jueves, 30 de diciembre de 2010

Del estado fallido al estado omiso

En los últimos días de este año, caracterizado por la coincidencia del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución, no va a quedar de otra que aceptar que la decadencia del modelo económico y el estado que lo alimenta sigue dando sus frutos. El más reciente en nuestro país fue la liberación del conocido político panista, Diego Fernández, que fue secuestrado y liberado siete meses después por un grupo que se tomó el trabajo de escribir un comunicado para justificar su actuación.

El secuestro reveló no a un estado fallido sino a un estado omiso por la sencilla razón de que, a pesar de la evidencia en la comisión de un delito, las procuradurías estatal y federal se abstuvieron de investigar de acuerdo con la ley. Como en plan concertado de antemano, también los medios de comunicación, señaladamente el grupo Televisa, manifestaron su intención de no obstruir las negociaciones negándose por anticipado a difundir cualquier información al respecto.

El desenlace del secuestro demostró que la estrategia de aquínopasanada parece funcionar pero a costa de una concesión inadmisible para un régimen republicano que, basado en la igualdad de los ciudadanos, no puede aplicar la ley de manera selectiva y de cara a todo la sociedad sin la menor intención de ocultarlo. En el peor de los casos el ciudadano puede exigir cierta discreción: ojos que no ven corazón que no siente. Pero no, ni eso. Pisoteado el pudor republicano, el gobierno federal se quedó callado mientras Diego estuvo secuestrado pero en cuanto lo liberaron Calderón declaró su intención de aplicar todo el peso de la ley a los responsables y cosas por el estilo.

El estado fallido es un estado que cuando menos intenta gobernar, aplicar la ley, aunque por lo general falla. Por el contrario el estado omiso ni siquiera lo intenta; entre que no puede y no quiere pues mejor se hace el desentendido. Me recuerda a Fox con el caso del Canal 40, cuando pronunció la famosa frase: ¿Y yo porqué? Y ésa parece ser la esencia del estado neoliberal en México, la sistemática omisión de su obligación. Más allá del resultado que arroje su acción, su actitud refleja la descomposición del estado y su burocracia. La ausencia de intención habla de ausencia de ideas, de visión a futuro, de vigor intelectual. No cabe duda que es preferible pecar de exceso que de omisión.

No podemos dejar de reconocer que el fenómeno de la decadencia del estado liberal -directamente relacionada con la crisis del sistema económico mundial- genera inestabilidad social y pérdida de confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas. El papel del estado como amortiguador ideológico pierde su eficacia no por su incapacidad sino por su falta de intención de seguir cumpliendo con su función. Y esto no es otra cosa que un claro síntoma de la pérdida de vigor de las élites gobernantes de este país. Ensimismadas en seguir impulsando la acumulación de riqueza, empiezan a denotar un agotamiento que anuncia su relevo. ¿Y quiénes serán los que vienen?

viernes, 24 de diciembre de 2010

Los disfraces de la discriminación y el racismo


En este espacio me he dedicado a señalar ejemplos del racismo y la discriminación manifestados en diversas partes del mundo: los gitanos en Europa, los turcos en Italia, los migrantes en Estados Unidos. Una de las ideas que disfraza el alcance del problema radica en afirmar que es un fenómeno que sucede en países centrales del sistema, los cuales legislan y diseñan políticas claramente discriminatorias para combatir la migración ilegal; sin embargo en las naciones situadas en la periferia y semiperiferia también se cuecen habas, o sea también se discrimina sistemáticamente. Para muestra veamos el siguiente caso que sucedió en el puerto de Veracruz y reseñado por La Jornada en su edición del 17 de diciembre del presente.

Con motivo de la celebración de Halloween en conocido club deportivo, se realizó un concurso de disfraces. Hasta ahí todo parece normal. Sin embargo, la nota llegó a la prensa nacional porque el primer premio se lo llevaron unos niños vestidos como miembros del tristemente célebre Ku Klux Kan (KKK). Para incrementar las posibilidades de ganar, los niños complementaron el disfraz con un monigote colgado de un palo montado en un carrito de golf. Cuesta trabajo creer que lo hicieron todo sin el conocimiento de sus progenitores pero más trabajo cuesta creer que ganaran el concurso.

Si no podemos responsabilizar plenamente a los niños pero se puede argumentar el desconocimiento por parte de los padres de las actividades de sus hijos, lo único que queda es esperar que los jueces tengan lo básico para serlo: ¡buen juicio! Pero no, son ellos precisamente los que validan la acción y la premian. Por si fuera poco, el conocido club social porteño reseñó el hecho en su revista social, justamente llamada Sociedad y Deporte, destacando las fotos de los originales disfraces.

Este hecho aparentemente trivial, parte del espacio social y cultural de la región, es en realidad un problema fundamental a la hora de pensar en una sociedad más justa y más igualitaria pues la discriminación representa precisamente la justificación más eficaz para la existencia de la desigualdad, su carta de naturalidad. El que la discriminación se promueva en los espacios privados no es una novedad ni tampoco que parezcan inofensivos, una simple travesura de niños. El miedo en que vivimos, azotados por la violencia social sistemática y creciente puede empujarnos a considerar a la violencia como forma natural de defensa, a reivindicar símbolos de intolerancia y justicia primitiva.

Convendría reflexionar al respecto pensando que buena parte de los padres de familia no disfrazarían a sus hijos de KKK, de Francisco Franco o Adolfo Hitler y que son libres de ponerles el disfraz que quieran. Pero dadas las circunstancias, promover símbolos semejantes es muy peligroso porque en su aparente inocencia radica la eficacia del mensaje. Si el estado y sus instituciones han demostrado su incapacidad para gobernar para hacer efectivos los derechos toca a los ciudadanos impulsarlos sobre todo en entorno familiar. No hacerlo es seguir ignorando la caída, es suicidio colectivo.

jueves, 16 de diciembre de 2010

El estado liberal agoniza

El estar viviendo una época de crisis coyuntural y estructural obliga a dejar de pensar que con algunas reformas al estado liberal contemporáneo se resuelve el problema. La decadencia de la hegemonía estadounidense es al mismo tiempo el fin de una época -que arrancó después de la segunda guerra mundial- y el agotamiento de un sistema económico que surgió en el siglo XVI ha impactado notablemente en la capacidad de los estados nacionales para cumplir con sus obligaciones.

Para Tomás Hobbes, el estado se justifica y se legitima por su eficacia para evitar la guerra de todos contra todos -que es la constante en el estado de naturaleza- lo que impide el disfrute de la propiedad. En cambio para John Locke, el estado está para garantizar el disfrute de los derechos naturales, a los cuales el ciudadano no puede renunciar, garantizando la tolerancia religiosa y la libertad para poseer propiedades sin la intervención estatal. Ambos coinciden en reconocer que el estado está obligado a mantener condiciones mínimas para el libre desarrollo de la sociedad.

Posteriormente, el pensador utilitarista Jeremías Bentahm iría más allá, afirmando que la misión del estado es realizar acciones útiles para la sociedad, abriendo el camino para la intervención del estado en la economía, sin reñir con el credo liberal clásico enarbolado por Hobbes y Locke, que limitaba al estado a ser un simple guardián del orden. Las ideas de éstos son hasta hoy el sustento del estado liberal tradicional -hoy llamado neoliberal- mientras que las del utilitarismo de Bentahm representan sin duda un antecedente central en la conformación del estado de bienestar.

El asunto es que en nuestros días, la decadencia del estado liberal y del liberalismo como ideología puede verse en México y en buena parte del mundo, sin necesidad de realizar sesudos estudios. Por un lado no consigue contener el aumento de la violencia social -lo que afecta sin duda la confianza en invertir y abrir un negocio en buena parte del territorio nacional. Pero además, de cara al enorme crecimiento de las demandas de la sociedad, el estado mexicano se muestra incapaz de atenderlas. A lo más que aspira es a quedar bien con determinados aliados temporales, internos y externos, procurando ocultar su impotencia para incidir positivamente en la realidad social.

Por todo lo anterior, hay que empezar a pensar en otras formas de organización para evitar que la muerte del estado liberal nos arrastre al fondo del pozo. La libertad, proclamada como el principio superior de la humanidad y sostén ideológico del estado liberal está cada vez más debilitado precisamente por la pérdida de la libertad del ciudadano –pérdida alentada por el estado que nació, siglos atrás, con la misión de defenderla. Vivir hoy en un estado liberal es vivir la tragedia de la criminalización de la sociedad, de la pérdida sistemática de las libertades básicas. Al final de sus días el estado liberal se repliega sobre sí mismo, devorando el valor que le dio su nombre. La víbora se muerde la cola. El estado liberal agoniza.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Mathias Rust y Julian Assange: Ridiculizando al poder.

