jueves, 21 de enero de 2010

La verdadera tragedia de Haití

La reciente tragedia humanitaria en Haití ha definido, una vez más, la estrategia política de los Estados Unidos hacia Latinoamérica. Después del golpe de estado en Honduras, el gobierno encabezado por Barack Obama confirma lo que se sospechaba desde el inicio de su mandato: la política exterior estadounidense no va a cambiar, la receta de los Bush seguirá dominando pero ahora tendrá una cara bondadosa y conciliadora.

El terremoto en Haití ha sido utilizado por los Estados Unidos para ocultar el hecho de que la pobreza, la marginación y la violencia cotidiana en la isla son producto añejo de las políticas colonialistas, que desde el siglo XIX, han provocado la postración y dependencia del pueblo haitiano. Primero con dictaduras como la de los Duvalier, financiadas y sostenidas por los gobiernos yanquis; y posteriormente con golpes de estado para evitar que la voluntad popular expresada en las urnas se cumpla, como en el 2004. Los Estados Unidos han impedido cualquier forma de gobierno que se proponga mejorar las condiciones socieconómicas de los haitianos.

El objetivo de tales intervenciones no es otro que mantener un control colonialista en la isla que garantice las ganancias de las corporaciones y compañías, pero también, en la coyuntura actual, para fortalecer un frente político en contra de países non gratos en la región. Así lo reconocen James M. Roberts y Ray Walser, miembros de la Fundación Heritage, cuando afirman que “El gobierno del Presidente René Préval es débil y está ahora literalmente inmerso en el caos más absoluto. Es probable que Cuba y Venezuela, que ya han intentado minimizar la influencia de EEUU en la región, aprovechen esta oportunidad para elevar su perfil y su influencia…”*

El pretexto es digno de los mejores tiempos de la Guerra Fría y ha provocado que en este momento diez mil soldados del ejército estadounidense se encuentren en Haití -además de portaaviones, fragatas y cruceros- invitados, claro está, por el presidente haitiano. La idea central no es otra que mantener el control de la población para ahogar cualquier intento de reconstrucción y restauración de sus instituciones a partir de las necesidades nacionales.

Lo irónico es que se está promoviendo la idea, por medio de una campaña en la opinión pública internacional, de que Obama es el salvador de los haitianos, cuando en realidad está actuando guiado por sus propios intereses: impulsar su imagen y quedar bien con sus amos, los dueños del dinero.

La verdadera tragedia de Haití es su dependencia de los Estados Unidos, que ha generado por muchos años pobreza y hambre, violencia generalizada, un estado impotente y en franca desaparición. El terremoto descubrió una realidad que no es nueva y que lamentablemente está siendo utilizada para reforzar las condiciones del dominio yanqui en la región. El pueblo de Haití seguirá siendo discriminado y explotado por los colonialistas de siempre. ¿Quién puede pensar que la ocupación militar va a ser la clave para la reconstrucción de Haití? Sólo los que no quieren reconstruir nada, los que quieren seguir medrando en medio del caos y la miseria, a punta de balazos.

* http://www.heritage.org/Research/LatinAmerica/wm2754.cfm

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