lunes, 12 de octubre de 2009

¿De qué le sirve al PRI involucrarse con la figura de Salinas?

Las economías de Latinoamérica han sufrido el impacto de la crisis económica de manera diferente. El factor determinante para medir los estragos gira alrededor del nivel de dependencia con la economía estadounidense y es por eso que México está a la cola de la recuperación en la región. Gracias al Tratado de Libre Comercio, nuestra economía depende casi completamente del mercado de los Estados Unidos y hoy por hoy, más que procurar una salida de la crisis, la economía mexicana está subsidiando la recuperación de nuestros vecinos del norte.

Las relaciones económicas entre México y los Estados Unidos han sido siempre ambivalentes: por un lado nos ha beneficiado la cercanía con el mercado más importante en el mundo, eso no se puede negar, pero por el otro, los costos han sido muy altos, sobre todo por estar encadenados a la suerte de dicho mercado y en esa medida alejados de una economía diversificada, que en el lenguaje popular se traduciría en la vieja receta de no poner todos los huevos en la misma canasta.

En ese sentido resulta preocupante observar que la clase política de este país no está pensando en cambiar el rumbo sino en aferrarse a seguir dependiendo de los Estados Unidos y su futuro económico. No puedo pensar en otra cosa cuando veo que buena parte del los dirigentes y miembros distinguidos del PRI le hace caravanas y fiestas al artífice de la dependencia económica y política de México para con EU. Si me refiero a Carlos Salinas.

A pesar de su pésima imagen pública, sobre todo con las mayorías de este país, el ex presidente está empeñado en mejorar su imagen pública. Primero apareciendo en fiestas privadas de la nomenclatura priista como bodas y bautizos así como en la portada de revistas que se dicen serias; y luego dando conferencias –sobre las causas y posibles salidas de la crisis actual, vaya ironía- escoltado por gobernadores en funciones como el de Veracruz.

Entiendo que el ex presidente trate de revertir la pésima opinión que tenemos la mayoría de los mexicanos y mexicanas de él. Para un hombre que creyó tocar el cielo debe ser muy difícil aceptar que debe evitar caminar en la calle para no ser insultado por sus compatriotas, en el mejor de los casos. Pero lo que resulta más difícil de entender es el afán de sus compañeros de partido, algunos de ellos antiguos discípulos y admiradores, para ayudarlo en tan inútil tarea. ¿De qué les sirve a los priístas involucrarse con la figura de Salinas a estas alturas? ¿Será que Salinas se está vendiendo como el fiel de la balanza para evitar conflictos entre los suspirantes del PRI a la presidencia en el 2012, allanando así el camino para su regreso triunfal a Los Pinos, a cambio de su rehabilitación como figura pública?

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