Ahora más que nunca cobra sentido la idea de que la caída del Muro de Berlín fue una catástrofe no sólo para la antigua Unión Soviética sino también y sobre todo para los Estados Unidos. Y si bien las manifestaciones simbólicas de la pérdida de poder se dieron primero en el país europeo, no pasaron muchos años para que a los estadounidenses también les tocara su parte.

En 1987 Mathias Rust, con 19 años de edad, viajó en un Cessna desde Helsinki hasta la Plaza Roja, el símbolo del poder soviético por excelencia, sin que el ultra costosísismo y super eficientísimo sistema de seguridad del ejército rojo pudiera detectarlo, mucho menos detenerlo. ¡Aterrizó en plena Plaza Roja! El hecho demostró, antes que la caída del famoso muro berlinés, que la guerra fría había terminado y que ambos contendientes estaban exhaustos, sólo que los grandes medios de comunicación nos hicieron creer que sólo los rusos habían perdido. Los años de Reagan fueron el canto del cisne para los Estados Unidos, cosa que quedó demostrada con el ataque a las torres gemelas de Nueva York y que se actualiza con las filtraciones de Manning a Assange.

Los documentos filtrados hasta ahora son la falla de un sistema de seguridad del estado que se autodenomina como el más poderoso de la tierra. El golpe simbólico no se desprende del contenido de los cables, de sus frivolidades y verdades sabidas por muchos, sino de la debilidad para proteger documentos secretos, indispensables para mantener y ampliar (jaja) la dominación del mundo por los Estados Unidos.

Pero además pone en evidencia la mediocridad de los cuadros del servicio secreto-diplomático que aparecen como perezosos, por decir lo menos, y se limitan a reportar banalidades y cosas que todo el mundo sabe, como la notoria afición de Berlusconi por la pachanga. En mi opinión, esto demuestra que los burocracia yanqui ha perdido la brújula, resignándose a navegar sin rumbo fijo.

Si a esto agregamos la impotencia del departamento de estado, a cargo de la señora Clinton, para detener la publicación sistemática de los cables -gracias al apoyo de muchos cibernautas, que impidieron la censura- pues no queda más que aceptar que las fisuras del otrora centro del mundo son imposibles de ocultar. Aún juzgando a Assange en los Estados Unidos, lo cual lo convertiría en un mártir, el daño está hecho.

Será interesante leer los cables que contienen información de las grandes corporaciones internacionales y de su maridaje con los estados y ejércitos nacionales. Al igual que la soberbia y mediocridad de la burocracia yanqui quedará expuesto el motivo profundo que mueve las guerras, los golpes de estados, las matanzas: el afán de lucro.

Los golpes simbólicos no rinden frutos de una día para otro pero a la larga definen las condiciones, el espacio de confrontación de ideas pero sobre todo, le recuerdan al ciudadano de a pie que, si se lo propone, puede vulnerar seriamente el orden establecido organizándose sin pretender enriquecerse y con un alto sentido de cooperación, principio gracias al cual los seres humanos somos lo que somos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Wikileaks y la demogogia cotidiana

              “Debemos entender (…) que una de las razones principales de los secretos gubernamentales es para proteger al gobierno de su propia población” Noam Chomski

El reciente escándalo suscitado por la publicación, en los principales diarios del mundo, de documentos confidenciales de buena parte de los estados nacionales demuestran lo que ya todos sabíamos: que los gobiernos mienten sistemáticamente. Como el niño que grita en la corte que el rey va desnudo -cosa evidente para todos pero que nadie se atreve a decir abiertamente- Wikileaks le han demostrado al mundo lo que muy pocos han venido denunciado por décadas.

Frente al debilitamiento de las capacidades fiscalizadoras de los gobernantes frente a sus gobiernos, ha ido ganando fuerza –sobre todo después del 11 de septiembre- la idea de que los gobiernos tienen todo el derecho a ocultar información a la ciudadanía para combatir al terrorismo. En nuestro país el argumento se utiliza para ocultar el atropello sistemático de las garantías individuales, en el contexto de la guerra contra el narcotráfico, así como pavimentar el camino para el saqueo y la corrupción rampantes de nuestros gobiernos.

Los presidentes que han sido afectados por los documentos coinciden en señalar que la información es irrelevante, dejando de lado el hecho de que la mentira sistemática constituye el punto a discusión y no el alcance de lo que se ha revelado. Este hecho demuestra que la demagogia es hoy, más que nunca, moneda corriente en las relaciones entre gobernantes y gobernados, la cual se justifica, según los primeros porque está orientada a satisfacer las necesidades de la ciudadanía, aunque en las realidad sea todo lo contrario. La mentira sistemática está dirigida a preservar la impunidad de esos que se desgarran las vestiduras frente a la tragedia social que vivimos. Es en ese contexto que, al mismo tiempo que los gobernantes se ufanan de impulsar la transparencia no cesan de clasificar cada vez más documentos que pudieran incriminarlos. Pero además, por si fuera poco, se cuidan las espaldas y heredan el poder con la finalidad gozar de impunidad para continuar con su carrera política.

El cansancio de la población va en aumento, cada vez más percibimos la mentira cotidiana de los políticos en turno como un insulto, como una bofetada cínica de los que lucran con la esperanza y la impotencia ciudadana. Los únicos que aplauden los discursos llenos de mentiras y verdades a medias son los integrantes del círculo cercano de los tiranos modernos, esos que viven como parásitos, incrustados al erario público. Y eso sí, aplauden hasta la ignominia, tratando de llamar la atención de sus jefes para demostrarles su lealtad.

Lo peor de todo es que, como mienten prácticamente todo el tiempo, acaban por creerse sus propias mentiras al grado de que cuando son confrontados por un periodista o un ciudadano común se enojan y los intimidan, haciéndose los ofendidos por la duda. En todo caso, el caso de Wikileaks pone en la mesa la debilidad de la mentira y de los gobernantes, a pesar de su poder económico y policiaco-militar, cuando se enfrentan con un ciudadano de veintitrés años que no olvidó cual es su deber.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Saltar hacia el futuro

          Las fluctuaciones económicas son marejadas imprevisibles. América corre tras de su destino material. Lleva siglos así, casi siempre más en calidad de víctima que de beneficiaria… Sin duda, se veía forzada a ello por la coyuntura internacional. Pero cuando son muchos los que corren en cadena, dándose la mano, es un factor importante pertenecer al grupo de los que van en cabeza dirigiendo el movimiento, o por el contrario, estar entre los últimos, teniendo así que dar saltos prodigiosos para acoplarse al movimiento general. (F. Braudel. Las civilizaciones actúales.. México, 1991. cap. XX)

Uno de esos ‘saltos prodigiosos’ de México para mantenerse en el sistema mundo fue la política económica de Carlos Salinas que, a finales de los años ochenta, cristalizó en el llamado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que regula y condiciona la mayoría de las operaciones comerciales de la república mexicana con el mercado internacional. El argumento de aquellos años era precisamente que México no podía quedarse fuera de la globalización, que debía abrir sus mercados al mundo para aprovechar las oportunidades.

La apertura comercial fue la expresión más clara del creciente sometimiento de los intereses nacionales a las directrices de organismos internacionales, quienes nos exigieron y exigen el desmantelamiento de nuestras economías, una vez más, como condición indispensable para volver al crecimiento. Las consecuencias entre la población son ampliamente conocidas y documentadas por organismos naciones e internacionales, incluyendo a la ONU, quien a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reconoce las dimensiones del problema.

Se ha comentado mucho el éxito -relativo desde mi punto de vista- del gobierno de Lula en Brasil y del enorme crecimiento económico que ha experimentado en los últimos años. Al compararlo con la economía mexicana salta a la vista que la diferencia es importante, y que en parte puede ser explicada por la diversificación de los socios comerciales del país amazónico, donde Estados Unidos no ocupa el lugar principal por mucho. En cambio nosotros estamos atados a un barco que hace agua y gracias al TLCAN y al entreguismo de nuestros gobernantes el siguiente salto será hacia el abismo, procurando amortiguar la caída de nuestros ‘socios comerciales’.

