miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Por qué se rajó Miguel Hidalgo?

En este año en el que se celebra el bicentenario y el centenario de las mal llamadas revoluciones en México no queda más que iniciar un proceso de crítica -no sólo para ir a contracorriente de toda la propaganda oficial sino también para volver a pensar en esos momentos de nuestra historia a la luz de la época que vivimos- que parta precisamente de la desacralización de la historia oficial, que ha servido más para mantener y acrecentar las desigualdades sociales que para mitigarlas.

Voy a empezar con la revolución de independencia, poniendo en duda su carácter revolucionario y aclarando algunos hechos que se dan por sentados, los cuales la recubren de una áurea mítica precisamente para ocultar su naturaleza conservadora. Un ejemplo típico para comprender lo anterior es el hecho de que estando a las puertas de la ciudad de México con el ejército realista impotente, Miguel Hidalgo y Costilla no se atrevió a tomarla con su ejército de desarrapados: indígenas, mulatos, negros, mestizos y algunos pocos criollos, como él mismo.

Una explicación común de semejante indecisión fue que Hidalgo no quería que se repitiera la matanza y el saqueo que los insurgentes realizaron en Guanajuato. Parece ser que le impresionó mucho el nivel de violencia al que llegaron sus fuerzas, las cuales distaban de ser un ejército profesional y disciplinado.

Su indecisión, o mejor dicho, sus prejuicios de clase, probaron ser fatales no sólo para él sino para la idea de una revolución popular; poco tiempo después le cortaron la cabeza, la colgaron en Guanajuato y el país se sumió en una guerra que, con altas y bajas duró once años más y dejó al país quebrado y en caos permanente.

En mi opinión, el cura Hidalgo y sus seguidores criollos sólo querían, como después lo querrá también Madero, cambiar un poquito –sacar a la Corona del negocio y dejar al mando a los criollos terratenientes, comerciantes y militares- para que las cosas siguieran igual. Se trataba de que hubiera un cambio en la cabeza del cuerpo social, en beneficio de los criollos, manteniendo al resto trabajando para ellos. No falta que alguien diga que Hidalgo acabó con la esclavitud para demostrar que sus intenciones eran buenas. Pero eso no pasó del papel. En realidad, la verdadera esclavitud, la de los millones de indígenas que vivían en el mundo colonial, no cambió en lo absoluto. Se les siguió explotando bien y bonito, sólo que ahora por los más entusiastas impulsores de la independencia. Pero eso sí, ya eran mexicanos independientes, soberanos, libres y un largo etcétera. ¿Qué más querían?

Por lo tanto, todo el ruido por el bicentenario sólo busca ocultar el hecho de que la independencia de México sólo le sirvió a unos cuantos, mientras que la inmensa mayoría de la población siguió viviendo en las mismas condiciones que antes. Ahh pero, para que acordarse de eso si estamos de fiesta. Pues simple y sencillamente para reflexionar sobre nuestro pasado y comprender mejor nuestro presente; pero sobre todo para concebir el futuro. Lo que pasó hace doscientos años tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora y seguramente con lo que nos espera.

jueves, 11 de marzo de 2010

Amores que matan

Las recientes declaraciones de los hijos de Marcial Maciel, fundador de la congregación Los Legionarios de Cristo, con respecto a los abusos a los que fueron sometidos por parte de su padre removieron profundamente los cimientos del Vaticano y la iglesia católica alrededor del mundo pero también pusieron en entredicho las ambiciones políticas de sus representantes en México, dada su estrecha relación con el personaje en cuestión.

El Vaticano está hoy tratando de resolver las acusaciones por los escándalos sexuales protagonizados por parte de su representación en Irlanda, al grado de que el propio Ratzinger ha tenido que mostrarse enérgico, ordenando la realización de una exhaustiva investigación. El objetivo es detener el creciente desprestigio de sus subordinados en un país profundamente católico y promover la imagen de que el papa no tolerará actos de ésa naturaleza dentro de sus dominios.

