jueves, 17 de diciembre de 2009

La CIDH falla contra el estado mexicano

La espiral de violencia en las fronteras de nuestro país parece no tener fin, demostrando día con día que las autoridades han sido rebasadas, a pesar de las enormes cantidades de dinero que invierten en combatir al crimen organizado. Los feminicidios en Cd. Juárez están en el corazón de dicha espiral. Además de ser parte de la cada vez más abultada lista de asesinatos con violencia en dicha ciudad, han puesto en evidencia, una y otra vez, la misoginia de los cuerpos policiacos y de procuración de justicia pero sobre todo su ineficacia calculada, su desprecio burlón. Recordemos que el actual procurador general de la república fue procurador del estado de Chihuahua, donde se le recuerda por recomendar a las jovencitas juarenses inscribirse en cursos de defensa personal.

En este sentido, el reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el pasado 10 de diciembre, con respecto a los tres casos de mujeres encontradas sin vida en Campo Algodonero, colonia de la ciudad fronteriza, es un hecho histórico, pues nunca antes se había logrado una condena a los feminicidios de Juárez. Pero además, el fallo estipula que "El Estado deberá, dentro de un plazo razonable, investigar, por intermedio de las instituciones públicas competentes, a los funcionarios acusados de irregularidades y, luego de un debido proceso, aplicará las sanciones administrativas, disciplinarias o penales correspondientes a quienes fueran encontrados responsables" La CIDH realizará un seguimiento de las acciones emprendidas por el gobierno mexicano para evaluarlas. En caso de que el estado mexicano no responda satisfactoriamente, la CIDH informará a la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que sea ella la encargada de presionar a las autoridades mexicanas para cumplir la sentencia.

Después de años y años de negligencia resulta difícil pensar que los asesinatos de mujeres se terminarán gracias al fallo de la CIDH. Hará falta la movilización de la sociedad civil –algo que parece tomar impulso en Juárez- y la transformación radical de las políticas de seguridad de Calderón para hacer frente al problema. Las condenas de organismos internacionales pueden ayudar, de eso no cabe duda, pero habrá que pensar que mientras la población en su conjunto se mantenga al margen de las políticas de seguridad, o peor aún, sea vista como sospechosa por parte de las fuerzas de seguridad (no encuentro otra explicación para las reiteradas violaciones a los derechos humanos denunciadas en todo el país, por parte de las fuerzas armadas) las cosas van seguir empeorando.

No hay que olvidar que las violaciones a los derechos humanos son las omisiones de las autoridades para garantizar la vida digna de los ciudadanos. Las consecuencias que resultan de esas omisiones degradan la vida cotidiana, rompen con el tejido social y demuestran la debilidad y negligencia de los gobiernos. El terror como forma de vida sólo beneficia a unos cuantos. La falta de protección y de respeto a los derechos humanos nos perjudica a todos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La alianza conservadora entre el PRI y el PAN y los derechos humanos