A pesar de lo anterior, distinguidos intelectuales han montado una campaña nacional para promover la idea, entre otras, de que hay que profundizar nuestras relaciones con Estado Unidos, como la solución geopolítica, para construir un futuro para México. ¿Será que no ven los signos de la decadencia estadounidense? La reconfiguración del sistema mundo es un hecho social al que conviene tomar en cuenta a la hora de pensar en el futuro que queremos. El salto que conviene dar hoy es el que nos libere de la tutela estadounidense y nos integre a la posible nueva configuración del mundo, en lugar de insistir en mantener como estratégica una relación que ha cumplido su papel histórico y que pasará a la historia con sus aciertos y sus infamias. Habrá que mirar hacia otros horizontes, habrá saltar hacia el futuro.

jueves, 18 de noviembre de 2010

La herencia de la revolución mexicana

Los cien años del inicio del movimiento social conocido por la historia oficial como la revolución mexicana me obliga a reflexionar sobre su doble significado: la idea de el triunfo del nacionalismo y del estado de bienestar, piezas claves para renovar el rol económico subordinado, sobre todo de Estados Unidos; por el otro, la participación popular inscrita para siempre en la memoria colectiva de las mayorías.

El triunfo de la fracción constitucionalista significó el realineamiento del país en el sistema mundo, estableciendo una relación mucho más cercana con los vecinos del norte, que estaban cerca de convertirse en el estado hegemónico, lo que se tradujo en el paulatino sometimiento que ha desembocada en una franca anexión de hecho. Con ello se demostró que el nacionalismo fue una trampa ideológica para cohesionar el apoyo popular en torno a un proyecto elitista y excluyente, apoyado en un estado de bienestar que hoy es sólo un recuerdo. Por eso le resulta incómodo el festejo a Calderón y sus amigos pero a los priístas también se les indigesta, concentrados en mantener viva la herencia salinista, que declaró muerta a la revolución en aras de instaurar el neoliberalismo.

La desaparición del ejido, el apoyo a la educación privada en detrimento de la pública y la ofensiva despiadada contra los derechos de los trabajadores en las últimas tres décadas demuestran claramente que se ha dado vuelta a la página de la historia. Sin embargo, el estado no puede cancelar los festejos pues sería riesgoso ignorar el valor que la mayoría de la sociedad mexicana le atribuye al conflicto social, que provocó más de un millón de muertos. Lo festejan a regañadientes, tergiversando los hechos y tratando de manipular la memoria colectiva para eliminar la idea de que los movimientos sociales son el motor del cambio social, la expresión más acabada de las aspiraciones de las y los mexicanos.

Y es esa herencia la que quiero enfatizar aquí. El significado fundamental de la llamada revolución estriba en la certeza de que la participación política de las mayorías es fundamental para definir el rumbo de una república, para el mantenimiento de la salud pública. La división del norte y el zapatismo fueron la expresión más clara de los ideales populares y hoy representan el pilar de la memoria colectiva de este país.

Por lo tanto, conmemorar el centenario del alzamiento popular iniciado en 1910 tiene que colocar en el centro del análisis la intervención de los trabajadores del campo y la ciudad en la cosa pública, su derecho a tener derechos, sus aspiraciones de construir una sociedad más justa y humana. Reivindicar esa herencia es el mejor homenaje que le podemos hacer a todos los que participaron en la bola; manteniendo vivos sus ideales, sus convicciones podremos reconfigurar el destino de nuestra sociedad. De otro modo seguiremos a la deriva, amarrados al barco decadente de los Estados Unidos que nos llevará a olvidar quiénes somos y para donde queremos ir. Por eso este veinte de noviembre habrá que gritar con fuerza ¡Viva Emiliano Zapata! ¡Viva Francisco Villa!

jueves, 11 de noviembre de 2010

La violencia social en México. Causas y consecuencias II

La militarización impulsada por el gobierno de Calderón amplió la violencia social que sufrimos y tiene un doble propósito: mantener un clima de terror que facilite la embestida contra los derechos de los trabajadores y de la sociedad en su conjunto así como darle una razón de ser a su gestión. En todo caso, habrá que admitir que el hecho de que el ejército esté en las calles no es el origen de la violencia aunque es evidente que la ha magnificado.

Una segunda causa de la violencia es el debilitamiento de los Estados Unidos como potencia hegemónica mundial lo que ha provocado que prefieran las soluciones de fuerza a la ampliación de consensos. En la medida en que el poder económico y político estadounidense decrece, sus dirigentes se ven obligados a echar mano de las armas para mantener su posición de privilegio. El anuncio de la instalación de siete bases militares en Colombia para contener las aspiraciones geopolíticas de Brasil y presionar a los gobiernos de Venezuela y Bolivia debe ser interpretado desde esa perspectiva. En el caso mexicano, el narcotráfico resulta un excelente pretexto para exigirle una mayor gasto militar (se ha duplicado en lo que va del sexenio de Calderón) pero también para que el Pentágono justifique el aumento de 12.2 millones de dólares en 2008 a 34 millones en 2010 entregados al gobierno mexicano para el combate del narcotráfico. Esto sin mencionar el contrabando al alza de armas, que aumenta las ganancias de los productores de armas y de paso incrementa la capacidad de fuego de los cárteles de las drogas. Las guerras son un gran negocio… para la industria del armamento, of course.

Las consecuencias económicas de la guerra civil que experimentamos saltan a la vista. A nadie se le ocurriría poner un negocio en Matamoros o ciudad Juárez y el pago de ‘impuestos’ vía extorsión disminuyen las ganancias de los empresarios, lo que se traduce en bajos índices de confianza de los inversionistas. Tal vez el único sector que se ve favorecido es el dedicado a la seguridad privada aunque no parece suficiente para impulsar el crecimiento económico.

En la esfera de la política, el debilitamiento de las instituciones del estado y su pérdida de legitimidad frente a la ciudadanía no parecen ser un mal menor, pues provocan la polarización de los actores políticos pero sobre todo por la pérdida paulatina del derecho a un trabajo bien remunerado, a recibir educación, salud, vivienda, etcétera. La desaparición de fuentes de trabajo por decreto o por quiebras amañadas son el pan de cada día y la protesta social es criminalizada en un contexto de violencia cotidiana.

La crisis sistémica de la economía mundial ha agudizado la violencia social que vive nuestro país pero nuestros gobernantes están más concentrados en seguir ofreciendo buenas condiciones para que las corporaciones internacionales sigan disfrutando de altos rendimientos. Militarizar el país parece ser la condición básica para que México continúe distinguiéndose por ser un paraíso para los inversionistas, aun a costa de la paz social y la calidad de vida de sus habitantes.

viernes, 5 de noviembre de 2010

La violencia social en México. Causas y consecuencias I

La entrega anterior me propuse abordar los problemas sociales a partir de una teoría que hiciera posible encontrar sus causas profundas, evitando así escribir por escribir, al calor de la coyuntura y sin ningún referente que escape a las opiniones cotidianas. Por lo tanto empezaré por reflexionar acerca de la idea de que la única manera de comprender los problemas de cualquier nación es comprendiendo la dinámica del mundo como un sistema, en el cual los países cumplen una función particular que está determinada por el sistema en su conjunto.

Por lo tanto si nos preguntamos, por ejemplo, las causas profundas la violencia social en que vivimos, de una guerra civil disfrazada de cruzada heroica, habrá que empezar por admitir que el problema tiene que ver con el lugar que México ocupa en el sistema mundo en el que vivimos. Y ese lugar no es otro que la periferia del sistema, lo que configura el problema de la violencia actual.

Como todos sabemos, nuestra economía está profundamente sometida a los intereses del centro del sistema y que está para subsidiar a las corporaciones internacionales y no para satisfacer las necesidades de su población, como lo dicen los gobernantes en turno. Ya nadie se acuerda pero la escuela de la dependencia, liderada por distinguidos economistas latinoamericanos, puso el dedo en la llaga al rebatir la peregrina idea de que si los países latinoamericanos hacían lo que en su momentos hicieron los Estados Unidos y Europa, llegaríamos al primer mundo sin problemas. Ruy Mauro Marini y otros dejaron claro que el subdesarrollo era el producto natural del desarrollo de los países del centro del sistema, por lo que pensar que el subdesarrollo se podía superar aplicando la receta de esos países no era un error era una estrategia ideológica para seguir sacándonos el jugo. Con esto no quiero sugerir que no hay nada que hacer en nuestro país para cambiar las cosas pues el problema está afuera y no adentro. Hay que descartar la idea de afuera y adentro pues los países y el mundo son una unidad por lo que no cabe la distinción.

