miércoles, 27 de mayo de 2009

El Centro de Estudios en el Arte de los Títeres, tesoro jalapeño.

La existencia de espacios culturales que promueven valores ajenos a la competencia y el enriquecimiento resulta fundamental en estos tiempos, para procurar una salida a la realidad injusta y cínica en la que vivimos. Sobra decir que estos espacios no gozan de la simpatía de la cultura dominante; es un desafío a su poder. Por eso es muy importante mantener tales espacios vivos y con buena salud.

Es el caso del Centro de Estudios en el Arte de los Títeres, proyecto cultural que en estos momentos enfrenta el problema de encontrar un espacio digno para proseguir con sus actividades. En este sentido vayan estas líneas para apelar a la sociedad jalapeña y colaborar en la solución del problema. Me parece que estamos aquí frente a un tesoro jalapeño, sin discusión alguna.

El CEAT inició actividades en el 2004 con el objetivo de ofrecer un espacio para impulsar el aprendizaje del arte de los muñecos, procurando formar, crear y experimentar con el lenguaje de los títeres. De este modo, el radio de acción va desde el académico -ofreciendo talleres, cursos y diplomados – pasando por el de la producción y creación de espectáculos teatrales, y culminando en la presentación de las producciones al público en general.

Según información proporcionada por el CEAT, del 2005 a la fecha han recibido 332 visitas escolares que sumaron más de ocho mil infantes, asistidos por casi mil maestros. Además se han ofrecido 32 obras, con un total de 324 funciones a las que han asistido casi diez mil personas, entre adultos y niños. Y todo eso con pocos recursos, pero con una vocación artística admirable, alimentada por Carlos Converso, quien ha reunido a su alrededor un grupo de jóvenes artistas que logran en cada función conmover a un público fascinado por la fuerza expresiva de los títeres, esos espejos implacables de nuestra propia realidad.

El conflicto que enfrenta en estos momentos el CEAT pone en riesgo la existencia de un proceso único en nuestro país, pues no existe algo parecido en otras ciudades importantes. Pero también pone en evidencia la naturaleza de las políticas culturales en boga, que ponen el acento en promover espectáculos políticamente correctos, carísimos para el erario, pero que logran impactar en opinión pública. ¿Cuánto costó traer las pinturas de Botero? ¿Cuánto costó la escultura de Sebastián?

Por todo lo anterior, debe ser la sociedad jalapeña la que tome el asunto en sus manos, para defender un espacio de expresión artística que sensibilize e invite a la reflexión a las mentes de los que se harán cargo de este país y del mundo en el futuro. Los niños y niñas son nuestra única esperanza para vivir dignamente, transformando la aplastante realidad actual. Frente a la pauperización de la enseñanza artística en el sistema de educación nacional, espacios como el CEAT son tesoros que hay que conservar. Ojalá que pueda encontrar un espacio que le permita continuar su digna e importante labor. ¡Larga vida al CEAT!

sábado, 23 de mayo de 2009

Internet, democracia y elecciones

Parece que en las presentes campañas electorales habrán de integrar con mayor fuerza la Internet, al lado de la televisión, la radio y la prensa. A pesar de que la mayoría de los votantes potenciales no tiene acceso al ciberespacio, los partidos políticos han decidido utilizarlo para difundir a los candidatos y sus propuestas. Siguiendo el ejemplo de Obama, quien sustentó buena parte de su estrategia de comunicación en el uso de Internet, sobre todo para relacionarse con los jóvenes estadounidenses, los candidatos en México apuestan a seducir a la juventud –principal usuario- para ganar más presencia.
Además de dirigirse al grupo de votantes más importante en el padrón electoral por medio de las computadoras -sobre todo por su bajo costo comparado con los medios tradicionales- los partidos y sus candidatos utilizarán el medio para difundir propaganda negativa -la cual tiene patente de corso ya que el IFE no podrá monitorear y en su caso sancionar a los emisores. Es terreno virgen para hacer lo que se quiera.
En este sentido caben las preguntas: ¿La internet impulsa la democracia? ¿Será que con el uso masivo de las computadoras el ciudadano tendrá mayor control de los procesos políticos y podrá ampliar su participación en la política? Probablemente no. Y es que una cosa es consultar la información y otra cosa muy distinta es producirla y difundirla.
El ciudadano medio estará más informado y contará con varias opiniones sobre un problema; podrá acceder a fuentes externas e incluso consumir información generada al margen de los grandes medios de comunicación. Pero de eso a que sea capaz de editar un video, un reportaje o un ensayo en el ciberespacio y que tenga impacto social hay una enorme distancia. Y es ahí en donde probablemente radique el límite en las posibilidades de que Internet incida en la ampliación de la democracia y en fortalecimiento del ciudadano frente al estado.
Sin duda que la diversidad de opiniones publicadas en el ciberespacio crecerá, sobre todo porque la capacidad de los actores políticos para romper el cerco informativo será mayor, debilitando relativamente el derecho de censura que ejercen los grandes monopolios mediáticos. Estaremos entonces en un escenario en que será posible conocer con mayor detalle las opiniones y demandas de los movimientos antisistémicos o de ciudadanos sin pertenencia a alguna organización política, pero no necesariamente desaparecerá la desigualdad para comunicarse con la sociedad ni mucho menos mejorará la participación de los votantes en los procesos electorales o su capacidad para controlar a los candidatos o a los gobernantes. Simplemente habrá mayor variedad informativa pero su impacto en las relaciones sociales está por verse. En todo caso para estas elecciones intermedias la Internet tiene como objetivo alejar a los votantes de las urnas, utilizando sistemáticamente la propaganda negra. Y no creo que eso impulse la democracia en el corto plazo aunque beneficiará enormemente al partido con mayor voto duro.

viernes, 15 de mayo de 2009

Bolivia y el futuro de la democracia en Latinoamérica

La situación política en Bolivia sigue acumulando una enorme presión por la oposición oligárquica al gobierno encabezado por Evo Morales. La posibilidad de que el presidente boliviano se reelija, con la intención de profundizar en las reformas que emprendió desde el primer día, tiene muy preocupados a los terratenientes y a los intereses capitalistas del país. Lo que está en juego en este conflicto no es sólo el futuro de Bolivia sino de toda Latinoamérica.