Pero los problemas que enfrenta en México no son menores y también ha obligado al sucesor de San Pedro a llevar a cabo una investigación de los Legionarios de Cristo, no sólo en nuestro país, sino en todos los lugares en donde esta congregación posee colegios, seminarios y propiedades de todo tipo. La presión que enfrenta el Vaticano lo ha llevado a cometer pifias que demuestran lo poco informado que está de la percepción de sus fieles con respecto de los escándalos. La reciente declaración de un representante del Papa no deja lugar a dudas de la ausencia de una estrategia clara para enfrentar el problema, al afirmar que la pederastia no sólo la practican algunos curas católicos sino también algunos miembros de la sociedad civil. Mal de muchos….

En el caso de México, el golpe contra los Legionarios de Cristo puede y debe tener repercusiones en las alianzas que la curia mexicana ha concretado con los partidos políticos, sobre todo del PAN, que cuenta entre sus filas con destacados miembros de la congregación señalada. Pero esto no deja afuera a PRI, que ha impulsado la criminalización del aborto en buena parte de los estados de la república, entre ellos el de Veracruz. Esto sin olvidar que puede provocar un efecto contrario al que buscaba el distinguido político metrosexual, Enrique Peña Nieto, al presentar a su futura esposa en el Vaticano.

La sociedad mexicana es mayoritariamente católica pero no por eso va a ignorar el escándalo desatado por los hábitos de Marcial Maciel, con todo y la censura del duopolio televisivo. Así que, probablemente, el nivel de protagonismo de la iglesia católica en la política mexicana se reduzca en la medida en que sus actuales aliados políticos traten de evitar el compartir con ella el costo político del escándalo. Hay amores que matan. Insisto, probablemente, pues ¿Desde cuándo los políticos mexicanos se han distinguido por combatir la impunidad?

jueves, 4 de marzo de 2010

Vamos mal y viene lo peor

Arrancaron formalmente las precampañas en Veracruz, aunque ya desde el año pasado los futuros candidatos venían haciendo proselitismo sin rubor alguno, dejando en claro que las instituciones encargadas de organizar y regular los procesos electorales en el estado no tienen la fuerza ni la voluntad necesaria para cumplir con las obligaciones que les marca la ley. Lo que se veía venir desde el año pasado está sucediendo paso a paso y sin ninguna señal en el sentido contrario.

En primer lugar, las patadas abajo de la mesa entre los suspirantes del PAN y del PRI al gobierno del estado, ejes de la contienda política en el estado, suceden tal como muchos preveíamos. En efecto, las marrullerías de las dirigencias partidistas -controladas por el ejecutivo federal y estatal respectivamente- están definiendo el inicio del proceso electoral. Por un lado Gerardo Buganza se quedó como novia de pueblo, a pesar de su campaña política con el café que lleva su nombre como punta de lanza; mientras que Héctor Yunes parece que ni siquiera será precandidato oficial, pues la maquinaria de su partido quiere un solo precandidato para evitar que sus aspiraciones se fortalezcan y la militancia no vaya a tener dudas a la hora buena.

En segundo lugar, la avalancha de publicidad y sus contenidos parecen no tener límites y eso que apenas estamos comenzando. Los mensajes ya saturan a los periódicos, la radio y la televisión locales con un contenido demogógico extremo, típico de un sistema de partidos que Sartori definiría como de pluralismo polarizado. El conocido teórico de la política considera que esta variante del sistema de partidos se caracteriza, entre otras cosas, por la práctica sistemática de los contendientes de prometer lo imposible, sin importar lo que el votante piense. Además, la polarización de los partidos genera un desprecio sistemático por las reglas electorales, las cuales sólo son vistas como obstáculos a superar, con una dosis combinada de cinismo y de dinero.

Por último, las campañas utilizarán cada vez más la descalificación del adversario como estrategia de comunicación, que se intensificará conforme se acerque el día de la elección. Esto provocará que los votantes se alejen de las urnas, garantizando así el triunfo del partido que cuente con el voto duro más consistente y abultado. Todo lo anterior seguirá abonando en contra de la legitimidad de los mecanismos para nombrar representantes a puestos de elección popular en nuestro país y sobre todo en contra del erario público. Los candidatos echarán mano de enormes recursos económicos legales y no tanto para asegurar los resultados deseados. Así que parafraseando la frasecita de moda se podría decir: Vamos mal y viene lo peor.