¿Cuáles son las causas profundas de la violencia social que vivimos las y los mexicanos de hoy? En primer lugar, la enorme dependencia económica de México, materializada en el TLCAN, lo que ha empobrecido enormemente a la mayoría de la población. Pero además, el sometimiento económico ha generado un sometimiento político extraordinario, nunca visto en el país, ni siquiera en los tiempos de Miguel Alemán Valdéz o Mr. Amigo como le llamaban sus patrones. Este sometimiento ha conducido a nuestros gobernantes en turno a militarizar el país, siguiendo el experimento del Plan Colombia, que tan malos resultados ha tenido en ese país. Los únicos que ganan con el ejército en las calles son los fabricantes de armas y el Pentágono, que cada vez más se involucra directamente en labores de seguridad en nuestro país y de paso espía a medio mundo, tenga o no tenga que ver con actividades ilícitas, como un instrumento de control social, tan de moda desde la caída de la torres gemelas en Nueva York. Ampliaré el tema en la próxima entrega.

jueves, 28 de octubre de 2010

Para dejar de escribir por escribir

Ya no sabe para uno para donde voltear con tanto escándalo. El trabajo de escribir un artículo de opinión resulta complicado, no tanto por la exigencia misma de la escritura sino por la elección de un tema, habiendo tantos y de gran importancia. No hay a cual irle pues. Y lo peor es que todos esos problemas que ocupan los titulares de la prensa nacional no son más que el síntoma de una crisis mundial que apenas empieza, a pesar de lo que digan nuestros gobernantes. Entonces, para dejar de enfrentar el dilema existencial de los miércoles, voy a tratar de señalar en las siguientes colaboraciones las causas sistémicas que en mi humilde opinión generan los escándalos que a fuerza de ser cotidianos, ya no impresionan a nadie.

En efecto, hemos llegado al extremo de leer noticias de masacres sin que se nos paren los pelos del susto, tomando un cafecito y alzando un poco la ceja –no mucho- para no parecer insensibles como el enano de Los Pinos (enano político claro) que sigue con la cantinela de no hay mas ruta que la nuestra, lo que en lenguaje popular se conoce como la ley de Herodes. No se trata de descubrir el hilo negro sino encuadrar los acontecimientos cotidianos en un marco más amplio, tanto en el tiempo como en el espacio. Esto significa comprender los hechos trascendiendo las limitaciones que imponen la coyuntura específica y la geografía nacional.

Para muchos estudiosos de la realidad social la solución a los problemas de un país determinado sólo puede partir de un análisis nacional y que la variable fundamental está definida por los límites geográficos, históricos, económicos, políticos y culturales de un país determinado. Asimismo, se afirma que los acontecimientos de hoy son tan novedosos y posmodernos que su explicación radica en el conocimiento de la realidad actual, dejando a la historia como la muñeca fea, abandonada en un rincón.

Por el contrario, considero que la realidad nacional es parte de un sistema de naciones que abarca al mundo en su totalidad y que lo que pasa en China tiene repercusiones importantes en México. Si una parte del sistema se modifica, se modificará el sistema en su conjunto. Además, los fenómenos del presente están íntimamente relacionados con el pasado y, por supuesto, con el futuro, evitando dar por sentado el inexorable avance del progreso, hoy llamado desarrollo. Lo anterior puede parecer una verdad de Perogrullo (la mano cerrada se vuelve puño) pero una lectura cuidadosa de buena parte de los estudios sociales contemporáneos la ignora olímpicamente -amparados en teorías que colocan la voluntad del individuos y sus percepciones como el único motor de la sociedad y del mercado, que para ellos es lo mismo.

La cosa no está fácil, incluso contando con el apoyo de una teoría, pero habrá que enfrentarlo para combatir el tedio de escribir por escribir, de opinar por opinar. Si a esto agregamos que el espacio periodístico impone formas y límites la cosa se complica aún más. Habrá que buscarle con calma y confiar en que el uso sistemático de la teoría permita afrontar el riesgo de romper con la inercia informativa, con la insistente agenda mediática que impone por su cuenta los temas que conviene tratar, siempre limitados a la coyuntura, a los límites de la geografía nacional y por supuesto a los intereses de los dueños de los medios. Con esto no quiero decir que la solución hay que buscarla fuera del país sino que, para definir un marco de acción y de pensamiento, es necesario considerar a México como parte de un sistema mundo, que cambia a lo largo del tiempo , permaneciendo sólo las contradicciones que lo han caracterizado a lo largo de los últimos cinco siglos. Son ésas contradicciones las que configuran la coyuntura, las que le dan vida a la terquedad de los hechos. No seré el primero que haga esto ni, espero, el último. A ver que sale.

jueves, 21 de octubre de 2010

La Ley de Ingresos 2011 y el post-presidencialismo en México

La reciente aprobación de la Ley de Ingresos 2011 por parte del Congreso mexicano confirma una vez más que la política económica no variará mucho para el próximo año. El tema que llamó más la atención de la opinión pública fue la supuesta intención de la bancada priísta de reducir el IVA al 15% para apoyar la recuperación de la economía familiar. Para nadie fue una sorpresa que el PRI reculara y todo quedara como igual al imponerse el poder de los gobernadores sobre su dirigencia nacional.

Sobra decir que la reducción de un punto porcentual no iba a tener un impacto significativo en las finanzas de los consumidores pero probablemente hubiera difundido la imagen de un PRI preocupado por mejorar las condiciones económicas de las y los mexicanos. Sin embargo, el sainete, que provocó incluso protestas por parte de varios diputados prisitas, no puede ocultar el hecho de que la política fiscal del gobierno de Calderón se basa en los impuestos al consumo, evitando tasar de manera eficaz las grandes ganancias de las empresas nacionales y extranjeras.

El caso del aumento a los cigarrillos confirma lo anterior, aunque se le disfraza con el ropaje de una política de salud pública. Ahora resulta que los nuestros gobernantes les preocupa la salud de la ciudadanía, sobre todo de los jóvenes, pero no hicieron nada para evitar que la comida chatarra se siga vendiendo en las escuelas de todo el país. Por su parte las empresas tabacaleras se defienden argumentando que son las que más impuestos pagan olvidando que en realidad los que pagan los impuestos son los consumidores.

Por otro lado, el sometimiento de la bancada priísta a los gobernadores, que son quienes los ponen en la silla, así como la impotencia de la dirigencia del PRI a definir posturas claras en el trabajo legislativo demuestra que en esta época post-presidencialista los gobernadores son dueños de sus estados y de sus representantes, con todas las consecuencias del caso.

Con una interpretación perversa del federalismo, los gobernadores se creen dueños de sus estados –recordemos a Fidel Herrera jactándose de que tenía al estado de Veracruz en la mano- y definen sus políticas en función de sus objetivos personales y no de la república en su conjunto. El debilitamiento del presidencialismo provocó el derramamiento del poder político del centro a los estados. El crecimiento de las transferencias de recursos federales a los estados de la república y el aumento del margen de maniobra político de los gobernadores parece ser la marca distintiva del post-presidencialismo, pero no por ello podemos echar las campanas al vuelo pues para lo único que ha servido es para que crezca la deuda pública de Veracruz, por ejemplo, que llegó, según datos de la secretaría de Hacienda, a los 8 mil millones de dólares.

