sábado, 25 de abril de 2009

Capitalismo y narcotráfico

La mayoría de los argumentos que se han utilizado y que utilizan para combatir el narcotráfico adolecen de profundidad y procuran combatir el síntoma pero no la causa. De ése modo se logra presentar una imagen políticamente correcta, muy útil precisamente para que nada cambie. Dichas propuestas hablan de todo menos de que en el narcotráfico es una empresa más en el mundo de los negocios, que está estrechamente relacionada con todo lo que tenga que ver con comprar barato y vender caro, explotando a las personas a placer.

La ganancia es el dios al que todos los negociantes rinden tributo, y en su nombre pueden hacer lo que sea, al margen de consideraciones humanas o divinas. En ese sentido, los narcotraficantes son en realidad los empresarios por excelencia: voraces y predadores, imaginativos y tenaces, sin límites más que los que ellos se impongan, los superhombres del neoliberalismo -al mejor estilo de Nietzsche- y que en consecuencia, gozan de prestigio público por atreverse a definir sus propias reglas, al margen de todas las demás, desafiando a un estado corrupto, débil y a una sociedad fragmentada.

Leyendo el trabajo de Roberto Saviano titulado Gomorra – en el que describe y analiza el mundo de la Camorra napolitana- no queda más que asumir que el capitalismo y el narcotráfico se retroalimentan mutuamente, son las dos caras de una misma moneda. En el fondo, el narcotraficante aspira a ser un gran capitalista, escalando desde abajo para alcanzar la cima de la sociedad y aparecer en la lista de los más ricos del mundo.

Dice Saviano que en realidad, la ética criminal no es muy diferente de la empresarial. De lo que se trata es de lograr el respeto de los demás, de tener una oportunidad mínima para ascender socialmente gracias a la riqueza acumulada. De peón albañil, de mesero, de vigilante, de cajero, no hay ninguna oportunidad para mejorar -sin contar con la humillación perenne de salarios de risa, horas extras no pagadas; pero con una pistola en la mano las cosas cambian y se puede al menos soñar en tocar el cielo alguna vez gracias al esfuerzo personal. Mientras eso no se entienda, o mejor dicho mientras sigamos en un sistema explotador cada vez más deshumanizado, el narcotráfico encontrará sin problemas mano de obra barata, casi gratuita, a cambio de la ilusión de ser respetado, de tener un futuro.

Cito a Saviano porque me parece que es imposible decirlo mejor: “El Sistema (la Camorra) al menos ofrece la ilusión de que el esfuerzo sea reconocido, de que haya posibilidades de hacer carrera… Estos chiquillos inflados… no tenían en mente convertirse en Al Capone… no en pistoleros sino en hombres de negocios acompañados de modelos: querían llegar a ser empresarios de éxito.” En este sentido, me parece un acto de falso pudor, por decir lo menos, el protestar porque el Chapo apareció en la lista de Forbes, procurando ocultar una verdad que es el pan de cada día: si de acumular dinero se trata, se vale todo.

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