viernes, 16 de noviembre de 2012

El calderonato reforzó el autoritarismo y la pobreza

En los últimos días del nefasto sexenio de Calderón los balances y críticas coinciden en señalar el enorme costo político que ha tenido su fallida guerra contra el narcotráfico y su política económica. Si ya en 2006 la ciudadanía se mostraba desconfiada de sus instituciones y sus gobernantes, seis años después la debacle se acentúa, demostrando así las consecuencias de la pésima gestión del también conocido como el señor de Los Vinos.

Los resultados de la quinta Encuesta Nacional sobre Cultura, Política y Prácticas Ciudadanas (Encup 2012), realizada por la secretaría de Gobernación y la organización Friedrich Naumann Stiftung, no dejan lugar a dudas: ante el deterioro de la economía familiar y la ola de violencia los ciudadanos coinciden en priorizar el desarrollo económico por encima de la democracia representativa como sistema de gobierno. Las consecuencias negativas del calderonato han generado mayor pobreza y desilusión ante el fracaso de la supuesta transición democrática. Es así como va tomando fuerza el argumento de que es necesario sacrificar los mínimos avances en materia política para obtener mejores beneficios materiales.
Una de las instituciones más raspadas por los resultados de las encuestas fue el Instituto Federal Electoral (IFE) pero también el ejército, la iglesia. Y los patitos feos siguen siendo los partidos políticos, los sindicatos y, en el honroso último lugar, nuestros flamantes legisladores, a pesar de todo lo que gastan en spots para mejorar lo inmejorable: su pésima imagen pública. Por su parte, las fuerzas armadas, que gozaban de cierto prestigio entre la población, apenas seis años atrás, hoy no parecen despertar el mismo entusiasmo, gracias al enorme desgaste que han sufrido por sus labores policiales, que las han colocado en el primer lugar en violaciones de derechos humanos en el país.

Un dato relevante es que el 56% de los encuestados considera prácticamente imposible que las cosas cambien en el sistema político, contrastando con el dato de que cada vez más ciudadanos consideran que la solución a sus problemas no vendrá del presidente de la república sino de su propia acción política. Si bien la clara decadencia del presidencialismo puede resultar positiva –no hace mucho era visto como la única institución capaz de cambiar la realidad- habría que considerar que la mayoría de los encuestados considera que las cosas van a empeorar y que la política es una actividad muy complicada.

Así las cosas, el desastre sexenal deja como herencia mayor pobreza y una resaca social, proveniente del fracaso de la transición política, que parece ampliar las posibilidades de eliminar el disfrute de derechos a cambio de frijoles. El caso de la reforma laboral parece ser un indicador fiel de lo anterior, pues utilizando el garlito de generar más y mejores empleos a costa de derechos ha logrado salir adelante sin mucha oposición en las calles. 

En todo caso los resultados de la Encup 2012 nos muestran una fotografía bastante pesimista de la situación en la que nos encontramos. Y como bien perciben los encuestados las cosas no van a mejorar.

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