Por lo tanto, la ley de Ingresos de 2011 confirma la tendencia a que la política fiscal siga afectando a los que menos tienen, manteniendo privilegios y omisiones en la recaudación. Parece que lo que se persigue no es mejorar el consumo interno y las economías de las familias mexicana sino privilegiar la desigualdad y aumentar el poder de las oligarquías locales y sus empleados, los gobernantes.

jueves, 14 de octubre de 2010

Rescate de mineros o de las empresas mineras

El rescate de los mineros chilenos atrapados en la mina de San José, ubicada en el desierto de Atacama, se ha convertido en un acontecimiento mediático que sirve para ocultar las enormes deficiencias en la seguridad de los trabajadores mineros. El presidente Sebastián Piñera ha utilizado la operación para promover su idea de unidad, su idea de que los chilenos unidos pueden enfrentar cualquier problema. Pero a pesar del show mediático a escala internacional que se ha montado alrededor del rescate no puede negar el hecho de que las empresas mineras, en su afán por aumentar sus utilidades, han reducido las medidas de seguridad con la anuencia del gobierno chileno.
Desde el 5 de agosto, cuando sucedió el derrumbe que dejó enterrados a 33 trabajadores a más de 700 metros de profundidad, fue inevitable recordar la tragedia de Pasta de Conchos y comparar la forma en que actuó el gobierno mexicano. Sin embargo, a pesar de las diferencias que pueda haber en las acciones de ambos gobiernos queda claro que la pauperización de las condiciones laborales alrededor del mundo es particularmente visible en el sector minero.
Coincidentemente, la industria de la minería es la que logra los mayores márgenes de ganancia en el mercado mundial, pues a la contracción salarial hay que agregar el desprecio de las compañías por el impacto ambiental de sus operaciones. Los gobiernos se han hecho de la vista gorda en su afán por atraer las inversiones a costa de lo que sea. Al igual que en Pasta de Conchos, la mina de San José había sido señalada por estar en malas condiciones pero nadie hizo nada al respecto hasta que se derrumbó.
Ya desde el 6 de marzo de 2004, la corte de apelaciones de Copiapó rechazó un recurso de protección presentado por el Consejo Directivo de los Sindicatos de Trabajadores de Minera San Esteban Primera. La empresa descalificó los argumentos de los trabajadores pues a su parecer no estaban basados en estudios técnicos sino en apreciaciones personales de los propios trabajadores. Sin embargo, está comprobado que la empresa no contaba con una vía alterna de escape y esa fue la razón por la cual los 33 mineros tuvieron esperar más de dos meses para que se excavara un túnel que debió haber estado en funcionamiento desde antes del derrumbe.
En el colmo del cinismo, las autoridades y los empresarios mineros quieren ahora convertir una falla en un triunfo, gracias a los medios de comunicación, que narran al detalle las operaciones de rescate pero omiten informar acerca de sus causas. Así las cosas, el gobierno salva a los mineros y anuncia que la mina se cerrará definitivamente porque no es segura. Pero más que rescatar a los mineros atrapados, parece que el gobierno chileno está rescatando a la empresa eximiéndola de cualquier responsabilidad para que pueda seguir operando.

jueves, 7 de octubre de 2010

El lulismo y las elecciones en Brasil 2010

Las recientes elecciones presidenciales en Brasil demostraron que la socialdemocracia brasileña, encabezada por Luis Ignacio “Lula” da Silva, tuvo enorme éxito gracias a una estrategia política y económica que ha modificado la vida de millones de personas, creando empleos gracias a tasas de crecimiento del PIB de 7% anual en los últimos años.

Sin embargo, el haber logrado, según fuentes oficiales brasileñas, que 30 millones de personas dejaran de ser pobres, de un crecimiento económico sostenido y de una exitosa política comercial internacional habrá que esperar a la segunda vuelta para confirmar el triunfo de Dilma Rouseff, candidata del PT. En todo caso el Congreso Federal estará compuesto por cerca del 60% de diputados petistas lo que le dará un amplio margen de maniobra a la futura presidenta.

El cambio experimentado por Brasil lo ha colocado entre la primeras diez economías del mundo y le ha permitido jugar un papel más importante en los asuntos globales. Como parte integrante del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ha podido balancear sus relaciones con los bloques económicos manteniendo una independencia relativa frente a los países centrales, ejerciendo incluso el papel de mediador en conflictos políticos dentro y fuera de América Latina.

¿Cuáles fueron los factores que impidieron la victoria para el PT en la primera vuelta de las elecciones de 2010? En mi opinión la respuesta tiene que ver con lo que se ha empezado a llamar como lulismo. Esta propuesta ideológica tiene como eje de acción la idea de que el mejoramiento de los niveles de vida de la población debe ir acompañado de una política conciliadora y no polarizadora de las clases sociales. El lulismo, a diferencia del chavismo, no quiere atizar la polarización política para mejorar el prestigio político de su líder pero coincide con el gobierno venezolano en colocar al aumento de los ingresos de amplias franjas de la población trabajadora como prioridad fundamental de la política económica.

Pero es precisamente en el aspecto conciliador del lulismo donde radica probablemente la clave de su éxito pero también de su debilidad, pues en aras de la conciliación Lula ignoró las demandas del Movimiento de los Sin Tierra (MST), quienes lo apoyaron públicamente en las elecciones de 2002. Era evidente que para mantener el conflicto social controlado prefirió enfrentarse con los campesinos pobres que con los grandes empresarios y terratenientes brasileños. En el corto plazo la estrategia pareció funcionar pero a la hora de lograr triunfos electorales contundentes las cosas no sucedieron como se esperaba.

Así que si el lulismo quiere fortalecerse deberá atender este problema y otros, como el narcotráfico, el racismo y la discriminación, que siguen creciendo en el país amazónico. De todos modos, el lulismo es hoy por hoy una ideología que en Brasil goza y gozará de buena salud, convirtiéndose en su referente ideológico de las próximas décadas, a pesar de sus limitaciones y sus fracasos.

jueves, 30 de septiembre de 2010

La juventud mexicana y la UNAM

Los cien años cumplidos la semana pasada por la Universidad Nacional Autónoma de México son un buen motivo para celebrar el éxito de la educación pública en México. A pesar de la sistemática campaña mediática orquestada por la derecha nacional en contra de la UNAM y el descenso del gasto público destinado a su mantenimiento, el proyecto inaugurado por Justo Sierra ha demostrado ser una de los bienes sociales más importantes del siglo veinte mexicano.

En los últimos treinta años, el apoyo que los gobiernos neoliberales le han dado a la educación privada, en detrimento de las universidades públicas, ha procurado arrebatar el liderazgo a las últimas siguiendo al pie de la letra las recetas del FMI y la OCDE. Así, han surgido infinidad de universidades privadas que, en una casa o en cualquier lugar, con la infraestructura mínima y pagando bajísimos sueldos a profesores se dedican a defraudar ,en muchos casos. a los estudiantes que caen en sus redes. Las también llamadas escuelas cuá cuá (patito pues) no han logrado mejorar significativamente la calidad de la educación superior sino simplemente convertirla en un pretexto más para acumular dinero.

Al mismo tiempo, algunas de ellas han logrado un éxito relativo pero importante desde la perspectiva de la relación con las empresas privadas y convenciendo a muchos de su superioridad frente a la universidad pública. Esto les ha permitido crecer,

a lo largo y ancho de la república, como franquicias, que ofrecen carreras, diplomados, talleres… y han resultado ser, sin ninguna duda, un gran negocio, pero no han logrado contribuir de manera significativa en la generación de conocimiento, en la investigación, en parte porque no están orientadas por ese fin.

El centenario de la UNAM cobra hoy un significado muy importante ya que pone en el centro el principio constitucional de la gratuidad de la educación, la cual ha sido defendida por buena parte de sus estudiantes y ciertos sectores de la academia y la investigación, pero no por las autoridades universitarias, que son las que salen en la foto y pronuncian discursos. Gracias a los estudiantes, quienes en 1987 y luego en 1999, se enfrentaron con éxito al proyecto neoliberal hoy, la UNAM sigue siendo lo que ha sido desde su fundación: un espacio abierto a todos los mexicanos y mexicanas y a la libre expresión de las ideas.

El rector José Narro festeja hoy lo que no ha defendido antes. Al igual que Carpizo o Barnés, comulga plenamente con la idea de privatizar la educación superior con el objetivo, según él, de mejorar la calidad de la misma. Así que, al mismo tiempo que festejamos el centenario, habrá que festejar a la juventud mexicana y su enorme sentido de justicia, pues ha defendido uno de los principios más caros de la Nación: la educación pública, gratuita y laica.

domingo, 26 de septiembre de 2010

El huracán Karl y las vacas flacas

Las calamidades que han tenido que soportar las y los veracruzanos en los últimos días tener consecuencias en sus percepciones sobre el gobierno estatal y su capacidad para atender las necesidades de la ciudadanía. El fin del sexenio parece mostrar las debilidades de una administración que tuvo su auge en el 2007 pero que ahora no puede ocultar sus contradicciones internas gracias al huracán Karl.