La alianza entre el PRI y el PAN demuestra claramente la inclinación del primero por reforzar su poder, aun a costa de ceder en cuestiones antes intocables para los miembros del otrora partidazo. Esto significa la derechización de un partido que, en su afán por seguir haciendo de las suyas, apuesta a la neutralización de la izquierda partidista para darle vida a un bipartidismo conservador que permita que las cosas sigan como están y con la esperanza de volver al gobierno federal.
Esta no es una idea nueva en el PRI. Ya desde el salinato se apostó a una alianza con la derecha política como la única salida para enfrentar a la alianza entre el cardenismo y la izquierda partidista, la cual supuestamente ponía en riesgo el desarrollo dependiente de los Estados Unidos y la venta de los bienes públicos nacionales. Fue por eso que Salinas impulsó el restablecimiento de las relaciones con el Vaticano y una serie de reformas que provocaron su participación abierta en la política.
Las consecuencias del viraje salinista a la derecha -que le abrió la puerta a la iglesia católica para promover su agenda política, sobre todo en cuestiones educativas y en derechos de la mujer- la consolidó como un factor de poder, parapetada atrás del PAN y, desde el 2000, del gobierno federal. Gracias a ellos pero también del PRI, la sucursal del Vaticano en México ha podido revertir derechos fundamentales en buena parte del país. En Yucatán, Sonora, Puebla, Oaxaca, Nayarit, Durango, Colima, Chihuahua. Campeche, Quintana Roo y Veracruz fueron las bancadas priístas las que impulsaron las leyes antiaborto, mientras que en San Luis Potosí, Morelos, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Baja California fueron los panistas, con ayuda del PRI.
El caso veracruzano se distingue por las declaraciones de los actores que impulsaron la reforma. El obispado local, a través de sus voceros, declaró que ellos no tenían nada que ver en el asunto y peor aún, que fue el mismísimo padre celestial el que se apersonó en el Congreso, logrando influir en las almas desesperadas de los diputados. Por su parte, el gobernador pretendió quedar bien con tirios y troyanos (¿otra vez?) dejando sin efecto las penas de cárcel contra las mujeres para aplicárselas a los médicos que realizaran abortos. Sin embargo, sigue declarando que hay que proteger la vida desde la concepción y envió una propuesta de reforma constitucional para que semejante disparate sea parte nuestra Carta Magna. Y para no quedarse atrás en las puntadas declaró que la reforma antiaborto tiene como fin último proteger a la mujer. Pero le faltó decir que esa protección es contra sí misma. ¡Pobres mujeres que no saben lo que hacen!

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De estudiantes y de camiones

El reciente conflicto por el aumento del precio del pasaje en Veracruz fue resuelto, en buena medida, por la movilización estudiantil que llamó la atención de la sociedad civil y los medios de comunicación sobre su pertinencia, en momentos en que las condiciones sociales exigen salidas que eviten la pauperización de la población. El aumento al transporte afecta a toda la actividad económica, y su impacto es demoledor entre las personas con menos recursos, pues deberán reducir su gasto en otros rubros para poder hacerle frente.
Para los estudiantes el aumento fue de un cincuenta por ciento (de cuatro a seis pesos) mientras que para el resto de los usuarios fue cercano al quince por ciento (de 6 a 7 pesos). Esta disparidad pretendía no afectar demasiado a la ciudadanía sino cargarles a los estudiantes la mayor parte del aumento total. La respuesta fue casi inmediata y se concretó el 23 de noviembre con el plantón de Plaza Lerdo así como con la organización de varios bloqueos en cruces importantes de la capital del estado.
El ambiente festivo de la manifestación que llegó al centro de la ciudad por Enríquez, las tomas pacíficas de camiones y los bloqueos, lograron incluso motivar simpatía y gestos de apoyo entre los transeúntes, amas de casa y población en general aunque también de desaprobación por parte de automovilistas desesperados. Todo esto puede constatarse gracias a videos disponibles en internet. www.enlacecordoba.com/videos.html?task=viewvideo&video_id=112
La capacidad de movilización por parte de los estudiantes es por todos conocida, su vitalidad y frescura han sido siempre factor importante en el incesante flujo del cambio social. Empero, habrá que reconocer que los conflictos entre los empresarios del transporte urbano contribuyeron al fracaso, por el momento, del ajuste de los precios del pasaje urbano como consecuencia del aumento al diesel.
Abonó también a la causa estudiantil la coyuntura política, definida por el proceso electoral en ciernes lo que obliga a los actores políticos centrales a evitar el surgimiento de conflictos que puedan empañar lo. A ello se debió que las autoridades hayan respondido con rapidez. Para redefinir su postura utilizaron el argumento de que había concesionarios que se mantenían operando sin aplicar el aumento. En el proceso de reacomodo de la postura oficial la presión estudiantil fue clave, demostrando una vez más que las y los estudiantes de las universidades públicas de nuestro país son actores fundamentales para nuestro presente y sobre todo para nuestro futuro.
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