jueves, 6 de diciembre de 2012

La tortilla como símbolo de identidad cultural

En este espacio se ha denunciado varias veces las consecuencias negativas de mantener con vida el tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tanto para la economía, como para la política. Esta vez habrá que agregar la dimensión cultural, en la cual juega un papel determinante la alimentación: ¿Qué sería de los chinos in el arroz o de los italianos sin el espagueti? ¿Y qué sería de los mexicanos sin la tortilla? La mutación de la cultura ante la ausencia de los alimentos básicos es impredecible.

Todo esto viene a cuento al revisar los resultados de la reciente investigación titulada “La alimentación de los mexicanos. Cambios sociales y económicos, y su impacto en los hábitos alimenticios” y auspiciada por la Cámara Nacional de la Industria de la Tranformación (CANACINTRA). Basada en datos proporcionados por instituciones públicas nacionales e internacionales como Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) los resultados son alarmantes, por decir lo menos.

De acuerdo con la investigación, en las últimas tres décadas ha descendido el consumo de la tortilla y ha subido el de la pastelería industrializada (gansitos, trikitrakes y demás basura transgéncia, alta en grasa y azúcares). El cambio del patrón en el consumo de alimentos coincide, faltaba más, con el inicio del TLCAN y ha provocado el aumento de enfermedades, como la diabetes y la obesidad, sobre todo entre la población de menores recursos. Habría que agregar que dicho cambio ha acabado por hundir la producción de maíz y ha impulsado de manera espectacular la venta de productos importados o elaborados en México con insumos traídos del extranjero.

Estas tendencias han colocado a México como el segundo país importador de alimentos en el mundo (chin, seguimos ganando la medalla de plata) sólo superado por Japón que, dicho sea de paso, es una islita con poquísimas tierras aptas para el cultivo mientras que México es un país mucho más grande en extensión y en biodiversidad. Así las cosas importamos el 40% del maíz que consumimos, el 50% del trigo, el 75% del arroz, casi todo el aceite para cocinar y la importación de carne y leche van en aumento así como el huevo que, hasta hace muy poco, era el único alimento en el que México era autosuficiente. (www.proceso.com.mx/?p=325918

Aquí resulta imposible dejar de preguntar ¿¡Por qué!? Pues simple y sencillamente porque la política económica de nuestros gobernantes se ha esmerado en desmantelar la economía nacional para ‘modernizarla’ y ofrecer oportunidades para que las grandes transnacionales nos sigan sacando jugo.
Pero más allá de las veleidades del modelo de desarrollo, impulsado por los dueños del dinero, las consecuencias ponen claramente en riego los elementos definitorios de nuestra identidad cultural. Al mismo tiempo que nos envenenan para ‘impulsar nuestra competitividad en el mercado internacional’ (esa frase les encanta a los lacayos/economistas del capital) nos arrebatan los pilares culturales. No falta quien afirme que dejar la tortilla nos convierte en ciudadanos del mundo, nos saca del subdesarrollo pues. A ellos hay que responderles que para ser ciudadanos del mundo es necesario saber quiénes somos. De otro modo seremos simplemente esclavos.

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