Coincidentemente, en 2007 fue otro huracán el que, en plena campaña electoral, azotó a buena parte del norte del estado, favoreciendo el reparto de recursos públicos debido a la contingencia ambiental. Además, el resultado de las elecciones intermedias favoreció ampliamente al PRI por la alianza del gobernador con el recién llegado a Los Pinos, Felipe Calderón; la alianza impidió que el gobierno federal apoyara ampliamente a los candidatos de su partido en Veracruz. Por si fuera poco la abundancia del presupuesto estatal le daba amplios márgenes de maniobra – bursatilizaciones, recursos provenientes de la Federación, gasolinazos- sobre todo porque la crisis económica de 2008 no había estallado.

Pero para 2010 el escenario es muy diferente. La alianza con el gobierno federal no tiene el vigor de antaño y los recursos federales no llegan con tanta facilidad. Por otro lado, el dinero de las bursatilizaciones parece haber desaparecido y hoy se rumora la falta de recursos incluso para pagar el gasto corriente de la burocracia estatal, no se diga el pago a proveedores y demás. Si a esto se agrega que la crisis económica que estalló hace ya casi dos años sigue dañando fuertemente las finanzas públicas y las privadas, sería difícil negar la enorme diferencia entre 2007 y 2010 en Veracruz.

El huracán Karl concentró la mirada ciudadana en las debilidades del gobierno del estado, que parece exhausto después de un sexenio con altas y bajas y permeado por la crisis económica. Ocurrió además en un momento en el que por el traspaso de poderes parece haber una mayor debilidad gubernamental debido a que todavía no termina uno, que poco a poco saca la mano, y el gobernador electo sigue siendo eso, electo, pues no tiene la manija de la puerta bien agarrada todavía. Me parece un anacronismo que siga habiendo tanto tiempo de por medio entre la elección y la toma de posesión. Las consecuencias están a la vista y hay confusión entre la ciudadanía, que en algunos blogs se preguntan dónde está Javier Duarte, quien por su parte no puede resolver la situación simplemente porque no ha tomado el poder ¡le faltan dos meses!

Si hace tres años algunos decían que hasta la madre naturaleza se había puesto de parte del gobernador, hoy se puede decir lo contrario. Se acabaron los buenos tiempos, parece decirnos Karl y vienen las vacas flacas. Habrá que decir que el problema de la debilidad de los gobiernos estatales no está determinado sólo por su enorme déficit, consecuencia de una sistema económico mundial que ha puesto de rodillas a regiones enteras del mundo para financiar las economías centrales; también influye mucho un factor cualitativo: la confianza de la ciudadanía en su gobierno. Para la ciudadanía la responsabilidad de cualquier calamidad es de su gobernante y cuando este se ve rebasado por contingencias ambientales la confianza en el poder público decrece, haciendo más difícil la tarea de gobernar… para el que viene.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La pobreza en el siglo XXI

Tiene razón Gabriel Salazar cuando afirma que la pobreza típica de nuestros días no es la relacionada con la falta de comida - aunque no cabe duda de que muchas personas viven al día- si no la que tiene que ver con la capacidad del individuo para satisfacer una serie de exigencias que le permitan vivir como sujeto de derechos. El historiador chileno contrapone así la pobreza material con la pobreza ciudadana, cívica.

La diferencia es fundamental para comprender las consecuencias de las políticas neoliberales de las últimas décadas. La pobreza del siglo XXI no puede ser definida exclusivamente por la capacidad de compra de artículos de primera necesidad, pues ello equivale a decir que si tienes para comer, para medio vestirte y para tener un televisor no eres pobre. La complejidad de las necesidades humanas en la actualidad nos obliga a reconocer que la pobreza es un fenómeno que niega al individuo la posibilidad de desarrollar su potencial como ser humano; que le impide tener un futuro relativamente estable para llevar una vida digna.

Por ello el pobre de hoy tiene problemas de salud como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, enfermedades, originadas por el consumo de alimentos industrializados con altos contenidos de grasas, azúcares y toda clase de químicos y organismos genéticamente modificados. Su pobreza no radica entonces en la falta de comida, aunque insisto, no ha desaparecido el hambre en el mundo. Su pobreza se caracteriza por la imposibilidad de construir una identidad ciudadana, civil, basada en la conciencia de que tiene derecho a tener derechos, ocupado en perseguir las ilusiones de estilos de vida perversos pero necesarios para mantener los negocios viento en popa.

¿Cómo reacciona un joven que vive en un barrio marginal de cualquier ciudad de Latinoamérica ante esta situación? Salazar es implacable cuando responde: “Se va a la calle, y tenemos enormes cantidades de pandillas juveniles, cabros chicos en la calle y ahí van construyendo su identidad. ¿Y quién es su modelo? El papá no sirve, el profesor está sometido al autoritarismo dictatorial del sostenedor y por lo mismo vale hongo: su modelo es el choro (hampón) de la población. Porque el choro es audaz, valiente, tiene plata, maneja armas, se agarra a balazos con los pacos (policía), tiene seguidores, le compra camisetas al club del barrio…” (www.quepasa.cl/articulo/1_3971_9.html)

Y luego nos preguntamos por qué incluso los jóvenes de clase media en México quieren ser como los narcos, por qué los admiran y reivindican su comportamiento como la única salida digna para sentirse vivos. Tal vez la respuesta tenga que ver con este nuevo carácter de la pobreza del siglo que vivimos. Después de todo, vamos progresando.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La retirada de una guerra perdida de antemano

Finalmente se cumplió con lo pronosticado por muchos: Estados Unidos saldrá de Irak, tarde o temprano. Pues bien, salieron finalmente la mayoría de las fuerzas armadas pero no por eso se puede pensar que la visión militarista ha sido derrotada. Muy por el contrario, los escenarios de la guerra cambian y se mantiene la cruzada contra todo lo que se relacione con el Islam, sobre todo al interior del país, donde los grupos

El caso de la mezquita que pretende instalarse cerca de la zona cero de Nueva York ha desatado un conflicto que pone en evidencia lo extendido de una actitud intolerante y abiertamente discriminatoria y de los usos políticos evidentes de parte de las y los políticos. Bajo el argumento de que el terreno vacío que dejó el 11 de septiembre es tierra sagrada, grupos y ciudadanos se han opuesto a la posibilidad de que exista una mezquita en sus alrededores. Vamos, como una blasfemia.

Y hacia afuera el gobierno los Estados Unidos y su ejército, mantienen la imagen de cruzado que, como en los mejores tiempos defiende la cultura y los valores occidentales. La guerra continúa en Irak, pero ahora con mercenarios, lo que reduce su costo político. Con el pretexto de capacitar al ejército iraquí, permanecerán efectivos suficientes para seguir garantizando la explotación del petróleo por las corporaciones internacionales.

El poder militar estadounidense seguirá manifestándose a lo largo y ancho del mundo hasta que las potencias rivales lo superen. Mientras tanto, persistirá en librar guerras perdidas de antemano, derrotas ambiguas cubiertas de retirada honrosa y cada vez más difíciles de pagar. Para justificar esas guerras que mejor vestido que la preservación de la cultura occidental, esa que defienden Sara Palin y el Tea Party.

Este sentimiento construido en contra del mundo musulmán es igual al que buena parte de los ciudadanos de Arizona tienen de los mexicanos migrantes, al que comparan con una suerte de bárbaro del mundo romano, que por su salvajismo e ignorancia amenazan seriamente a su mundo. Gracias a este sentimiento, el ciudadano medio se siente parte de una cruzada y obtiene una recompensa suprema por el solo hecho de sentirse superior.

Así que cuando miremos la situación en Irak o Pakistán no olvidemos que está animada por el mismo espíritu de la lucha contra la inmigración ilegal en los Estados Unidos. Tal vez así será posible comprender mejor la dimensión de la retirada de Irak y las razones que sostuvieron un conflicto iniciado con una mentira, que se mantuvo como una mentira y acabó como acaban las guerras perdidas de antemano: como una mentira.

jueves, 26 de agosto de 2010

¡Gracias señor cavernal!

La polémica que se ha desatado por el fallo de la Suprema Corte de Justicia a favor de los derechos de los homosexuales y lesbianas, en particular de la posibilidad de adoptar, demuestra claramente que es necesario seguir defendiendo al estado laico en contra de una corporación que ha pesar del enorme desprestigio que ha cosechado en los últimos años, sigue pensando como si estuviéramos en el siglo XIX.

