martes, 27 de diciembre de 2011

La invasión militar de EU a México se profundiza

En un texto publicado recientemente en el portal de la Agencia Latinoamericana de la Información, Raúl Zibechi atinadamente analiza los cambios en la estrategia militar de los Estados Unidos, los cuales se caracterizan por el desplazamiento de su atención desde el medio oriente hacia el continente asiático. Con el objetivo de seguir dominando el mundo (o imaginar ilusamente que lo pueden seguir dominando), Obama y sus patrones han asumido públicamente que la verdadera amenaza viene de China, con lo que la guerra contra el terror perderá fuerza poco a poco para que el Pentágono se pueda concentrar en contener al gigante asiático. Las consecuencias para América Latina son evidentes. “Si el objetivo de Estados Unidos frente a China consiste en “poner de rodillas a su economía, mediante el bloqueo de sus vías de suministro de energía”, esa política -que no es nueva- es de hecho un anuncio para el resto del mundo.” Y en particular, agregaríamos, para países con grandes reservas petroleras, como México.

Frente a la posibilidad de un conflicto armado, la plutocracia yanqui ha empezado por fortalecer su presencia militar al sur del Río Bravo con el Plan Colombia y el Plan Mérida que, con el pretexto del combate al narcotráfico, ha profundizado el control de los ejércitos de Colombia y México sin intentar ocultarlo. Es el caso de la reciente incursión de militares estadounidenses al cuartel militar ubicado en Matamoros, Tamaulipas, en la frontera norte de México. Fuertemente escoltados, por el ejército mexicano, armados y vistiendo su uniforme, los oficiales yanquis ingresaron a territorio nacional para sostener una reunión con altos mandos del ejército mexicano mientras un helicóptero violaba el espacio aéreo mexicano para reforzar la vigilancia.

Este hecho podría parecer una operación de rutina pero resulta muy ilustrativo de los niveles de intervención estadounidense en la política doméstica de México, la cual poco a poco se va mostrando con mayor confianza y de manera pública, como para que la población se vaya acostumbrando a ver militares extranjeros en suelo mexicano. ¿Qué necesidad de realizar un operativo de esa naturaleza para entrevistarse con sus pares mexicanos? Lo podrían haber hecho con mayor discreción. Pero no, pues de lo que se trata es de sondear las reacciones de la sociedad para una eventual invasión más en forma.

Y es que cualquiera sabe que la presencia de la inteligencia yanqui en México ha crecido a pasos agigantados a partir de la firma del Plan Mérida, en la que no sólo se pactó una ayuda económica para enfrentar el narcotráfico sino el apoyo logístico del Pentágono para someter a los mandos militares mexicanos, empezando por su Comandante en jefe, Felipe Calderón, a los objetivos geopolíticos de los plutócratas de Washington.

La reconfiguración del sistema mundo tiene y tendrá enormes consecuencias para los países de todo el mundo pero sobre todo para los que han integrado tradicionalmente la esfera de influencia estratégica para los Estados Unidos. El entreguismo y corrupción del gobierno de México han facilitado enormemente las cosas para la plutocracia yanqui que, en un escenario diferente, enfrentaría una gran oposición por parte de la sociedad mexicana. La reciente ‘invasión’ de mandos militares estadounidenses a Matamoros no es más que la punta del iceberg del sometimiento progresivo del estado mexicano y sus dueños a los designios y aspiraciones de nuestros otrora vecinos distantes pues ahora no sólo están más cerca sino en el corazón mismo de las instituciones nacionales.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Ayotzinapa y la militarización en México

Las movilizaciones estudiantiles en Latinoamérica han sacudido a la opinión pública y han logrado visibilizar la problemática provocada por la privatización de la educación. En Chile y Colombia, el movimiento estudiantil ha cobrado fuerza y simpatía de cara a la población al grado de que Camila Vallejo supera al presidente chileno en popularidad y en Colombia los jóvenes lograron desarticular una propuesta de reforma educativa promovida por el presidente Santos con la intención de iniciar poco a poco la privatización de la enseñanza.

En este contexto, las movilizaciones de los estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, se inscriben plenamente en esta ola de protestas, provocando una reacción violenta por parte de las autoridades locales y federales que dejó un saldo trágico y que demostró, una vez más, que la militarización del país ha generado un clima de represión y satanización de los movimientos sociales.

