jueves, 31 de enero de 2013

¿El equipo de todos?


El partido de futbol que jugó ayer la selección mexicana contra su similar de Dinamarca, en Phoenix, Arizona, no deja lugar a dudas de que el tricolor no es más que la empresa de los dueños de los equipos de futbol profesional en México, agrupados en la Federación Mexicana de Futbol (FMF). Motivados por su sed de ganancias, a los empresarios de la FMF no les importó elegir la ciudad y el estado de la Unión americana que en 2010 aprobó la polémica la Ley SB1070, la cual se distingue por estar inspirada en principios racistas.

La ley en cuestión generó un amplio movimiento de protesta, no sólo entre los migrantes que viven y trabajan en Arizona, sino también entre las organizaciones defensoras de derechos humanos en ambos lados del Rio Bravo. Señalada por atentar contra la dignidad de los trabajadores migrantes, la ley se caracteriza por permitir que cualquier empleado de la policía, local o del estado, pueda detener a cualquier persona por su apariencia física -independientemente de que haya cometido un ilícito o tenga intención de hacerlo. La medida ha desatado una cacería de brujas al mejor estilo del fascismo alemán, que en su momento detenía a personas por el sólo hecho de parecer o llevar un apellido de origen judío.

Pero lo anterior no fue considerado por la FMF y menos por el entrenador de la selección, el “Chepo” de la Torre, que prefirió pasar por ignorante (“… no estoy tan empapado de todo este tipo de circunstancias que pasan con nuestros paisanos…”) a arriesgar sus enormes ganancias como director técnico. Después de todo es un simple empleado de la FMF. Y de los jugadores ni se diga; están más ocupados en cobrar sus regalías -por el alto honor de representar a sus patrones y no a los colores y símbolos que portan en la camiseta- que al público al que se deben y del que sale el dinero que se embolsan, A lo más que llegaron, como declaró Carlos Salcido, fue a reconocer que “Sabemos que la gente que está acá ha pasado por algo fuerte, algo difícil” Y manifestó lo anterior porque parte de su familia emigró los Estados Unidos. Cuando menos no se hizo el tonto como el Chepo.

Sin embargo, grupos de activistas mexicanos residentes en Arizona han iniciado una campaña para boicotear el espectáculo. Entre sus argumentos destaca la posibilidad de que a la salida del estadio, las autoridades locales se dediquen a detener a toda persona que parezca sospechosa. Los activistas insisten en que el boleto que compre un migrante para asistir al partido podría ser un boleto para su deportación. Consideran una aberración que, además de una posible cacería de mexicanos al término del encuentro, el 10% de las ganancias por concepto de entradas  vayan a parar a las arcas del estado de Arizona. 

Las televisoras mexicanas -parte fundamental de la FMF, ya que poseen varios equipos de la primera división- han sido muy cuidadosas para evitar cualquier comentario al respecto. Más bien han estado alentando a las personas, con toda suerte de argumentos nacionalistas, para que asistan al estadio sin considerar las consecuencias que esto pueda acarrearles a sus compatriotas. Por ello no queda más que reconocer que la selección nacional, al igual que otras empresas ‘nacionales’, no es más que - a contrapelo de lo que dicen los merolicos de las televisoras- el equipo de todos… los socios de la FMF y no representan precisamente de los habitantes del país.

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