sábado, 28 de marzo de 2009

Sociedad y educación

Las pugnas por redefinir la política educativa son cada vez más evidentes, obligándonos a reflexionar sobre sus objetivos y su futuro. Desde el sexenio pasado se ha impulsado un proyecto que tiene como objetivo central desmantelar el sistema público de la educación, que inició en el siglo XIX, con el triunfo liberal, y se fortaleció con la revolución mexicana y el artículo tercero constitucional. La meta fue muy sencilla pero vital para la construcción de la Nación: inculcar en la población una serie de valores, símbolos y creencias que sirvieran como núcleo de la identidad nacional.
En ese sentido, la educación pública sirvió como punta de lanza para acabar con la hegemonía de la Iglesia en la educación y para homegeneizar contenidos y fines educativos. Pero también, su carácter público estuvo y está orientado a definir la educación pública como una inversión social y no solamente personal. Si una persona entra a una escuela pública tendrá que reconocer que la sociedad está invirtiendo en su educación para que, una vez concluida, asuma el compromiso de regresarle a la sociedad, por medio de su actividad profesional, lo que recibió de ella.
Sin embargo, si la persona invierte recursos para pagarse una carrera en una institución privada de educación superior, al terminar sus estudios saldrá a la calle con el deseo de recuperar su inversión. El compromiso social del egresado del sistema público, se convierte, en el egresado de una institución privada, en un compromiso personal para hacer rentable su inversión. Y es así como existe hoy una visión empresarial del conocimiento, que privilegia el beneficio personal por encima del social. Ya no se concibe a la educación como un bien social, público, sino como un bien privado, personal.
Habrá que reconocer que algunos de los egresados del sistema privado de educación superior no necesariamente actúan al margen de la responsabilidad social que implica tener el privilegio de ser un profesionista; y lo mismo se puede decir de los que poseen un título otorgado por una universidad pública y que rechazan el compromiso de regresarle a la sociedad lo que ésta le ha otorgado, llevándose por delante a quien se deje.
Por desgracia es imposible negar que la tendencia mercantilista en la educación crece en detrimento de la visión social. Habrá que estar atentos a las reformas educativas impulsadas por el gobierno federal, que en contubernio con los lideres magisteriales, insisten en desmantelar lo que costó más de un siglo construir, sin tener un propuesta clara, más allá de beneficiar a unos cuantos. ¿Qué clase de sociedad queremos? La educación juega un papel fundamental para responder a semejante pregunta, y eso también es imposible de negar.

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