jueves, 12 de mayo de 2011

La matriz de la violencia

La marcha por la paz encabezada por Javier Sicilia parece tener conciencia de que las balaceras que vivimos cotidianamente sirven como cortina de humo para ocultar la verdadera violencia, esa que se expresa en la muerte en vida, o sea una vida sin presente y que da por cancelado todo futuro. De no hacerlo su protesta no llegará muy lejos ni logrará incorporar a amplios sectores de la población.

Sí, me refiero a la violencia expresada en la discriminación y el racismo, que hacen posible tragedias cotidianas en los lugares de trabajo como las minas o mejor dicho los agujeros en la tierra, sin ninguna consideración por los que se la rifan bajando todos los días; en la trajinar de miles de personas para acceder a un trabajo, aunque sea a miles de kilómetros de sus lugares de origen y enfrentando toda clase de peligros contra sus vidas; en el saqueo sistemático de los bienes públicos por parte de unos cuantos con impunidad garantizada y fotos en los periódicos todos los días; en la muerte por falta de atención médica mínima, convirtiendo en mortal la disentería; en la asfixia de las deudas impagables que arrasan con familias enteras y los marcan para toda la vida.

Sí, me refiero a esa violencia que no mata de un tiro, en caliente, sino que te mata en vida, te deja vivo pero sin ninguna salida, que te obliga a soportar la explotación y el robo sin omitir una queja, que te mata poco a poco. Me refiero a esa pobreza que le roba toda la dignidad a un ser humano como para salir a la calle con otros para recuperarla, como para poder imaginar que otro mundo es posible.

No es mi intención descalificar la marcha por la paz pero le falta sal, le falta mirar para abajo, le falta mirar y no solo ver. Le falta mirar que las causas de esta guerra contra la población de este país, sobre todo de los más pobres, residen precisamente en la desigualdad, en la vulnerabilidad de la mayor parte de la gente y alimentada por la ambición desmedida, inhumana del espíritu empresarial-criminal (pleonasmo evidente pero invisible para muchos)

¿Hasta cuándo se van a seguir haciendo marchas sólo cuando muere alguien visible para el poder, sean martís o sicilias? No me malinterprete violentado lector, aterrada lectora, peor es nada; pero habrá que aprovechar el impulso para poner el dedo en la llaga: la violencia matriz es la explotación, la pobreza basada en la discriminación y el racismo, la impunidad rampante. No hay que olvidarlo. Los narcotraficantes son empresarios ilegales, como lo fueron en su momento los piratas como Walter Raleigh o Francis Drake, que la reina Isabel premió con títulos nobiliarios gracias a las enormes ganancias que le daban a la corona inglesa. La línea que separa a los emprendedores legales y a los ilegales no existe más que en nuestra imaginación. Así que pongámoslos en el mismo saco y denunciémoslos por igual. ¿Qué podemos perder? ¿El miedo?

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