jueves, 20 de septiembre de 2012

La importancia de defender el territorio liberado #YoSoy132

¿Cuál es el papel de los jóvenes en la lucha por mantener viva a la libertad de expresión?
Para contestar a la pregunta es necesario remontarse los años sesenta, en particular a 1968. Esto es así ya que el movimiento estudiantil tenía una bandera que hoy es moneda corriente aunque no por ello una realidad: la autonomía del individuo frente al estado. Pero ¿qué tiene que ver la autonomía con la libertad de expresión?
Muy sencillo: si no podemos pensar más que lo que el poder quiere que pensemos, entonces ¿dónde queda nuestra libertad de expresión? ¿No sería ésta sólo un simple reflejo de las ideas políticamente correctas?
El tema es más complicado de lo que parece, pero me interesa aquí dejar en claro que la lucha por la libertad de expresión que ustedes sostienen es fundamental para la salud pública. Sin ella viviríamos en un mundo ya imaginado por George Orwell en su novela 1984, en donde toda expresión humana es controlada y evaluada por el estado, en donde no existe un espacio público en el cual confrontar ideas y proyectos.
Pero volvamos a los sesentas. Podamos constatar que los movimientos estudiantiles fueron la constante en todo el mundo occidental. En Estados Unidos, en Francia, en México. En su momento fueron duramente criticados por los poderosos como expresiones desviadas, provocadas por el consumo de drogas y la música estridente. Hoy sabemos que gracias a tales movimientos las sociedades modernas accedieron a una mayoría de edad.
En el México de nuestros días ya nadie pone en duda que gracias a las movilizaciones estudiantiles de 1968 el sistema político autoritario que hoy agoniza, empezó  a mostrar señales de agotamiento. Sin embargo la represión fue terrible y abrió una etapa negra en nuestra historia nacional que hasta hoy empieza a ser discutida abiertamente. En todo caso la represión no cesó; tres años después, en 1971, el poder volvió a mostrar las garras y obligó a muchos a buscar una salida violenta frente a la cerrazón gubernamental. 
En este sentido, lo que queda por hacer es lo que ustedes están haciendo hoy: mantener un espacio autogestionario, con autonomía del estado y que recoja las críticas y proyectos de los jóvenes y la población en su conjunto. Un espacio en donde la libertad de expresión no sea una graciosa concesión del poder sino una práctica cotidiana, una razón de ser. La libertad de expresión no consiste hoy en que nos permitan o no nos permitan decir lo que pensamos, sino en abrir y mantener espacios en donde las posibilidades de expresión de los jóvenes, los no tan jóvenes, y todos los que tengan algo que decir, sea una realidad. Ganar espacios es la lucha por la que hoy pasa la libertad de expresión. Sin ellos es como querer que crezca el maíz sin agua y sin sol. El abrir espacios como este para la comunidad estudiantil, el barrio, la colonia, es hoy la columna vertebral de un proyecto que busca hacer realidad un mundo en donde la sociedad civil no sea más rehén de las ambiciones de los dueños del dinero. Un mundo donde quepan muchos mundos.
Por eso es importante que se mantenga con vida este territorio liberado -creado al calor del reciente golpe de estado electoral- a pesar de las descalificaciones y sarcasmos de la burocracia de la pluma y sus patrones. La existencia del movimiento #YoSoy132 apunta a mantener la posibilidad de que la libertad de expresión sea una realidad en donde las mujeres y los hombres de México puedan desarrollar sus posibilidades y enriquecer la memoria colectiva de ese 99% que lucha por sacudirse la dominación de una minoría infame.

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