cambio para John Locke, el estado está para garantizar el disfrute de los derechos naturales, a los cuales el ciudadano no puede renunciar, garantizando la tolerancia religiosa y la libertad para poseer propiedades sin la intervención estatal. Ambos coinciden en reconocer que el estado está obligado a mantener condiciones mínimas para el libre desarrollo de la sociedad.

Posteriormente, el pensador utilitarista Jeremías Bentahm iría más allá, afirmando que la misión del estado es realizar acciones útiles para la sociedad, abriendo el camino para la intervención del estado en la economía, sin reñir con el credo liberal clásico enarbolado por Hobbes y Locke, que limitaba al estado a ser un simple guardián del orden. Las ideas de éstos son hasta hoy el sustento del estado liberal tradicional -hoy llamado neoliberal- mientras que las del utilitarismo de Bentahm representan sin duda un antecedente central en la conformación del estado de bienestar.

En nuestros días, la decadencia del estado liberal y del liberalismo como ideología puede verse en México sin necesidad de realizar sesudos estudios. Por un lado no consigue contener el aumento de la violencia social -lo que afecta sin duda la confianza para invertir y abrir un negocio en buena parte del territorio nacional, razón de ser de la economía capitalista. Pero además, de cara al enorme crecimiento de las demandas de la sociedad, el estado mexicano se muestra incapaz de atenderlas. El derecho al trabajo, por ejemplo, está cada vez más debilitado y hoy enfrenta una reforma laboral que de un plumazo se propone cancelar prestaciones ganadas a pulso por movilizaciones de trabajadores, muchas veces reprimidas brutalmente. Todo con el falaz argumento de que lo importante es aumentar las inversiones para recuperar el crecimiento económico y crear más empleos.

Al mismo tiempo la destrucción paulatina del estado de bienestar ha cancelado la posibilidad de distribuir la riqueza de manera eficaz, para evitar que la brecha entre pobres y ricos aumente. El estado neoliberal, creado para sostener un nuevo modelo de desarrollo, ha generado una serie de políticas que han empobrecido a la mayoría de la población, en su afán ciego por favorecer a los dueños del dinero. La paradoja radica en que hoy el gobierno federal y los gobiernos estatales disponen de un volumen de recursos que nunca soñaron tener hace tan sólo veinte años; y al mismo tiempo gritan a diestra y siniestra, para responder a las demandas de la población, que no hay dinero,  amagando con aumentar impuestos siguiendo los dictados de los organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). Su flamante secretario ejecutivo, José Ángel Gurría, recomendó a México homologar el impuesto al valor agregado (IVA) en todo el país al 19%, sin concesiones  ni excepciones, argumentando que la tendencia mundial apunta a reducir impuestos al trabajo, a las inversiones y aumentarlos al consumo.

Sometidos a la lógica del capital, la burocracia corporativa internacional propone como solución a la crisis mundial liberar del pago de impuestos a los grandes empresarios para aumentar la inversión, y pasarle el costo fiscal a los habitantes que sólo pueden dedicarse a trabajar para consumir lo básico para sobrevivir. No importa si esto significa mayores niveles de violencia social, aumento de la desigualdad y marginación. Frente al problema de la baja recaudación fiscal en México (según el lacayo Gurría, México es el país que menos recauda en el mundo) lo que sugiere es aumentar impuestos a la población en general. Pero lo que no dice es que la razón de la baja recaudación tiene que ver con los altos niveles de corrupción e impunidad, mecanismos básicos para el enriquecimiento de unos cuantos y sostén del modelo económico en curso.

Por todo lo anterior, hay que empezar a pensar en otras formas de organización para evitar que la muerte del estado liberal nos arrastre al fondo del pozo. La libertad, proclamada como el principio superior de la humanidad y sostén ideológico del estado liberal está cada vez más debilitado precisamente por la pérdida de la posibilidad de vivir una vida digna –pérdida alentada por el estado que nació, siglos atrás, con la misión de defenderla. Vivir hoy en un estado liberal es vivir la tragedia de la criminalización de la sociedad, de la pérdida sistemática de las libertades básicas, del robo legalizado y el aumento de impuestos. Al final de sus días el estado liberal se muerde la cola, renegando de los principios que en otros tiempos le dieron cierto nivel de legitimidad y prestigio. Al final lo importante es aumentar los márgenes de ganancia de los poderosos aunque esto signifique derrumbar sus propias creaciones.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Democracia exige divorcio necesario a partidos políticos

El enorme desprestigio del que gozan los partidos políticos ha sido visto como un problema técnico y no como un agotamiento de la democracia liberal y sus jugadores estrella. Por eso se insiste en mejorar la legislación para que los partidos respeten la democracia interna y los derechos de sus afiliados. Se hacen llamados a la honestidad y se elaboran códigos de ética con la ilusión de que las burocracias partidistas recuperen el camino perdido. Pero si la democracia liberal ha demostrado su verdadera naturaleza los partidos nada pueden hacer para mejorar su imagen o su capacidad de movilización. Para que la democracia liberal deje de serlo deberá divorciarse de los partidos políticos y empezar a imaginarse más allá ellos.
En esta discusión con respecto a la relación (¿marital?) entre la democracia y los partidos políticos, algunos estudiosos sugieren que sus transformaciones obedecen  a una  evidente  cambio de la misión de los partidos, pero sin negar su estrecha relación con la democracia; otros a la necesidad de separar ambos conceptos, evitando asumir como dogma que no hay democracia sin partidos -que de acuerdo a David Hume, uno de los pilares del liberalismo político, son un mal necesario, gracias a la naturaleza del hombre. En todo caso son un mal necesario para el estado liberal ya que eventualmente el voto universal ha resultado, a veces, contraproducente con los intereses de sus creadores a pesar de que en general cumplen con su misión
Vistos los partidos como instituciones sería difícil negar que entre sus prioridades estuviera su permanencia al costo que sea necesario. Si este costo exige dejar de gestionar demandas ciudadanas, de servir de puente entre la ciudadanía y el estado, para convertirse en un gestor de demandas… del estado, habrá que pagarlo. Ya no es la ciudadanía la que se defiende del estado o gestiona con él; es el estado el que, con la ayuda de los partidos, se defiende de la ciudadanía para imponer acuerdos con transnacionales y otros gobiernos. El partido cártel (conjunto de organizaciones criminales que se reparten territorios con pactos de no agresión) es el partido contemporáneo por excelencia y eso confunde pues se insiste en que los partidos son la pieza clave de la democracia liberal.
Y claro que lo son pero no precisamente para ampliar los canales de comunicación sino para cerrarlos, para contener las demandas populares o alimentarlas de manera virtual para ganar elecciones. La construcción del estado liberal no puede prescindir de los partidos para filtrar las demandas sociales y contenerlas en la medida de lo posible.
Por lo anterior, bien se podría afirmarse que los partidos son un peligro para la democracia. Que a la democracia le serviría bastante promover un divorcio necesario, que no cancelaría sus relaciones con los partidos pero abriría una sana distancia. Que se impone la necesidad de mirar más allá de los partidos para superar la democracia liberal, para concebir una democracia a-liberal y no sólo pos-liberal. El divorcio es necesario para que la democracia cobre un nuevo sentido, vuelva a recoger los sueños de millones y deje de ser rehén ideológico de unos cuantos. ¿Será que los partidos políticos y sus accionistas estarán de acuerdo?