viernes, 14 de septiembre de 2012

La monarquía en España se tambalea

Los recortes y apretones de cinturón al gasto público en el reino de España están cobrando víctimas a diestra y siniestra. Por un lado la sumisión de Rajoy a los designios de los banqueros alemanes está provocando una avalancha de despidos, desahucios, suicidios, crisis familiares, embargos… Las mayorías están enfrentando una terapia de shock para mantener los privilegios de unos cuantos, entre los que se distingue por supuesto la familia real y toda su corte de terratenientes y militares.
Sin ambargo, la monarquía también ha contribuido para acrecentar el número de personas opuestas al régimen. La irrefrenable ambición de enriquecimiento de Juan Carlos acabó convirtiendo a la familia real en un bufete de gestores comerciales y de negocios que, dado que se mueve en la ilegalidad sistemáticamente, acabó pasándole la factura, en particular a su yerno Iñaki Urdadangarín, quien enfrenta cargos por desfalco y corrupción pero sobre todo visibiliza el hecho del enorme enriquecimiento de la familia real gracias a su influencia en el gobierno y su relativa impunidad.
Pero además, el rey parece seguir viviendo en un mundo en el que puede hacer lo que quiera sin enfrentar las consecuencias, cuando la situación es precisamente la contraria. Ya desde su altercado con el presidente Chávez se mostró ajeno al protocolo que exigen las reuniones de jefes de estado. Pero su viaje a Botsuana para matar elefantes podría ser una muestra más clara de la esquizofrenia real. Justo en el momento en que la crisis económica estalla con toda su fuera en España el jefe del estado se encuentra matando animales protegidos a costa del erario y, para rematar, se cae y se fractura la cadera, lesión por excelencia de la senilidad. Los actores políticos institucionales, tan bien acomodados al régimen llegaron a sugerir la idea de que Juan Carlos debería abdicar para poder llevar la vida que desea y dejar los asuntos de estado a su heredero. Este hecho demuestra que los amos de España no ven con buenos ojos los desvaríos reales pues comprometen su poder.
Y es aquí en donde la derecha y el PP se dan un tiro en el pie. Al agraviar sin miramientos con un ¡Qué se jodan! a los pueblos de España para mantener las cosas como están aunque ya no den para más, simplemente legitiman la rebelión, que parece empezar en Cataluña donde se está promoviendo la independencia. Y en un contexto como ése sólo hace falta un actor/catalizador que acelere el descontento y al mismo tiempo lo alimente. Juan Carlos de Borbón está apoyando todas las medidas económicas tomadas por el gobierno de Rajoy y declarando a favor de ellas.
La derecha española mientras tanto atiza el fuego sin darse cuenta de que el costo político de los ajustes económicos no sólo le afecta al PP y su gobierno sino al régimen en su conjunto, con el rey a la cabeza.  No se ve que vaya a cambiar el rumbo de la política económica a corto plazo; en la medida en que se vayan asentando los recortes y aumentando el desempleo y la precariedad el descontento crecerá aun más. Y tal vez entonces, en un afán desesperado por salvar sus privilegios, los dueños del dinero en España le abrirán la puerta a la república para que pase por encima del cadáver de la monarquía y finalmente se cierre el trágico e infame periodo que inició con el golpe de estado encabezado por el ejército y la iglesia y que aun no finaliza, a pesar de transiciones pactadas o tal vez, precisamente por eso.

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