sábado, 28 de marzo de 2009

Adiós a la televisión

La llegada de la televisión a nuestras vidas provocó en su momento una explosión de optimismo y orgullo. Quien hubiera creído a principios del siglo veinte que podríamos ser testigos de hechos y calamidades a miles de kilómetros de distancia. Poco a poco, la televisión dejó de ser una manera de distinguirse de los demás, ya que no todo el mundo podía contar con semejante aparato, para convertirse en parte de los muebles de la sala y orgullo del hogar. Con el tiempo la reunión familiar alrededor de la pantalla chica perdió sentido y se refugió en las recamaras de grandes y chicos. Dicen que gracias a eso bajo la tasa de natalidad en México. Lo cierto es que la diversificación de la programación separó a la familia, ofreciéndole espacios especializados por sexo, edad y condición socioeconómica, lo cual a acabó con la sana costumbre de compartir las vicisitudes del chavo del ocho o de los gobiernos en turno.
Sin embargo, la televisión está a punto de pasar a la historia para cederle su lugar a la computadora. En poco tiempo, la pantalla servirá no sólo para ver programas de entretenimiento sino para comunicarse cara a cara con otras personas, estén donde estén, e incluso jugar con la realidad virtual paseando por París o Beijing, de la mano de quien se le antoje.
Las nuevas tecnologías proporcionarán una mayor interactividad que podría acabar con la pasividad del televidente común y corriente, aunque no está muy claro cuanto de ellos estarán dispuestos a seguir siendo recipientes vacíos para convertirse en audiencia activa y participante. La posibilidad de generar productos multimedia con bajo presupuesto hace posible que cualquiera puede tener su propio canal de televisión y ser visto en cualquier parte del mundo. Claro, la mayoría seguirá fiel al canal de los estrellados pero poco a poco se verán tentados a explorar las posibilidades casi infinitas a su alcance.
Y entonces será el fin de la televisión como la conocimos en los últimos cuarenta años. En todo caso me queda la duda de si la muerte de la caja idiota liberará al ser humano de la explotación y la injusticia. O si las nuevas tecnologías acabarán con la pobreza y la exclusión. Difícil de creer. Des pues de todo la televisión no es la responsable de los problemas de la humanidad, aun concediendo que siempre ha estado del lado de los poderosos. Así que si usted está a punto de tirar a la basura su antigua televisión, piense bien que las antigüedades pueden ayudar a tapar los baches de la economía familiar y de paso, mientras se hacen viejas, podrá contar con un recuerdo de cuando la tele era la reina del hogar y suspirar por los viejos tiempos. Nada permanece todo cambia.

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