Habrá que agradecer la incontinencia verbal de las figuras más visibles de los católicos mexicanos por reactivar una discusión que palidecía frente a temas de mayor presencia en la opinión pública, como el inicio de la carrera por la presidencia en 2012 o el fracaso de las políticas de seguridad del gobierno federal. Las intenciones de la derecha política y el alto clero para regresarnos a los tiempos de la inquisición -materializadas en el surgimiento de leyes estatales para criminalizar el aborto en varios estados de la república, entre ellos el de Veracruz- no parecían escandalizar a nadie ni alentar la defensa del estado laico.

Tal vez por ello, el cavernal que gobierna Jalisco, Juan Sandoval Íniguez, pensó que podría decir lo que fuera sin que pasara nada. Sin embargo, sus acusaciones en contra del jefe de gobierno de la ciudad de México y de los miembros de la Suprema Corte de Justicia que votaron a favor de la adopción de los matrimonios gay, le rebotó con fuerza inesperada, mostrándolo frente a la sociedad mexicana como símbolo de un poder caduco y que tradicionalmente a gozado de amplios márgenes de impunidad.

Síntoma de desesperación e impotencia, las acusaciones demuestran que la iglesia católica se niega a reconocer que, a pesar de contar con el apoyo de Calderón y de varios gobernadores del país, su imagen frente a la sociedad va en declive como consecuencia de los escándalos en que se ha visto envuelta por la continua violación de los derechos humanos de miembros y seguidores, menores y mayores de edad.

No es casual que el cavernal en cuestión critique sin ambages la posición de grupos de defensores de los derechos humanos en nuestro país, a los que considera parte de una conjura internacional para acabar con los valores religiosos que usufructa. Al catalogar a los derechos humanos como una farsa, olvida que en países como Chile, la iglesia católica defendió a las víctimas de la dictadura pinochetista, amparándose precisamente en la idea de que el ser humano posee derechos que están por encima de cualquier ideología o creencia religiosa.

Nunca pensé en agradecerle a un alto miembro del clero mexicano por incentivar la discusión de un tema central de nuestra sociedad. Gracias a su soberbia estamos frente a la posibilidad de ponerlos a discusión entre toda la ciudadanía y revitalizar los valores laicos. Eso es lo que hace falta en estos días en los que con desfiles militares y paseos de osamentas de dudoso origen, se pretende ocultar que la polarización social que prevalecía en la independencia y la revolución sigue más viva que nunca. Por todo eso, no me queda más remedio que decir: ¡Gracias señor cavernal!

sábado, 14 de agosto de 2010

Consumo de drogas y responsabilidad social

La discusión en la opinión pública con respecto a la legalización del consumo de las drogas se mueve entre dos extremos: por un lado, la visión que asegura que todo el mundo se va a volver adicto; por el otro, la visión que la ve como la llave mágica para resolver el problema de seguridad pública. Las dos parten de ideas equivocadas, pues es falso pensar que los ciudadanos son menores de edad como también es falso pensar que las calles volverán a ser seguras gracias a la reducción del tráfico ilegal.

La escalada de violencia que ha vivido el país en los últimos tres años ha generado una enorme angustia social así como una reducción de la capacidad del estado para gobernar. Es en este contexto que surge la discusión sobre la legalización de las drogas, mas como una manera de enviar un mensaje a la ciudadanía para decirle que el estado está abierto a propuestas para mejorar la seguridad pública que como una verdadera solución al problema.

Los crecientes niveles de inseguridad y violencia forman parte de un problema complejo y por lo tanto debe ser atendido desde varios flancos: disminución de la pobreza y la marginalidad, caldo de cultivo perfecto para mantener una guerra civil; reestructuración de la procuración de justicia y de las fuerzas de seguridad, instituciones que hoy no parecen ser la solución al problema sino parte de él; fin del secreto bancario, que hace cómplice del narcotráfico a todo el sistema el financiero; cooperación internacional efectiva para establecer políticas coordinadas en todo el mundo.

Por su parte, la liberalización de las drogas no sólo forma parte del problema de seguridad sino también del de salud pública. El costo social derivado del consumo indiscriminado es enorme, no sólo porque mantiene a la alza un mercado ilegal sino porque acelera la descomposición del tejido social y familiar así como la salud de los individuos. Reconocer lo anterior implica asumir que el problema de las drogas no puede ser responsabilidad sólo del individuo que las consume sino de la sociedad en su conjunto.

Por todo lo anterior, en lugar de satanizarla o ponerlo como la panacea, la liberalización de las drogas debe ser discutida por la sociedad en su conjunto y no sólo por líderes de opinión o funcionarios públicos desesperados por encontrar una salida fácil y mejorar su imagen pública. No hay que olvidar que existen antecedentes de liberalización en otros países del mundo y que la tendencia dominante parece apuntar a una progresiva regulación del consumo. Después de todo es un negocio, como el alcohol o el tabaco y por lo mismo, tarde o temprano será legalizado. ¿O será que conviene dejarlo en la ilegalidad para mantener las altas ganancias que benefician tanto a sectores del estado como del mercado y una guerra para legitimar un gobierno débil y sin rumbo?

jueves, 5 de agosto de 2010

Los toros y la democracia directa

La reciente ley aprobada en el Parlamento catalán que prohíbe las corridas de toros a partir del 2012 surgió de una iniciativa popular promovida por el grupo ciudadano Prou! (Basta) y fue respaldada por más de 180 mil firmas de ciudadanos y ciudadanas catalanas. Este hecho me parece una muestra contundente del poder de la democracia directa y de sus posibilidades para vigorizar a la política y a la democracia.

El proceso por medio del cual la sociedad catalana ha decidido acabar con una tradición -que para muchos define de manera inequívoca la identidad de España y su población- ha generado una interesante discusión con respecto a la pertinencia de un rasgo cultural. El diputado del Partido Popular, Rafael Luna, sostiene que detrás del resultado de la votación existe un sentimiento antiespañol y además afirma sin miramientos que los animales no “tienen derechos individuales” (sic).

Más allá de las diversas posturas que se puedan adoptar frente a esta polémica el proceso en sí revela la capacidad de una comunidad política por mirarse a sí misma, interviniendo directamente en los asuntos culturales y políticos que considera importantes. El hecho de que todo haya empezado con una iniciativa popular demuestra la importancia y las posibilidades de la democracia directa como mecanismo de participación ciudadana.

La comunidad catalana asumió la responsabilidad de enfrentar el cambio social poniendo en cuestión las tradiciones, que no necesariamente son intocables y sagradas. Este gesto nos habla de una sociedad en movimiento, dinámica y responsable. Si bien es cierto que no todos los catalanes comparten la idea de acabar con las corridas, es evidente que en cualquier parte del mundo las leyes no necesariamente gozan de unanimidad.

Así las cosas, el triunfo de la comunidad catalana es doble: por un lado inaugura en Cataluña un mecanismo de democracia directa con éxito; por el otro, demuestra que la ciudadanía puede y debe participar en la definición de su presente y su futuro, limitando el papel de las burocracias partidistas y de los gobiernos para administrar el cambio social. Ojalá que el ejemplo sirva para que los ciudadanos de otros países tomen conciencia de su capacidad para cambiar sus condiciones de vida. De otro modo seguiremos supeditados a las necesidades de unos cuantos, que enarbolando la idea del interés general seguirán imponiendo sus intereses en contra de la sociedad en su conjunto.

jueves, 29 de julio de 2010

La ley SB1070 y el fin de la hegemonía estadounidense

Todo parece indicar que mientras usted está leyendo estas líneas, la ley SB1070 -promulgada en Arizona para legalizar las detenciones de personas por el simple hecho de ser diferentes- empezará a ser ejecutada a pesar de la enorme polémica que ha desatado en los Estados Unidos. Las causas se relacionan directamente con la crisis económica, política y cultural por la que atraviesan; las consecuencias más probables serían el surgimiento de leyes similares en otros estados y el debilitamiento de las libertades civiles en aras de la eficiencia económica.

En un principio, la política migratoria de los Estados Unidos se concentró en aumentar la población para poder impulsar el desarrollo económico y explotar las enormes riquezas de su extenso territorio. A lo largo del siglo XIX, multitudes provenientes principalmente de Italia e Irlanda inyectaron gran vitalidad a las actividades económicas y las ganancias de los grandes capitales. Pero además enriquecieron la cultura estadounidense, al grado de que para muchos la película “El Padrino” de Coppola representa fielmente el espíritu americano, la apología del hombre que se hace a sí mismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convirtieron en la potencia hegemónica mundial y el crecimiento de su economía impulsó la necesidad de continuar la política migratoria para sostener el crecimiento espectacular de la producción y el consumo. No fue sino hasta el ataque a las torres gemelas en 2001 que la percepción del americano medio con respecto a la inmigración cambió sensiblemente y los argumentos de grupos racistas y fundamentalistas tomaron fuerza. Se estableció la distinción entre migración legal e ilegal, identificando a la última como la causa de todas las desgracias.

