jueves, 29 de septiembre de 2011

Por el derecho de las mujeres a decidir

Las discusiones en la Suprema Corte de Justicia de la Nación con respecto a las recientes reformas en varios estados de la república para criminalizar el aborto vuelven a poner en la mesa de discusión a los derechos humanos, particularmente de las mujeres embarazadas que no desean tener hijos frente a la satanización derivada de creencias religiosas que ha cobrado vida en las normas jurídicas. Procurando tapar el sol con un dedo, nuestros gobernantes creen que el problema es de leyes y no de salud pública.

Para los rudos, la suspensión del embarazo es un crimen que debe ser perseguido, encarcelando a las mujeres que, “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit) la eligen como opción. Se está, según ellos, frente a un delito que no puede ser tolerado y que lesiona gravemente a la sociedad pues atenta contra la vida. Por su parte, los técnicos sostienen que el aborto es un problema de salud pública y que en consecuencia debe ser tratado con un enfoque diferente que considera que ilegalizarlo sólo aumenta la brecha entre ricos y pobres, provocando muertes absurdas porque al final el aborto es un hecho social que no será erradicado con penas corporales sino con prevención y con atención digna para las mujeres, sea cual sea su decisión.

Y si bien, la educación para la prevención resulta indispensable los embarazos no deseados no van a desaparecer de un día para otro por lo que persiste el problema; ¿qué hacer con las mujeres que desean suspender su embarazo? De nada sirve insistir en que lo ideal es no llegar a enfrentar tal problema sino tomar una posición clara en lugar de sacarle al vuelta. Las discusiones de los ministros de la corte enfrentan enormes presiones por parte de los grupos de poder así como incluso de presidente de la república y su cónyuge, que sigue pensando que el pueblo la eligió a ella también -como si no fuera suficiente tener que aguantar los humores de su marido.

Que ironía que el hombre que ha desatado una guerra civil en nuestro país que ha cobrado la vida de mas de cincuenta mil personas (cifra similar a los soldados yanquis muertos en Vietnam) se muestre tan preocupado por la vida de los nonatos. Cuesta trabajo creer que esta no es otro intento de gobernar el país a partir de sus creencias religiosas -que dicho sea de paso parecen servirle como escudo para liberar su conciencia de la responsabilidad de esas decenas de miles de vidas. Tal vez por ello ha decidido embarcarse en la cruzada contra el aborto, como una manera de justificarse y procurar mejorar su imagen, tan deteriorada en nuestros días.

En todo caso las posiciones están muy claras: o el estado y la sociedad lo reconocen como un problema de salud pública o como un problema penal. Sea cual sea la decisión de los ministros las mujeres seguirán practicando el aborto, ya sea enfrentando la posibilidad de ser detenidas y encarceladas o la posibilidad de perder la vida en el proceso. Ninguna ley, ninguna divinidad, ningún político podrán cambiar eso. Es como decía el viejo Durkheim, un hecho social, algo que sucede al margen de las opiniones, creencias o prejuicios de los integrantes de una sociedad determinada. Y como tal, sería mejor enfrentarlo desde una perspectiva humana que desde una divina. Los hechos sociales no tienen nada que ver con fuerzas extraterrestres o suprahumanas sino simplemente consecuencias de las relaciones sociales. Por eso, frente a esta problemática hay que colocarse con los dos pies en la tierra, pues solamente nosotros podremos enfrentarla. Lo demás es predicar lo que en la privacidad no se practica. O me van a decir que esos que pregonan la cárcel para las mujeres que abortan no han tenido que enfrentar el dilema en su propia casa, con su propia familia. La diferencia radica en que las mujeres pobres se la rifan en la mesa de un sujeto que se dice doctor, sin las mínimas condiciones de higiene, mientras que las ricas lo hacen en un hospital de lujo, en nuestro país o en el extranjero. ¡Basta de mojigaterías y dobles discursos! Dejemos a las mujeres decidir por sí mismas y apoyémoslas como sociedad y como individuos, sea cual sea su decisión. Es lo menos que podemos hacer.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La Caravana por la Paz en Xalapa

El próximo domingo 18 de septiembre arribará a nuestra ciudad la Caravana por la Paz, encabezada por Javier Sicilia, después de recorrer las principales ciudades del sur del país y celebrar la independencia en la comunidad chiapaneca de Acteal. La plaza Lerdo será el espacio en el que la caravana se encontrará con la sociedad xalapeña, después de arribar a la ciudad en Palo Verde, desde donde marchará hacia el centro.

La importancia del acto radica en su afán por visibilizar la problemática que vivimos y concientizar a la población de la necesidad de organizarse para participar activamente en la búsqueda de la paz. Asimismo, la caravana ha procurado construir una plataforma para estructurar redes de apoyo a las familias de las víctimas, evitando así el olvido y la impunidad. Mas allá de servir como espacio de expresión del dolor y la angustia de los afectados, la caravana apela a la sociedad en general para que sientan que no están solos y que su tragedia es una tragedia que nos afecta a todos.

El recorrido por el sur del país se encontrará con las comunidades zapatistas y con organizaciones encargadas de apoyar a los migrantes, dos grupos sociales que han sufrido en carne propia la agudización de la violencia sobre todo por su vulnerabilidad y su poca visibilidad en los espacios noticiosos nacionales. Las violaciones a los derechos humanos de los indígenas chiapanecos y los migrantes han conmovido al país entero, sirviendo de termómetro fiel de la dimensión del problema.