Y es que el proyecto de Morales y de los movimientos sociales que lo llevaron al poder es un ejemplo del poder de la democracia popular, pues los triunfos electorales -por la activa participación de las mayorías- pusieron a la defensiva a las oligarquías bolivianas y las sacaron de buena parte de las instituciones republicanas. Pero además, gracias a la llegada al poder de Morales se ha podido llevara a cabo todo un proyecto económico, político y cultural inédito en Bolivia.

A diferencia de Venezuela, en donde el proyecto bolivariano fue definido desde arriba, en Bolivia ha sido construido por los movimientos sociales desde abajo, apoyando políticamente al gobierno a cambio de que sus demandas sean gestionadas. Y este detalle tiene muy preocupados al gobierno estadounidense y a toda la burguesía latinoamericana pues con la aplicación de las nuevas políticas se fortalece más la alianza indígena y popular. Tanto así que los Estados Unidos han acusado al gobierno boliviano de no combatir el narcotráfico como debieran y en consecuencia, ha decidido dejarle de comprarle sus productos de exportación. Además están conspirando con la oposición boliviana para dar un golpe de mano y cambiar por la fuerza lo que no pueden hacer por medios legales.

La importancia del gobierno de Evo Morales en la política mundial es doble; por un lado es un proceso que demuestra que la democracia puede tener sentido si las mayorías votan para defender sus intereses y no los de sus explotadores o los de las elites partidistas; pero también tiene un contenido simbólico ya que está encabezado por un indígena que no oculta su origen y gobierna pensando en los indígenas bolivianos, que conforman la mayoría del país.

Por todo lo anterior, habrá que observar con atención el devenir político en Bolivia pues en él se está poniendo a prueba la capacidad de la democracia para la resolución de conflictos y la representación de intereses. Un magnicidio o un golpe de estado dejarían en claro para los pueblos del mundo que la democracia es una farsa y que la única forma de lucha sería la guerrilla, el levantamiento armado. ¿Será esa la intención de la CIA y el Pentágono para poder intervenir militarmente en Bolivia?

sábado, 9 de mayo de 2009

De ganancias y de cerdos

La contigencia es, no cabe duda, uno de los signos centrales de nuestra existencia. Cada vez es más común encontrarnos con situaciones que rebasan a los gobiernos y a las sociedades, a pesar de nuestras conquistas tecnológicas o mejor dicho como producto de ellas. A las desconocidas consecuencias del agujero de ozono, los transgénicos, o los desechos químicos, se vienen a sumar la crianza industrial de pollos, pavos, reses y cerdos, por citar las mas conocidas. Pero la contigencia está estrechamente relacionada con la ambición de riquezas infinitas.

En efecto, en la búsqueda indiscriminada de ganancias, las grandes compañías que producen y comercializan alimentos en todo el mundo, han tecnificado la crianza, aumentando significativamente la producción de animales. Un ejemplo conocido es el de los pollos, que son engordados en tiempo récord con alimento que contiene químicos mezclados con sus desechos fecales, que nunca salen de sus jaulas y que no duermen. O el caso de los químicos y anabólicos usados en el ganado para aumentar su peso y venderlos con mayores ganancias. Los productores no están pensando en la calidad del producto y las consecuencias en los consumidores. No, están pensando en el billete.

El caso de las granjas porcinas es semejante. Según datos proporcionados por Mike Davies (Los cerdos usan traje. La Jornada, 28 de abril de 2009) en 1965 habían 55 millones de cerdos en los Estados Unidos, criados en 1 millón de granjas; hoy existen 65 millones de cerdos pero en sólo 65 mil criaderos. O sea que en promedio a cada granja le tocan un millar de animales, aunque hay algunas que concentran hasta cinco mil. No se necesita ser un experto para imaginar el impacto de semejante concentración en el ambiente y en los consumidores. ¿Cuántos cerdos se crían en el Valle de Perote por la granja Carroll? ¿Ha bajado el precio de la carne de cerdo gracias al aumento de la productividad? ¿Ha mejorado la ingesta de proteínas de los ciudadanos que habitan alrededor de la granja? ¿Se han estudiado a conciencia las consecuencias ambientales de la producción de cerdos en la región por los pregoneros del desarrollo regional o las asociaciones de ecologistas?

No pretendo cargarle el muerto de lo que está pasando estos días al desarrollo tecnológico o a los grupos ambientalistas, sino a la ambición de unos cuantos que, una vez más, ponen por encima de los intereses de la sociedad sus intereses particulares. En su afán por enriquecerse, muestran nuevamente su desprecio por la vida, por los seres humanos. La crianza de cerdos no tiene como objetivo acabar con el hambre en el mundo sino mejorar los márgenes de ganancia, para que lo dueños de la empresa presuman de su eficacia frente a los accionistas y para que además se sientan orgullosos por los beneficios de la derrama económica y los empleos que ofrecen gracias a su generosa inversión. Los medios subordinados a los fines. La vida humana subordinada al dinero. El mundo al revés ¡Qué novedad!