La inmigración ilegal se definió súbitamente como un problema por el aumento del desempleo, la violencia criminal y los cambios culturales que rompían con ‘tradiciones’ americanas, sean estas las que usted quiera. Pero en el fondo, el detonador de esta tendencia excluyente radica en la progresiva decadencia de los Estados Unidos como potencia hegemónica y la enorme frustración de sus habitantes WASP (White, anglo-saxon, protestant) ante el fin de la época de oro. Frente a semejante realidad, buscan un chivo expiatorio que cargue con la responsabilidad del fin del sueño americano. No se trata de buscar quien la debe sino quien la pague. Y los mexicanos cumplen con creces con el perfil. Por lo tanto, la ley SB1070 no es un signo de fortaleza de las instituciones y del pueblo estadounidense sino de su debilidad, síntoma de su impotencia por la pérdida de su posición hegemónica en el mundo y de la negación de los valores que los pusieron en esa posición.

miércoles, 21 de julio de 2010

Los tatuajes y la política

La paulatina pérdida del control de nuestras vidas cotidianas junto con la incapacidad de los estados nacionales para resolver problemas -como el caso del derrame petrolero en el Golfo de México o el crecimiento de la inseguridad- son las principales razones para comprender el estado de histeria colectiva en que estamos inmersos.

El miedo tiene como fruto la rabia, la reacción irracional, el rompimiento del delicado tejido social que mantiene unida a una comunidad. Cada quien se encierra en su espacio privado y mira con desconfianza al otro, acusándolo de todos los males y las calamidades que azotan su vida. Es en ése contexto en donde las salidas autoritarias y de corte fascista se fortalecen y se presentan como la única opción viable. No importa que sea a costa de las libertades propias y de la posibilidad de una vida digna para todos.

La aparición de milicias de patriotas que patrullan la frontera de México con los Estados Unidos para impedir el paso de los migrantes, las leyes en España para impedir la construcción de mezquitas o en Francia para el uso de la burka -prenda tradicional de las mujeres musulmanas- no son más que algunos ejemplos de las acciones motivadas por el miedo.

La sociedad mexicana no está exenta de manifestaciones semejantes. El ejemplo más reciente es cortesía de la directora del Instituto de la Mujer Guanajuatense, Luz María Ramírez Villalpando, quien declaró frente a un grupo de panistas que las mujeres que usan tatuajes o perforaciones (piercings) carecen de valores y debería impedírseles el acceso a la educación o al trabajo. Me imagino que pensó que tampoco tenían derecho a vivir, pero algo en su interior le dijo que eso le podía costar la chamba y se mordió la lengua.

Este tipo de manifestaciones, histéricas sin lugar a dudas, seguirán apareciendo en nuestro país y seguramente subirán de tono. Forman parte de una tendencia de la derecha política mexicana para aumentar su presencia en los gobiernos del país. Basada en la certeza de que frente al debilitamiento de los valores tradicionales la sociedad debe volver a los tiempos de la inquisición, apuesta a usufructuar con el miedo colectivo para favorecer sus intereses. Lograrán sus objetivos si los dejamos, si nos dejamos dominar por el miedo. En todo caso, si usted está pensando en hacerse un tatuaje, piense que no sólo le servirá como objeto decorativo sino que además será un manifiesto político.

jueves, 15 de julio de 2010

¿Una nueva etapa política en Cuba?

La reciente liberación de 52 presos políticos en Cuba parece abrir una nueva etapa en la historia de la isla. El costo político de mantenerlos encarcelados no paró de crecer, poniendo incluso en riesgo las inversiones extranjeras y por ende el frágil equilibrio económico de la isla. La mediación del canciller español Miguel Ángel Moratinos y de un alto funcionario del Vaticano probó su eficacia, pero sobre todo demostró que el gobierno cubano apuesta por salvar su economía a costa de flexibilizar su control político interno.

No por ello se debe ver el gesto como algo menor. Incluso los opositores al régimen como Héctor Palacios, uno de los más conocidos no duda en afirmar -en una entrevista al diario español El País -que la liberación de los presos políticos constituye “Es el avance más serio que ha dado el gobierno (cubano) en los últimos 50 años en busca de una concordia nacional, y puede abrir una nueva etapa”

Palacios forma parte del grupo de detenidos en el 2003 por el gobierno cubano, acusados de servir a intereses de gobiernos extranjeros. Otro conocido miembro de ese grupo fue Orlando Zapata, quien murió el pasado febrero, después de una huelga de hambre de dos meses y medio; al día siguiente, Guillermo Fariñas tomó la estafeta y dio inicio a su propia huelga de hambre, lo que aumentó la atención de la opinión pública internacional sobre el caso.

Si bien los medios coinciden en señalar que los problemas económicos son la causa principal de la liberación, habrá que subrayar el cambio radical que se da en la política cubana con respecto a los presos políticos. Tradicionalmente, las autoridades cubanas rechazaron siempre la existencia de presos de conciencia con el argumento de que eran presos comunes. La liberación debe ser analizada entonces como un cambio radical en el manejo del tema, que incluso puede abrir la puerta a otras acciones que resten rigidez al sistema político cubano.

La prensa internacional ha echado las campanas al vuelo interpretando el hecho como un síntoma de debilidad por parte de Raúl Castro, del principio del fin del régimen socialista. Más allá de semejantes especulaciones, no está de más recordar que buena parte de los países del G20, por ejemplo, mantienen a personas detenidas por sus ideas políticas y nadie parece darle importancia. La reciente liberación de los detenidos por el caso Atenco demuestra que es práctica común y corriente encarcelar a ciudadanos para impedirles el goce de sus derechos, como el de manifestación o libre asociación.

Así que a todos aquéllos que celebran la liberación de los presos políticos en Cuba habrá que pedirles que no olviden a todos los que siguen presos por sus ideas, estén donde estén.

miércoles, 23 de junio de 2010

La soberanía alimentaria

La práctica de despojar, negarles la posesión a otros, para el enriquecimiento de unos cuantos es una práctica muy antigua. En tiempos de crisis económica la lucha por las ganancias se exacerba, aumentando la tendencia a la desposesión de amplias capas de la población, no sólo de sus casas o tierras, sino de su cultura más profunda: la relación con la tierra y el perfeccionamiento milenario de semillas que representan lo más íntimo de la vida humana.

Además de haber sufrido las consecuencias directas del terremoto, Haití fue invadido por varios ejércitos y obligada a recibir donaciones de conocidas multinacionales productoras de semillas transgénicas, listas para invadir y extinguir las variedades locales, más adaptadas al suelo pero, sobre todo, propiedad de los campesinos.

La quema simbólica de una parte de la semilla donada por Monsanto a los campesinos haitianos como ‘ayuda para la reconstrucción’ representa una toma de posición muy clara frente al problema. El líder campesino Chavannes Jean-Baptiste manifestó que "Las semillas representan una suerte de derecho a la vida,… es por eso que hoy tenemos un problema con Monsanto y con todas las multinacionales que venden semillas. El agua y las semillas son patrimonio común de la humanidad… Defendemos las semillas nativas y los derechos de los campesinos a su tierra “1

La siembra de transgénicos profundiza la dependencia al desposeer a cientos de miles de pequeños agricultores o condenándolos a sembrar semillas que están patentadas por las compañías. En México el problema crece día con día y las perspectivas no son nada alentadoras. Poner en manos de las transnacionales la alimentación de toda una nación no parece muy sensato. Parece, más bien, un gran negocio para algunos a costa de las generaciones futuras.

En este contexto, las acciones de los campesinos haitianos ponen en el centro de la discusión la posibilidad de mantener la autonomía como seres humanos, la posibilidad de vivir una vida con dignidad. Son una clara manifestación de los problemas que enfrentamos hoy por la voracidad de intereses privados. La pérdida de los bienes públicos, como la tierra, el agua y las semillas, le impedirán a cualquier sociedad ofrecer una vida digna a sus integrantes. Y eso nos incluye a usted y a mí.


[1] http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95725