El liderazgo de Javier Sicilia ha enfrentado críticas de diversa índole: desde los que consideran que ataca de manera irresponsable la política se seguridad encabezada por el gobierno federal hasta los que lo descalifican por sus gestos para con el propio Calderón o con Beltrones, presidente del Senado.

En mi opinión, el acierto de la propuesta de la Caravana por la Paz radica en el objetivo de organizar a las familias de las víctimas para poder tender puentes con la sociedad civil organizada dispuesta a apoyarlas con asistencia legal, psicológica e incluso material. La tragedia de perder a un padre o una madre puede poner un peligro la posibilidad de sobreviviencia para toda la familia, sin mencionar el impacto emocional e incluso relacional pues para colmo, las familias de las víctimas tienen que enfrentar la suspicacia de amistades, compañeros de trabajo e incluso familiares. La ola de miedo nos hace reaccionar de extrañas maneras frente al dolor ajeno, creyendo que si volteamos la mirada lejos del problema la violencia no nos afectará.

Dadas las circunstancias, la indiferencia representa el peor síntoma de la crisis que enfrentamos. Todos sabemos que la única manera de vivir en paz y armonía se basa en la cooperación, en la compasión (sentir con el otro) porque el otro soy yo, sin el otro no existe la posibilidad de existir. La competencia inhumana por la riqueza y el poder está poniendo en peligro a la humanidad en su conjunto, no sólo porque estamos acabando con el planeta sino porque estamos olvidando lo esencial, lo que nos define como seres humanos. Si usted está de acuerdo conmigo, lo invito a que asista a las actividades programadas por la caravana para el próximo domingo. Creo que sería una buena manera de expresar la confianza y el amor por el prójimo pero sobre todo de la certeza en que la participación masiva de la sociedad civil representa un paso fundamental para salir del agujero en que nos encontramos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

¿Para que sirven las redes sociales?

Cuando estalló el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, la mayoría de los 'expertos' en seguridad nacional coincidieron en vaticinar su derrota militar y política en cuestión de días. Confiados en la vieja estrategia de tender un cerco informativo que ocultara la represión militar y desacreditara a los alzados, nunca imaginaron que lograran conformar un movimiento social que sigue mas vigente que nunca. Una de las claves para comprender este hecho fue que gracias a la existencia de redes sociales ubicadas en el ciberespacio, que se dedicaron a difundir información a todo el mundo generada por los zapatistas, burlando así la censura impuesta a los medios electrónicos y la prensa nacional.

Fue por ello que Manoel Castells, conocido estudioso de las nuevas tecnologías de la información, calificara al EZLN como una guerrilla informacional. Por primera vez, gracias a la existencia de Internet, un movimiento social de esta naturaleza superó la censura, difundiendo a todo el mundo sus ideales y su objetivos, neutralizando la campaña de difamación orquestada desde el poder y echando abajo la posibilidad de borrarlo del mapa para siempre. Carlos Salinas tuvo que decretar una amnistía no por respeto a los indígenas chiapanecos sino para proteger su imagen internacional y a su engendro preferido: el TLCAN.

El estado había perdido un elemento clave para el control de las sociedad, el monopolio de la información, que le permitía manipularla para favorecer los intereses de sus patrones. La sociedad, por su parte, aprendió de la experiencia zapatista y poco a poco, conforme Internet comenzó a popularizarse, la empezó a utilizar para articular una información alternativa a la generada por los medios de comunicación, pilares fundamentales de la dominación. Si bien el papel de la televisión, la radio y la prensa se ha fortalecido -el poder cada vez depende mas de ellos para imponer el control social- la capacidad de los ciudadanos para evadir el control de la información también ha crecido.

Tanto así, que en nuestros días algunos han llegado a relacionar directamente el éxito, por ejemplo, de las revueltas en Egipto con Facebook, lo cual me parece exagerado aunque sin negar la importancia de las redes sociales en el derrocamiento de Mubarak. Por otro lado, los estados nacionales y sus gobiernos no ignoran lo anterior, al grado de que el primer ministro de Inglaterra, David Cameron, propuso la aprobación de una ley por la cual el gobierno tendría la facultad de obligar a las compañías de telecomunicaciones, en particular las que ofrecen servicios de telefonía móvil e internet, para apagar sus señales en momentos de crisis política o rebeliones populares como la que recientemente sucedió en Londres.

Resulta evidente la razón por la cual los gobiernos desconfían de las redes sociales. Por un lado, debilitan su capacidad para controlar la información -como resultado directo de la posibilidad real de que cualquier ciudadano pueda generar información alternativa y crítica; por el otro, fortalece el potencial autogestivo de la sociedad, abriéndole los ojos a una nueva realidad, a una nueva concepción de la vida social, de la política, donde los gobiernos son vistos como parte del problema y no como parte de la solución. Y esto representa, sin duda, un peligro mayor para los poderosos que la pérdida del control del a información.

No se puede negar que los integrantes de las redes sociales deben asumir un código ético que defina los límites de su libertad para producir información pero habrá que tener cuidado con satanizar a las redes sociales con el objetivo de controlarlas. Eso sólo nos llevaría a un clima de mayor intolerancia, acentuándose el clima de violencia en el que vivimos y bloqueando cualquier posibilidad de que la sociedad enfrente sus problemas sin depender totalmente del poder político institucional. La tentación es grande y crecerá conforme se masifique el uso del Internet, téngalo por seguro aterrorizado lector.