viernes, 17 de agosto de 2012

¿Por qué defender la educación pública? (Parte 1)

La historia México y el surgimiento del estado liberal cuenta entre sus problemas más delicados el del papel del estado en la educación. Como consecuencia del monopolio que ejerció la iglesia católica para educar a la población, a lo largo de los tres siglos de la Colonia, se consideró natural que dicha institución controlase el proceso educativo y peor aún, el clero lo sigue considerando hoy. Una de las demandas más recurrentes de las autoridades eclesiásticas y de las organizaciones afines es lo que llaman, la libertad de la educación, entendida ésta como la posibilidad de que sea incorporada la enseñanza católica en las escuelas públicas; se considera que el alumnado, predominantemente católico, ve coartadas sus libertades al impedírsele recibir dicha educación en el aula. Este argumento deja de lado el hecho de la existencia de la enseñanza privada, buena parte de la cual es controlada por grupos religiosos, y de la libertad de los padres y madres de familia para inscribir a su descendencia en cualquiera de ellas. En todo caso la discusión no es nueva, pero es evidente la importancia que se le atribuye a la educación y el sitio estratégico que tiene en el desarrollo de la sociedad. Este conflicto podría ser resumido en dos ideas dominantes en relación con la educación y la sociedad: la educación es un problema privado o un problema público.
Una de las organizaciones más activas en la defensa de la educación, como parte de la esfera privada, es la Unión Nacional de Padres de Familia,  que en su página de internet ofrece un diagnóstico revelador de las ideas principales con las cuales defienden su postura al respecto:
Sabiendo que la libertad de Educación en México es precaria y que no está  reconocida en la constitución, ni recibe apoyo alguno por parte del gobierno y que la Calidad de la Educación es pobre, este proyecto busca el que se reconozca y apoye el derecho de los padres para educar a sus hijos de acuerdo a sus principios y convicciones, y que haya Libertad de Educación para todos, con un sistema educativo que promoviendo los valores universalmente aceptados, eleve la Calidad de la Educación para que, además de atender el desarrollo integral de la persona, compita favorablemente en el Concierto Mundial de Naciones. (www.unpf.org.mx)
El diagnóstico se basa en los siguientes argumentos: la precaria libertad en la educación        no está reconocida en la Carta Magna -aunque con la posibilidad hoy por hoy de que se apruebe la reforma al artículo 24- y por lo tanto no recibe apoyo oficial, por lo que es ‘pobre’ cuando las escuelas privadas reciben enormes transferencias de recursos y apoyos fiscales. Frente a tal panorama se reivindica sólo una cosa: que los padres puedan educar a sus hijos de acuerdo a sus principios y convicciones, que no son otros que los universalmente reconocidos -léase los valores católicos. Sólo así el alumnado podrá desarrollarse integralmente y ser competitivo en el mundo. En otras palabras, la educación en México es deficiente básicamente porque limita la libertad en la educación. Se podría deducir de lo anterior que la calidad de la educación está directamente relacionada con los valores promovidos, con el nivel de participación de los padres de familia y no necesariamente con la calidad y actualidad de los contenidos específicos de los programas de estudios. O sea, la escuela está para reproducir los valores familiares; lo demás es lo de menos.  (Continuará)

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