jueves, 9 de julio de 2009

A ver si es cierto Obama

Ya dijimos antes en este espacio que Obama ancló su campaña en la idea de que los Estados Unidos seguían siendo el centro del sistema-mundo precisamente cuando están empezando a no serlo, cuando su supremacía comercial, financiera y productiva pasó a la historia. La reciente crisis económica lo demuestra claramente, pero el primer presidente negro se encargó de vender la idea contraria… con gran éxito. No cabe duda que para ser un gran vendedor hay que saber decir mentiras que alimenten las ilusiones del comprador.
Lo peor de todo fue que sus habilidades histriónicas y sus mentiras ampliaron su radio de acción a Latinoamérica, promoviendo la esperanza de una relación más equilibrada y respetuosa entre los ciudadanos, políticos y algunos intelectuales, incluso de la izquierda. Todo ese entusiasmo por la llegada de Obama a la Casa Blanca está empezando a decaer. Una muestra de ello es el reciente golpe de estado en Honduras.
La reciente subversión del orden constitucional y político hondureño demuestra que las oligarquías latinoamericanas no están dispuestas a respetar las reglas del juego cuando sus intereses están en riesgo. Y tampoco les importa dar golpes de estado -como lo hicieron a lo largo del siglo XX- para mantener sus ganancias y su dominio intactos aun cuando ello signifique echarse en contra a la opinión pública internacional y a los jefes de estado de la región.
Así las cosas, todos los habitantes al sur del Rio Bravo que se entusiasmaron con la llegada de Obama a la presidencia estadounidense, lo voltean a ver esperando que su acción impida que los golpistas hondureños se salgan con la suya. La cosa no está fácil pues es un hecho innegable que el ejército hondureño ha sido uno de los más sometidos a las fuerzas militares estadounidenses, y que en el pasado fueron utilizadas por Estados Unidos para desestabilizar la región y favorecer sus intereses económicos. Dicho de otro modo, los gorilas no están actuando solos, sino de la mano de sus amos.
Por lo que se ve, el prestigio ganado por Obama a lo largo de la campaña electoral puede evaporarse rápidamente, al menos en Latinoamérica, si el golpe de estado se mantiene. Máxime si frenar a los golpistas puede favorecer la política de Chávez o Castro en la zona, que es lo que está en el fondo de todo esto. Mas que sus afanes reeleccionistas, lo que la oligarquía hondureña no le perdona a Zelaya es su alianza táctica con los países integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Por lo tanto, lo que está en juego aquí es el fortalecimiento de las relaciones entre los países de Latinoamérica en detrimento de su dependencia de los Estados Unidos, piedra angular del poderío yanqui. No cuesta mucho trabajo saber para donde se inclinará Obama. Y si no que les pregunten a los pakistaníes, que siguen siendo bombardeados por aviones estadounidenses, como en los mejores tiempos de Bush.

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