Las demandas principales de los estudiantes normalistas que bloquearon la carretera en Chilpancingo son: ampliación de la matrícula, profesores de carrera o aumento de la plantilla de profesores y audiencia con Ángel Aguirre, gobernador del estado de Guerrero. Las dos primeras resumen claramente las necesidades más urgentes para los estudiantes. Por un lado y frente a la paulatina desaparición de las normales rurales en México (llegaron a ser 36 y hoy sólo funcionan 16) llevada a cabo por las autoridades educativas, las posibilidades de que los hijos de los campesinos puedan tener acceso a la educación media y superior se han reducido brutalmente. Es por ello que los estudiantes normalistas exijan ampliar la cantidad de estudiantes matriculados. Por el otro, la demanda de ofrecer mejores condiciones laborales para los profesores o de ampliar su número aparece como un antídoto a la estrategia gubernamental de asfixiar a las normales rurales contratando profesores por horas y sobrecargándolos de trabajo.

Dada la naturaleza de las demandas, la reacción de las autoridades estatales resulta a todas luces desproporcionada y muy sintomática de la manera en que los gobiernos pretenden resolver las demandas sociales. En lugar de privilegiar el diálogo y la negociación a partir del reconocimiento de los derechos, el gobernador y sus representantes optaron por la represión y la mentira, echando mano de fuerzas policiales dedicadas al combate al narcotráfico. La renuncia de algunos de sus colaboradores -después de haber intentado a través de los medios de comunicación de responsabilizar a los estudiantes por los hechos- no pretende cambiar la dinámica represiva sino salvar la cabeza del gobernador, que de haber hecho su trabajo recibiendo en audiencia a los representantes estudiantiles no estaría ahora en el centro del huracán.

La muerte de Jorge Alexis Herrera Pino, Gabriel Echeverría de Jesús y Édgar David Espíritu es entonces responsabilidad exclusiva del gobernador Aguirre quien, a pesar de contar con el apoyo del gobierno federal y de fracciones de la ‘izquierda’ partidista, tendrá que hacer frente a las movilizaciones estudiantiles que seguramente se radicalizarán y cobrarán un nuevo impulso. Los estudiantes normalistas cuentan con una larga tradición de lucha por lo que no se van a replegar fácilmente. A las demandas originales se habrán de agregar la detención de los responsables de los asesinatos y el esclarecimiento de los hechos. Así, un conflicto que defendía intereses predominantemente estudiantiles se ha convertido, gracias a la torpeza y soberbia gubernamental, en un conflicto político que puede detonar protestas en otros lugares del país. La militarización en México está empezando a rendir sus podridos frutos.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Desigualdad y pobreza

La desigualdad y la pobreza no son lo mismo, aunque estén estrechamente relacionadas. Confundirlas o utilizarlas indistintamente tiene como finalidad dirigir la atención a la segunda dejando de poner atención en la primera. Para el estado mexicano y para la mayoría de los políticos de nuestro sistema político, el combate a la pobreza ocupa sin discusión el primer lugar entre sus objetivos; todos los gobiernos estatales y el nacional coinciden en señalarla como el mayor flagelo que sufre nuestra sociedad precisamente para alejar la atención en un flagelo mucho más peligroso: la desigualdad.

La pobreza sirve como catalizador para organizar todos los esfuerzos de nuestros representantes políticos, empresas y organismos internacionales en una auténtica cruzada a la que nadie se atrevería a criticar. Es un poco como la democracia, a la que nunca alcanzamos pero que ordena nuestros esfuerzos colectivos y es inatacable. Con la pobreza pasa algo similar, pues aparece como el horizonte inalcanzable que guía y legitima a los estados nacionales y a los discursos políticos, logrando de vez en cuando éxitos parciales pero siempre efímeros o poco significativos. Como el caso brasileño, que se ufana de haber sacado de la pobreza a millones de personas -gracias a las políticas de combate a la pobreza en el gobierno de Lula Da Silva- olvidando el hecho de que a pesar de semejante logro Brasil sigua siendo uno de los países más desiguales del mundo.

La pobreza se mide en términos de la capacidad de consumo de un individuo. Se limita a señalar las fronteras cuantitativas que determinan quienes son pobres y quiénes no, con base en la cantidad de ingresos. Por el contrario, medir la desigualdad implica dimensionar las posibilidades de cualquier individuo para desarrollar plenamente su potencial como ser humano. En la medida en que cada vez menos personas tengan ésa posibilidad existirá mayor desigualdad. De nada sirve salir de pobre (o sea tener un mayor margen de consumo) si los ricos son inmensamente más ricos, pues es la desigualdad la que hace posible la explotación del hombre por el hombre.

¿Cómo se manifiesta la desigualdad en la realidad? En la incapacidad de un sociedad para evitar la violación sistemática de los derechos humanos. Si unos pocos son muy poderosos y muchos son débiles la impunidad, la corrupción, el despojo, la discriminación y el racismo sentarán sus reales sin mucho esfuerzo. Podrá usted tener un mejor ingreso pero a la hora de ejercitar sus derechos, si éstos entran en conflicto con los intereses de una corporación internacional, difícilmente saldrá ganando. Es el caso de incontables comunidades, colonias y municipios que han protestado por la depredación ejercida por compañías mineras, maquiladoras, madereras, de energía y un largo etcétera. A pesar de que les asiste la razón jurídica, el saqueo no se detiene e incluso miembros activos de las comunidades son asesinados, secuestrados e intimidados no sólo por representantes de las compañías sino también por las propias autoridades.

Tal vez por eso habrá que poner más atención en el combate a la desigualdad, vía ejercicio de los derechos civiles, políticos y sociales, que en el de la pobreza, artilugio perverso de funcionarios y políticos de todos los colores para justificar su corrupción y su ineficacia. Y mientras nos distraen con sus programas de combate a la pobreza la desigualdad crece. No se trata de dejar de luchar por lograr mejores salarios y condiciones de trabajo sino de recordar que para lograr una mejor calidad de vida resulta indispensable que los ciudadanos tengamos un mayor control sobre las decisiones que afectan nuestra vida cotidiana. No sólo de pan vive el hombre.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La tragedia de los derechos humanos en México

La reciente reforma constitucional relativa a los derechos humanos debería ser considerada como un parteaguas en la historia del derecho mexicano. Lamentablemente surge en un contexto de violación sistemática de tales derechos por parte del estado mexicano. Su eminente promulgación se dará después de que 23 mil ciudadanos han solicitado a la Corte Penal Internacional (CPI) considerar la posibilidad de iniciar una investigación para corroborar la existencia de crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra en nuestro país. Junto con el delito de genocidio, son los únicos que la CPI puede castigar.

Y si bien el delito de genocidio no aplica estrictamente a la realidad nacional, los otros dos son en los que se enfoca la demanda. Las desapariciones forzadas y la tortura son los típicos delitos de lesa humanidad mientras que los crímenes de guerra son mencionados por los demandantes quienes consideran que vivimos una guerra civil durante la cual se han cometido delitos amparados por la visión militarista del estado mexicano.

La reacción del generalísimo no se hizo esperar, reiterando sin ambages el desprecio que siente por la opinión de sus representados, llegando incluso a comparar su persona con la Nación: si me acusan a mi perjudican a México, declaró con su acostumbrada soberbia. Repite la cantinela de que el jefe del poder ejecutivo está obligado a enfrentar el crimen organizado, cosa que nadie discute; el problema es la forma en que se está enfrentando el problema. Y es ahí en donde toma consistencia la denuncia ante la CPI.

En efecto, nadie puede negar que es indispensable enfrentar al narcotráfico. El problema está en la manera de hacerlo. El señor de los vinos y sus aliados insisten en la militarización como remedio, llamando daños colaterales a la práctica sistemática de la tortura, las desapariciones forzadas y la conculcación de derechos civiles. La ciudadanía insiste en que ningún estado nacional puede reducir o desaparecer las libertades públicas o violar los derechos humanos para enfrentar amenazas contra la Nación.

Los defensores de la militarización han calificado la demanda como una ilusión perversa y aseguran, al igual que su comandante, que la CPI la descartará. Además dicen que el sistema judicial mexicano está preparado para resolver todas las quejas que presente la ciudadanía. Sin embargo, y a pesar de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, las desapariciones forzadas y la tortura no están tipificados como delitos en nuestras leyes por lo que se impone la necesidad de acudir a cortes internacionales para obtener justicia ya que aquí no hay como.

Uno de los elementos de la reforma constitucional en materia de derechos humanos es que se inspira en los avances del derecho internacional y promueve la idea de que es necesario utilizarlos para mejorar la procuración de justicia en México. Pero nuestros representantes parecen no darse cuenta de lo que eso significa y ponen el grito en el cielo cuando son enderezados en su contra. En esta columna dijimos hace tiempo que los crímenes cometidos por las instituciones encargadas de la seguridad pública no preescriben y que, si no ahora, en el futuro existía la posibilidad de que fueran juzgados los responsables de la tortura y la desaparición forzada. Parece que esos 23 mil ciudadanos han decidió actuar inmediatamente, en lugar de esperar a que las autoridades rectifiquen. Resulta trágico que mientras nos felicitamos por las reformas constitucionales en materia de derechos humanos el estado mexicano enfrente acusaciones en una corte internacional. Así están las cosas.

Las ‘novedades’ del 2012

Las candidaturas para competir por la presidencia de la república están prácticamente definidas. La ‘izquierda’ resolvió un conflicto largamente esperado con una encuesta virtual, pues nadie sabe a ciencia cierta como la hicieron, mientras que el dinosaurio parece mantener la unidad gracias a los madruguetes de su dirigencia. Sólo faltan los panistas por decidirse, presionados ahora por la ventaja táctica de los acuerdos en lo oscurito de sus oponentes, aunque todo parece indicar que, ya sea Chepina o el chico palacio, van a quedar en tercer lugar. Los resultados en Michoacán dejaron claro que el voto de castigo ahora va a ser para el PAN.

Haiga sido como haiga sido, la composición de la boleta electoral del 2012 reflejará la ausencia de mecanismos democráticos para designar a los candidatos, aun en el caso de que el PAN simule realizar una contienda interna para designar al suyo. Recordemos que éste último partido elige candidatos en asamblea compuesta por sus caciques regionales más un consejo de notables encabezado por personajes de dudosa reputación, como Diego Fernández, evitando así que la militancia intervenga de manera directa. Nada nuevo por ese lado pues.

Las novedades del proceso, exagerando bastante, serían por un lado la transformación del discurso y la imagen del llamado ‘mesías tropical’ por el intelectual conservador que prefiere los mesías ibéricos, faltaba más. Hay de mesías a mesías. El peje parece seguir la otra senda, la de Lula, modificando su discurso para hacerlo más accesible a los dueños del dinero, en particular las televisoras, perdonándolos por todo lo que le hicieron en el 2006. Además el tabasqueño ha contratado al más poderoso creador de imagen en nuestros días, Mr. Photoshop, para quitarse las arrugas, las ojeras, los cachetes de cochinito avejentado y aparecer más joven que hace cinco años. Adiós al gallito en el cabello que tanto dio de que hablar. Y si no me cree échele un ojito (sin albur claro) a su página en internet y compárelo con la realidad.

Por su parte, el copete más famoso del país quiere alejarse de su imagen superficial que lo ha posicionado como el metrosexual por excelencia de nuestro país (aunque Don Beltrone no canta mal las rancheras en ese departamento aunque no le alcanzó) para darse aires de intelectual presentando un libro que tiene un título que me recuerda más los libros de autoayuda que los ensayos políticos: “México, La Gran Esperanza: Un Estado Eficaz para una Democracia de Resultados”. Para que se vea que va en serio en sus aspiraciones intelectuales lo acompañarán nada menos que Héctor Aguilar Camín, (¿o será Mamín? Elija el que mas le guste) y Jaime Sánchez Susarrey, flamantes doctores en el arte de vender kk a precio de oro.

Y si todo sigue como va, el PAN -ése partido que se opone sin titubeos a la libertad de las mujeres para decidir sobre su cuerpo- tendrá una mujer como candidata, la cual surgirá de un proceso interno aunque con las limitaciones ya mencionadas. Como no cuenta con el apoyo de señor de los vinos, última hora éste hace alianza con el PRI para evitar la llegada de su otrora contrincante y salvar a México, una vez más.

En todo caso, más allá del resultado de la elección presidencial, los candidatos serán simples imágenes virtuales que tendrán la finalidad de ocultar sus miserias y sus ansias de poder; gane quien gane las cosas va a seguir igual o peor. De eso ni duda cabe.